Exclusiva: Cómo se desenmarañó el magnicidio en Haití, minuto a minuto y texto a texto

David C. Adams
16 min readMay 2, 2023

--

Un alijo de mensajes de Whatsapp revela cómo el plan de fuga se vino abajo y los presuntos conspiradores trataron desesperadamente de recabar apoyo diplomático para ser rescatados en las horas posteriores al asesinato. (Read this article in English here, or in French here)

Crédito: imagen creada por Claudio Castillo

Por David Adams y Jake Johnston

En la mañana del 7 de julio de 2021, los presuntos asesinos de Jovenel Moïse, presidente de Haití, se apresuraron a escapar, y fueron inmovilizados a pocas manzanas de la residencia por la policía haitiana que acudió al lugar. Su ruta de escape prevista estaba bloqueada. La noticia de la muerte del presidente ya había llegado a las oidos de la población, y la gente había empezado a incendiar neumáticos en las calles.

“Que mierda, señores”, escribió el sargento Dubernay Capador, un ex soldado colombiano altamente entrenado, en un chat de grupo de WhatsApp a las 4:56 am. “ Estamos metidos acá en la pura guerra y nadie responde”, añadió. Unas tres horas después de la muerte de Moïse, el soldado seguía sin poder contactar con los dos hombres que le habían contratado, propietarios de una empresa de seguridad del área de Miami. Su audaz plan para hacerse con el poder no parecía estar saliendo según lo previsto.

Antonio Intriago, uno de los propietarios de la empresa de seguridad, Counter Terrorist Unit Federal Academy (CTU), respondió finalmente unos 30 minutos después. “Estoy tratando de llamar a Gabriel”, escribió, en referencia a Arcángel Pretel, su socio en CTU y el hombre que había reclutado personalmente a Capador y a otros 20 ex soldados colombianos para la trama. Pretel, según ha admitido el FBI, era un informante activo de la agencia en aquella época.

“Nos tienen en una barricada en ambos lados”, escribió Capador a las 5:26 de la mañana. “Estamos rodeados […] sáquennos de aquí”, añadió unos minutos después.

Una hora después, Intriago confirmaba a Capador que su compañero Pretel se había puesto finalmente en contacto. “ Ok, en nombre de Dios todo saldrá bien”, escribió Intriago.

“Eso espero. Ya hicimos lo difícil”, respondió Capador.

Su jefe le contestó: “Estamos haciendo las llamadas, pero no entiendo qué paso”.

“Pues que nos han traicionado, eso pasó”, aventuró Capador.

La transcripción de Whatsapp

Las grabaciones de los chats del grupo de WhatsApp, obtenidas por los autores de una fuente anónima cercana a la investigación sobre la muerte de Moïse, forman ahora parte de miles de páginas de pruebas en un caso en curso del Departamento de Justicia de Estados Unidos contra 11 presuntos conspiradores actualmente encarcelados en el sur de Florida. El juicio previsto para mayo se ha aplazado hasta finales de este año.

Uno de los 11 acusados, el narcotraficante convicto y antiguo informante de la DEA Rodolphe Jaar, ya se ha declarado culpable. Ocho de los demás, incluidos Intriago, Pretel y su financiero Walter Veintemilla, se enfrentan a cadena perpetua si son declarados culpables. Dos de los soldados colombianos también han sido extraditados a Miami, mientras que el resto -así como docenas de sospechosos adicionales- están detenidos en Haití y aún no han sido acusados formalmente.

Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Intriago y Pretel “manejaban y dirigían a los otros miembros de la conspiración”, incluidos los colombianos. Sin embargo, los chats revelan que, durante horas después del asalto a la casa del presidente, los exsoldados colombianos no pudieron ponerse en contacto con los dos hombres de Florida que, según el Departamento de Justicia, están en el centro de la trama.

Aunque sólo ofrecen un relato parcial, los chats de WhatsApp recién obtenidos proporcionan una dramática narración de los acontecimientos que se desarrollaron en las horas y días posteriores al asesinato, así como nuevos datos sobre la intención de los presuntos conspiradores. También plantean importantes interrogantes sobre el relato presentado por los fiscales estadounidenses y el papel desempeñado por varias embajadas extranjeras. Las personas actualmente bajo custodia estadounidense, muchas de las cuales aparecen en los registros de los chats, parecen confusas, a merced de sus socios locales haitianos -algunos de los cuales siguen en libertad- y suplicando la intervención de los diplomáticos internacionales.

