Entramos en una nueva crisis (51)

Adolfo Castilla
8 min readApr 18, 2022

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Nos encontramos de nuevo, en el mundo, en Europa y en España, haciendo frente a una nueva crisis, la cual puede no ser solo económica ni de corta duración. Da la impresión de ser social, política, geopolítica y de cambio de marcha total en el planeta. Hemos desembocado en ella a través de crisis menores sucesivas como, la Gran Recesión de 2008/2009, la recuperación posterior con un “austericismo” duro (sea adecuado o no el neologismo), la subsiguiente pandemia, surgida tras un periodo de cierta estabilidad y recuperación, y la inoportuna guerra de Ucrania. Procesos todos en los que nuestro país, ha sido y tiende siempre a ser, uno de los peor parados.

Aunque en este blog nos dedicamos más bien a la reflexión sobre economía y bien común y al estudio de problemas más estructurales como la pobreza, el desempleo y la desigualdad, así como al análisis de aspectos negativos recientes del capitalismo y a temas de gran envergadura como el cambio climático, la transición energética o las revoluciones tecnológicas en marcha, no tenemos más remedio que prestar atención a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.

(Imagen de arriba: La isla de San Bartolomé es un paraíso en medio del Caribe)

Una nueva crisis nos lleva otra vez a la economía del sube y baja

Estamos de nuevo en el mundo, y en concreto en nuestro país, en la economía del sube y baja. La inflación sube, el crecimiento baja, el desempleo aumentará, las poderosas ayudas del BCE disminuirán, los tipos de interés ascenderán y las condiciones de vida y el bienestar de la población descenderán. Por solo mencionar algunos indicadores que se están moviendo y se moverán a corto plazo hacia arriba y hacia abajo.

Imagen de consulta de la búsqueda visual
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Lo peor de ese sube-baja es que ya no hay otra preocupación entre los economistas y en la sociedad en general, que saber hacia dónde irán las variaciones de esos y otros parámetros económicos.

De momento ya no hay interés por aspectos más estructurales de la economía y de la sociedad, como el estancamiento de la productividad en España, la pérdida de posiciones de nuestro país en los rankings mundiales de actividad económica, el elevado y continuado desempleo, los altos porcentajes de pobreza, el aumento de la desigualdad, el cambio climático y la transición energética o la baja respuesta de nuestros emprendedores al reto de la transformación digital, entre otros. Todos ellos relacionados con el bien común, con una posible mejor organización de nuestras sociedades o con unas reformas del capitalismo, que nos interesaban mucho hace solo unas semanas.

Este blog en particular se dedicaba más a esas últimas cuestiones que a las de la evolución de la economía a corto plazo y nos habíamos quedado en el post anterior en una nueva revisión del aumento de la desigualdad, especialmente en los Estados Unidos. Anunciamos en él la reseña del último libro de Olivier Blanchard (nacido en 1948), Combating inequality, y otros sobre esas cuestiones, y lo haremos en próximos posts.

Necesidad de referirnos a la actualidad económica

Pero, de momento, no tenemos más remedio que referirnos a la actualidad. Toda la prensa, especializada o general, se hace eco desde hace semanas, de forma casi exclusiva, de los vaivenes actuales de las variables económicas. Y lo peor desde el punto de vista de la verdadera reflexión, esfuerzo intelectual y comprensión de nuestro mundo, es que hay pocos avances en la lógica y en las explicaciones de estas situaciones.

Los artículos son en gran manera repetitivos y vuelven a explicar lo que ya sabemos de otras crisis anteriores y está desmenuzado hasta la saciedad en los libros de teoría económica. Sorprende en este sentido las entrevistas en TV a conocidos y sesudos profesores de economía que explican la subida de los precios como lo explicaría, no digo cualquier hombre de la calle, pero sí cualquier profesional con cierta formación que sea lector de la prensa diaria.

No hay grandes novedades en el aumento de los precios y en su impacto sobre la vida de los ciudadanos. La inflación puede ser de oferta o de demanda y la actual es más del primer tipo, debido a un aumento imprevisto y circunstancial del precio de la energía, sobre el cual se espera, por cierto, una corrección a corto plazo, si la guerra de Crimea es corta y se mantiene como fenómeno muy localizado. La inflación subyacente (sin precios de la energía y de los productos naturales frescos) es baja en España y en Europa y algo más elevada, pero manejable, en los Estados Unidos, por lo que en los tres casos será fácil de corregir y para los años 2022, 2023 y 2024 las predicciones recientes son bastante positivas.

Algunas cifras indicadoras de la gravedad del momento

Por repetir algunos datos que en nuestra sociedad de la información están en todas partes y son fáciles de encontrar, por ejemplo, en Internet, recordamos que la inflación anual medida por el IPC (no por el deflactor del PIB) fue al final de marzo pasado de un 9,8 % anual (medida de marzo a marzo). Pero según las últimas predicciones del Banco de España el presente año terminará en un 7,5 % y en los dos siguientes en un 2 % y un 1,6 % respectivamente.

