Causas, resultados y consecuencias en relación con el desempleo

Adolfo Castilla
8 min readFeb 21, 2021

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Causas. Damos en este post un paso más en la explicación del alto desempleo español. Distinguimos ahora, entre, Causas, Resultados y Consecuencias en relación con este fenómeno. Las consecuencias son las condiciones presentes caracterizadas por una baja producción per cápita y una población activa muy elevada. Dicha situación procede de unos resultados previos, los cuales hemos unido a un tejido productivo español débil, a unas estructuras económicas y empresariales deficientes y a otros componentes estructurales varios, distintos a los dominantes en países más desarrollados.

Explicamos con cierto detalle esos dos aspectos y dejamos pendiente para abordarlo en el próximo post el tema de las causas de las que procede todo. Posteriormente intentaremos dar alguna sugerencia sobre las actuaciones de todo tipo necesarias en la actualidad para que el país vuelva a una verdadera senda de desarrollo, convergencia con los países más avanzados y bienestar.

(Imagen de arriba, Lago de Thun, Suiza)

Causas, Resultados y Consecuencias

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(channel country en queensland, australia)

El elevado y permanente desempleo experimentado por España, del que venimos hablando en los últimos posts, es en realidad, un deterioro del desarrollo, y produce sin remisión un empeoramiento del bien común y del bienestar.

Hemos llegado a la conclusión de que dicho desempleo, del que no hay forma de salir, está motivado de manera directa e inmediata por una baja producción, o con más precisión, por un bajo valor añadido de la producción española y, por supuesto, por una baja productividad. Lo recordamos de nuevo, el PIB per cápita del país tendría que ser mucho más alto del que es.

Para ello se necesitaría, más tejido productivo, más valor añadido y más productividad.

A eso hay que unir el exceso de población activa o, dicho de otra forma, la existencia de una población activa mucho más alta de la que nuestro sistema productivo puede absorber. Lo hemos dicho ya en posts anteriores, pero lo repetimos ahora para no olvidarlo a la hora de hacer un balance final de la situación.

Estas cuestiones pueden ser tildadas por muchos como hechos y, además, obvios: tenemos poca producción y exceso de mano de obra. Como llevamos tiempo así no es extraño tampoco que el país descienda en los rankings económicos mundiales.

Si esos son los hechos cabe hacerse preguntas del tipo siguiente: ¿de qué dependen esos hechos? ¿cómo hemos llegado a esta situación? ¿es cierto que vamos hacia un deterioro difícil de parar? ¿qué se podría hacer?

Para contestarlas tendríamos que acudir a la secuencia lógica: Causas, Resultados, Consecuencias.

Si lo que detectamos en la situación económica y social española actual, son consecuencias, deberíamos determinar en primer lugar, los resultados de los que dichas consecuencias proceden.

Un tejido productivo imperfecto

Un primer “resultado” del que depende nuestra baja producción per cápita y nuestra baja productividad, es nuestro débil o deficiente sistema productivo. En lo que se refiere al crecimiento del PIB, aparte de su componente cíclica, en la que la economía española muestra gran volatilidad — se hunde en las crisis y se recupera con gran facilidad en las bonanzas — hay una componente estructural determinante del deterioro a largo plazo del desarrollo del que venimos hablando.

Lo que llamamos estructural es algo mucho más amplio, claro, que solo el tejido productivo. Incluye todo lo que somos, nuestra economía, nuestras empresas, nuestras instituciones, nuestras leyes y, desde luego, nuestra cultura, nuestras capacidades y nuestros gobiernos.

Pero dicho de forma breve y en relación con la producción, el tejido productivo español es imperfecto. Hablando siempre en términos relativos es, reducido, poco complejo, con un sector industrial pequeño y en descenso, con pocas empresas grandes y medianas y con demasiada dependencia del turismo, de la construcción, y del consumo a corto plazo (exceso de bares, pequeñas tiendas, pequeños talleres, pequeña artesanía, etc…)

Antes de seguir por esa línea orientada a inventariar las debilidades de nuestro país, especialmente en lo económico, debemos recordar que no dejamos de tener grandes empresas multinacionales. Inditex o Telefónica, son ejemplos, así como grandes constructoras como Acciona o Grupo ACS. Importantes empresas internacionales como Gestamp o Grupo Antolín, tecnológicas notables como INDRA, compañías exportadoras destacadas de todo tipo y empresas muy diversas y muy activas en el terreno de las energías renovables, habiendo sido pioneros, por ejemplo, en la energía eólica y en la termosolar.

Nuestro posible débil tejido productivo, por tanto, no significa que no dispongamos de empresas importantes ni de empresarios destacados. Es solo una cuestión relativa, necesitaríamos un mayor número de ellas y de ellos.

Y, por supuesto, no es negativo que tengamos un poderoso sector turístico y que exista una gran actividad de comercios y bares. “A falta de pan buenas son tortas”, como se suele decir. Ojalá tuviéramos empleo para toda la población activa aunque fuera en esas líneas de actividad.

La estructura de los sectores económicos muy distinta a la de los países más desarrollados.

