Olvidar el Capitalismo (y II) (49)

Adolfo Castilla
5 min readFeb 3, 2022

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Olvidar el Capitalismo. Este post es continuación del anterior, como su título indica. Los dos se han escrito conjuntamente y la serie puede seguir, pero los hemos dividido para facilitar su lectura. Continuamos especulando sobre la posibilidad de no utilizar en nuestras sociedades la palabra capitalismo y las expresiones relacionadas, sistema capitalista, sociedad capitalista y otras. Creemos que estamos a las puertas de Una Nueva Gran Transformación en la que todo puede cambiar incluyendo palabras, expresiones y denominaciones, por muy antiguas y queridas que sean. No dejamos de reconocer la importancia del capitalismo en la historia del mundo y de Occidente, que fue el que lo gestó, pero las revoluciones en marcha dejarán aparcado el término. Mencionamos de nuevo en este post la obra de Karl Polanyi, La Gran Transformación, y sugerimos que estamos a las puertas de Una Nueva Gran Transformación, como hemos dicho anteriormente, en la que todo cambiará, incluido el papel del capital.

(Imagen de arriba: playa de matinloc en filipinas)

Capitalismo para lo bueno y para lo malo

Del largo periodo al que hemos hecho referencia en el post anterior podemos sacar varias conclusiones: una, que se trata de un sistema de funcionamiento natural y espontáneo que surge en el momento en que los hombres comenzaron a vender productos a las orillas de los caminos, buscando la ganancia y el beneficio; otra, que, especialmente desde la Ia Revolución Industrial hasta nuestros días, ha sido altamente beneficioso para la humanidad; una más que, sobre todo en sus etapas iniciales, se basó en principios muy elementales, como la conveniencia del esfuerzo, la importancia de la iniciativa privada y la creatividad, el emprendimiento basado en la voluntad, la búsqueda de la ganancia y el beneficio, la aceptación del riesgo y otros aspectos muy ligados a la naturaleza del ser humano y relacionados con una forma automática o libre de organizarnos.

Ver las imágenes de origen
(playa de matinloc en filipinas)

Unido a lo anterior, y en el proceso de implantación y aceptación de este sistema de organización y funcionamiento, hemos observado fenómenos no excesivamente deseables como, la importancia desmesurada del capital y su dominio cada vez más absoluto sobre todo; la supervivencia del sistema a costa de ciclos económicos y crisis perjudiciales para muchos; la existencia continua de ganadores y perdedores independientemente de sus capacidades y sus trabajos; los efectos colaterales negativos; el aumento excesivo de la desigualdad; el desempleo y la existencia siempre de unas bolsas demasiado abultadas de pobreza y exclusión; y el posible impacto negativo sobre el planeta en el que vivimos.

Hacia Una Nueva Gran Transformación

La verdad, sin embargo, es que a estas alturas de la evolución de nuestro mundo hemos creado unas estructuras bastante sólidas en una mayoría de nuestras sociedades. Son estructuras que se mantienen muy activas y supuestamente mejorando de forma continua bajo un sistema compuesto de los siguientes elementos: el capitalismo o predominio del capital como elemento básico, el liberalismo económico como filosofía, el mecanismo de mercado como instrumento y la democracia liberal parlamentaria como organización política.

A pesar de esa solidez todos nos sentimos más frescos y ligeros criticando al capitalismo y echándole la culpa de todo. Especialmente la gente de izquierdas, para los cuales sería un verdadero drama que elimináramos esta palabra de nuestras vidas. ¿Sobre qué construirían entonces sus discursos?

Sería bueno para todos, creo yo, ya que así no tendríamos una fuente de todos nuestros males en la que escudarnos. Sin ese tótem, y sin la adscripción ideológica al capitalismo o al anticapitalismo, quizás nos podríamos dedicar a la verdadera solución de nuestros problemas.

Pero, de una forma o de otra, y sin olvidar la potencia de nuestras estructuras de funcionamiento, los resultados poco aceptables a las que nos están llevando en los últimos tiempos dichas estructuras, las críticas terribles recibidas de personas y estamentos de todas las posiciones políticas y sociales más las turbulencias, conflictos y laberintos en los que estamos entrando, claman por algún cambio radical.

Dicho cambio se apoyará, como ha ocurrido hasta ahora, en las revoluciones tecnológicas en marcha, las cuales tienen fortaleza suficiente y son lo bastante penetrantes en todos los componentes de nuestra sociedad como para llevarnos a lo que yo estoy llamando, Una Nueva Gran Transformación.

Utilizo para ello a otro historiador importante, Karl Polanyi (1886–1964), más bien científico social y filósofo, y a su obra de 1944, La Gran Transformación.

La digitalización como fuente de grandes transformaciones

Lo importante de la obra de Polanyi es que interpretó el periodo que va desde mediados del siglo XVIII hasta la fecha de su libro como una transformación radical y total del mundo. Nada era igual, por lo menos en Occidente, a mediados del siglo XX que a mediados del XVIII. Todo había cambiado y todo se había transformado, incluyendo el lenguaje y las palabras utilizadas.

Hemos hablado ya de este tema en posts anteriores, habiendo propuesto, incluso, una denominación para la sociedad hacia la que vamos: “Sociedad Comunitaria Activa”.

Lo estamos viendo en nuestros días con la digitalización, a la que muy pronto se le ha añadido la idea de transformación. Lo vemos también en otros cambios fundamentales como la transformación o transición energética.

Y lo veremos más con las revoluciones que vienen a continuación como la biológica y la espacial. La evolución sigue actuando sobre el hombre, y esta vez sobre su cerebro, su mente y su mundo interior.

El capitalismo sin capital u olvidar el capitalismo

El capital en ese nuevo mundo seguirá siendo importante y necesario y tendrá un papel que jugar, pero no el actual, aunque solo sea por la eliminación de su nombre. Vamos, para empezar, hacia una economía de los intangibles en la que el capital ya no tendrá la importancia que ha tenido en la economía industrial.

En los últimos tiempos, dentro de la gran actividad de crítica y revisionismo llevada a cabo, se ha escrito, por ejemplo, sobre el capitalismo sin capital, pero es probable que vayamos, más bien, hacia un capital sin capitalismo[1]. Se ha hablado también de la muerte del capitalismo[2], pero preguntándose por lo que viene detrás de él. Se han planteado el fin de la eficiencia, señalándose que el modelo que usamos para pensar sobre nuestra economía es erróneo, desastrosamente erróneo[3]. Y se ha insistido en que menos es mejor que más, defendiendo el decrecimiento económico para salvar el mundo[4].

Se avecinan, pues, grandes transformaciones, entre las que puede incluirse un papel distinto para el capital. Mejor es estar preparado para ellas.

[1] Ver, Capitalism without Capital, de Jonathan Haskel y Stian Westlake, Princeton, 2018

[2] Ver, El caitalismo ha muerto, de McKenzie Wark, Holobionte Ediciones, 2021

[3] Ver, When More is not Better. Ovecoming America’s Obsession with Economic Efficiency, de Roger L. Martin, Haervard Busi¡ness Review Press

[4] Ver, Less is More. How Degrowth will Save the World, de Jason Hickel, WINDMILL, “020

Originally published at Economía y Futuro.

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Adolfo Castilla

Catedrático de #Economía, pionero de la #Prospectiva y la #Cognotecnologia, y un divulgador apasionado de la #ciencia, la #tecnología y el futuro del ser humano