El crecimiento del PIB para este año, por otra parte, ha sido bajado por esta institución hasta el 4,5 % sin descartar alguna disminución adicional en algunos periodos. Debiendo recordar a este respecto que el Gobierno todavía no ha retocado su previsión de crecimiento para 2022, realizada hace ya algunos meses, es decir, antes de la guerra de Ucrania, y situada en el 7 %.

Este perfil de recuperación de una economía de precios bajos y estables a corto plazo es común, por tanto, a Europa y a los Estados Unidos.

No es difícil creer que será así, pero no se puede dejar de pensar en una mayor duración de la guerra e, incluso, en la aparición de problemas mundiales de más envergadura. Eso, por un lado, pero por otro, hay aspectos relacionados con la inflación a los que la teoría económica presta poca atención.

Hay dos por lo menos, uno que la complejidad de las situaciones y la incertidumbre, elevadas ambas en la actualidad, afectan también a la actividad económica y al comportamiento de los precios, de la inversión y del ahorro; y otro, lo que podríamos llamar “inflación psicológica” o generación de una espiral inflacionista producida por una reacción de los servicios y pequeños negocios, ante situaciones peligrosas y poco claras de la economía.

Otras explicaciones

La tendencia a aumentar los precios, en porcentajes elevados, además, es automática y les resulta muy saludable a los intermediarios y a los comercios relacionados con el consumo final. Una tendencia no relacionada con los costes de las materias primas o con el aumento de la demanda demanda. Fenómeno distinto a lo que ocurre en la industria.

En el ABC del domingo 17 de abril, fecha en la que se redacta este post, se publica un interesante reportaje firmado por Carlos Manso Chicote en el que se indica que los precios de los alimentos se encarecen casi un 800 % del campo a la mesa. Se menciona también La Ley de la Cadena Alimentaria, o Ley de la Cadena, la cual no está funcionando como debiera, según ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores). Dicha Ley (Ley 16/2021, de 14 de diciembre, por la que se modifica la Ley 12/2013, de 2 de agosto, de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria), es anterior al actual proceso inflacionista pero no sería extraño que, a pesar de su existencia, la intermediación esté actuando de una forma oportunista.

Adicionalmente, se dan datos sobre los aumentos del precio de las bebidas no alcohólicas, de los aceites y grasas, de la leche, de las patatas y de las legumbres y hortalizas frescas, todos ellos elevados. Son los aumentos de precios que junto a los de la energía están llevando la inflación al 9,8 % de finales de marzo, ya indicado.

Serían ejemplos de una espiral inflacionista no fácil de desterrar, que, aunque no esté ligada a la inflación subyacente contribuirá a mantener alta la inflación total a un plazo más largo de lo previsto.

Las secuelas

Hay, desde luego, otras consecuencias de lo que está pasando y también se recogen en las noticias y publicaciones diversas de las últimas semanas. Se trata de temas como, el papel actual de las políticas fiscales y monetarias, las segundas de las cuales en manos del BCE y que ya se anuncian restrictivas y con posibles subidas de los tipos de interés; el deterioro de la globalización; la disminución de los movimientos internacionales de capitales; y una época más difícil para la Economía Financiera.

Países como el nuestro son muy vulnerables a todas esas secuelas y se enfrentarán, nos enfrentaremos, a situaciones muy difíciles.

En cuanto a los más desfavorecidos entre nosotros, al poder adquisitivo de las familias y al bien común en general, lo normal es que siga el deterioro analizado en posts anteriores. Estamos muy ilusionados estos días de vacaciones por el aumento del turismo, el cual se extrapola ya al verano, y por el afán consumista después dos años de confinamiento, pero el horizonte no me parece, a mí en concreto, nada despejado.

Y hay una cuestión adicional. Se trata de si el Gobierno, dentro de sus disminuidas posibilidades de actuación, tanto por su dependencia de las regulaciones europeas como por tener las manos atadas en muchas cuestiones económicas como el elevado déficit público y la altísima deuda, podría hacer algo enérgico contra la inflación a corto plazo. Está tomando algunas medidas, desde luego, como bajar algunos impuestos, incluido el IVA de la electricidad, ayudar con aportaciones directas a los elevados precios de la energía y otros productos, aumentando el ingreso mínimo vital, manteniendo el aumento de las pensiones y otras.

Y en algo tan importante como la limitación del tope del precio de referencia del gas, estamos todavía sin contestación en cuanto a la propuesta española y portuguesa para disminuir la factura eléctrica, pero hay más impuestos que podrían bajarse. Sólo la disminución de impuestos y, especialmente la reducción del IVA en algunos casos, es lo que se ve como más efectivo en estos momentos. Eso, y la dinamización de la actividad económica con más start ups. más digitalización y más emprendimiento, tareas, es verdad, más privadas que públicas.

Intentaremos hablar de todo esto en los próximos posts.

Originally published at Economía y Futuro.

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Adolfo Castilla

Catedrático de #Economía, pionero de la #Prospectiva y la #Cognotecnologia, y un divulgador apasionado de la #ciencia, la #tecnología y el futuro del ser humano