Lo cierto, sin embargo, es, como dice Jesús Felipe, que, “El diferencial de productividad en el sector manufacturero también es enorme: un 32% más el holandés y un 84% más el danés. El diferencial con Alemania es algo menor, 18%, pero la composición importa: mientras que la maquinaria y los químicos representan respectivamente el 18,5% y 15% del total de las exportaciones alemanas, en España estos dos porcentajes son el 6,7% y 10,6%. Los diferenciales con otros sectores como transporte, información y comunicaciones, o servicios financieros, son igualmente amplios”[1]

Felipe también menciona las diferencias en sectores como el turismo y los viajes: “Viajes y turismo son la mayor exportación española, casi el 16% del total de las exportaciones, un porcentaje mucho mayor que en Dinamarca (4,73% del total de las exportaciones), Holanda (2,37%), o Alemania (2,28%)”

Esta debilidad de nuestro sistema productivo resulta muy gráfica al comparar los componentes sectoriales de nuestra economía con una economía mucho más desarrollada como la alemana. Eso es que ha hecho muy bien Jesus Felipe, analizando simplemente la información disponible de las economías de ambos países a nivel sectorial.

Estructura exportaciones

España Alemania

(Tomado de Jesús Felipe, “Dilemas actuales de la economía española, una visión desde Asia”)

España
Alemania

Otros elementos estructurales

Además de la estructura económica y empresarial insuficiente, habría que situar entre los “resultados” que afectan al desempleo, a muchas otras características de nuestro sistema productivo. Las excesivas cuotas a la seguridad social por cada empleado que tienen que pagar las empresas no deja de ser un elemento disuasorio en cuanto a la creación de empleo.

La mayor complejidad administrativa, organizativa y de exigencias fiscales varias, requeridas a las empresas grandes (de más de 250 personas) actúa también como barrera para el crecimiento de la empresa y la creación de empleo.

El tamaño de las empresas españolas

Y la estructura misma de nuestro sistema productivo en cuanto a tamaño de las empresas, también explica nuestra debilidad. Solo un 0,83 % de las empresas españolas caen en el grupo de empresa grandes, para lo que hay que tener más de 250 personas de plantilla, facturar más 50 millones de Euros y disponer de más de 43 millones en el balance anual. Las empresas medianas son solo el 0,68 % del total. Las medianas representan el 2,07 %. Y las microempresas (menos de 10 personas) suponen el 94,48 %.

Se podrían mencionar, finalmente, en cuanto al alto desempleo, que en lo que llamamos, desempleo juvenil, es decir de hombres y mujeres menores de 35 años, cercano al 40 % en la actualidad, hay disonancias importantes en nuestro país. Hay que entender por tales disonancias, hechos como que el 10 % de las ofertas de trabajo no se cubren por falta de cualificación.

Que hay muchos jóvenes sin estudios ni formación profesional acostumbrados a vivir de los padres o de la familia, a los que no se les pasa por la cabeza trabajar en cualquier actividad existente. Nadie quiere ser albañil, fontanero o electricista, ni está formado para ello, ocurriendo además que todos esos trabajos son ejercidos, con mucho éxito, por población inmigrante.

Más, probablemente, las nuevas culturas de los Millennials, y mucho más la de los Gen Zers (generación Z) que no aceptan nuestros sistemas empresariales tradicionales, ven el trabajo en las empresas como una esclavitud, buscan vivir más simplemente y están fuertemente concienciados con la protección del medio ambiente y la ayuda a los demás.

Precariedad y bajos sueldos

Otra disonancia es la de los bajísimos sueldos existentes en España. Jesús Felipe lo indica una vez más, “Taxistas, barberos, y camareros (actividades no transables) ganan más en Múnich que en Madrid no porque sean más productivos, sino porque el número de trabajadores alemanes que se dedica a producir productos complejos en sectores transables (manufacturas y algunos servicios avanzados que se comercian internacionalmente) y que pagan salarios de 40.000 y 50.000 euros al año, es mucho mayor que el de España. Son los salarios de las actividades transables los que tiran del resto, especialmente de los de las actividades no transables, de los salarios de los barberos, de los de los camareros y de los de los taxistas”

Los bajos sueldos generalizados de nuestro país, es decir, no solo en el turismo o los servicios menos sofisticados, sino en la industria y en toda la actividad económica, son producto de la austeridad impuesta en los gobiernos de Rajoy (20 de diciembre de 2011 a 21 de diciembre de 2015 y 30 de octubre de 2016 a 1 de junio de 2018).

Para salir de la crisis en la que estábamos desde 2008/2009 hubo que corregir los desequilibrios públicos en los que habíamos incurrido y se hizo con fuerza y determinación. No solo en la actividad pública sino en la privada, que vio las puertas abiertas para introducir precariedad y bajos sueldos en el empleo.

El resultado fue bueno en términos de crecimiento y empleo, pero nos dejó la secuela de unos sueldos bajísimos. Es lo que se llamó “austericismo”, un neologismo no excesivamente brillante, que se refiere a la paralización de la economía por austeridad fiscal y recorte del gasto público.

Sobre la austeridad pública en sí, hay una publicación de primera categoría debida al gran economista italiano, profesor de Harvard, fallecido repentinamente a los 63 años el 23 de mayo del pasado año (2020), Alberto Alesina (1957–2020).[2] Para mi, que seguía su obra con gran interés, un futuro premio Nobel de Economía si la Vida no le juega la mala pasada de detener la suya tan tempranamente.

[1] “Dilemas actuales de la economía española, una visión desde Asia”, conferencia on-line en FIDE de 1 de diciembre de 2020

[2] Alberto Alesina Carlo Favero y Francesco Giavazzi, Austeridad. Cuándo funciona y cuándo no, Deusto, Barcelona, 2020

Originally published at Economía y Futuro.

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Adolfo Castilla

Catedrático de #Economía, pionero de la #Prospectiva y la #Cognotecnologia, y un divulgador apasionado de la #ciencia, la #tecnología y el futuro del ser humano