Los mensajes proceden de varios chats de grupo, cada uno con miembros diferentes, acumulados en una transcripción de 50 páginas. Sin embargo, faltan algunas piezas clave de información, y la transcripción del chat parece incompleta. Apenas se menciona la suerte de Moïse, aunque todos parecían saber que había muerto, e incluso intercambiaron informes de prensa que confirmaban su asesinato. Los mensajes tampoco revelan quién dio la orden de matar a Moïse, ni el motivo.

Algunos de los mensajes son entre personas que utilizan apodos o nombres en clave, las frases son confusas a veces, hay errores tipográficos * y alternan entre tres idiomas: español, inglés y francés. Pero las identidades de los participantes no son difíciles de averiguar por la información en los chats, junto con los documentos judiciales, así como entrevistas con investigadores privados y familiares de los colombianos.

Las dudas y la incertidumbre rondaban la trama antes del 7 de julio

El día antes del asesinato, el 6 de julio de 2021, Intriago envió un mensaje dirigido a Walter Veintemilla, un financiero ecuatoriano-estadounidense que había proporcionado a CTU una línea de crédito de 175,000 dólares, aparentemente como parte de un esfuerzo para invertir en algunos proyectos de desarrollo, incluida una planta de energía solar, al tiempo que proporcionaba seguridad a un aspirante presidencial, Christian Sanon, un pastor haitiano-estadounidense. En un principio, el plan consistía en sustituir al Presidente Moïse por un gobierno de transición dirigido por Sanon; las grandes oportunidades económicas que se avecinaban dependían de ello.

“ Walter tal como ves las condiciones están dadas pero recuerda que se enviaron los 20 hombres hace un mes y hay que hacer el pago de la nómina de ellos”, escribió Intriago, en referencia a los colombianos contratados por CTU que aún no habían recibido indemnización alguna.

Veintemilla respondió diciendo que sus recursos se habían agotado. “Ninguno de los inversionistas están dispuestos a dar ni un centavo”, escribió.

“Bueno Walter, ¿cómo le decimos eso a los muchachos? Tú Gabriel [Pretel] y yo sabemos que hoy estamos más seguros de lo que estamos haciendo y de que el trabajo se va a desarrollar de forma exitosa”, escribió Intriago, añadiendo que ya habían firmado tres contratos para el desarrollo de proyectos de basura, electricidad y agua. Intriago añadió después que se había puesto en contacto con los colombianos para pedirles una semana más para pagarles.

Sin embargo, según los fiscales estadounidenses, a principios de julio los planes habían cambiado. Sanon ya no era visto como un candidato presidencial viable. En su lugar, CTU y su equipo de seguridad colombiano habían encontrado un nuevo líder al que respaldar: Wendelle Coq, una antigua jueza del Tribunal Supremo que había sido despedida por Moïse meses antes.

A mediados de junio, muchos de los presuntos conspiradores afirmaron haberse reunido con Coq en la casa de la jueza, a sólo unos cientos de metros de la del presidente. Allí, Coq y otro funcionario judicial habrían firmado un documento autorizando la detención del Presidente Moïse y prometiendo inmunidad a los implicados. James Solages, un haitiano-estadounidense que colaboraba con CTU, viajó personalmente a Florida y entregó el documento a CTU. Esa carta, cuya autenticidad cuestionan Coq y el otro funcionario, es una prueba fundamental en el caso estadounidense, ya que proporciona gran parte de la base de la jurisdicción legal de Estados Unidos.

“Estamos juntos en esto”

La mañana del 7 de julio, Intriago, de viaje familiar en Texas, se despertó con la noticia de la muerte del presidente. El venezolano-estadounidense, que había estado dirigiendo su pequeña empresa desde un edificio de oficinas en Doral, justo al oeste del Aeropuerto Internacional de Miami, pareció pillado por sorpresa. El contrato de seguridad de Haití sólo tenía dos meses de antigüedad. Antes de eso, se había dedicado sobre todo a vender chalecos antibalas en Miami y a impartir cursos de formación en seguridad. “Todavía no sé lo que ha pasado”, repitió en uno de los chats de grupo, y pronto emprendió el largo viaje de regreso a Florida. Pero en ninguna parte de las charlas se discute o cuestiona lo que realmente ocurrió durante la noche en las colinas de Puerto Príncipe.

Sin embargo, pasara lo que pasara, los chats dejan claro que los implicados esperaban que Coq, la jueza, se hiciera cargo. “Es imperativo que ella tome la responsabilidad ahora”, escribió Intriago pasadas las 6.30 de la mañana, en referencia a Coq, a quien se le llama en clave ‘El Diamante’ en todos los chats.

“ Si El Diamante no jura nos cortan la cabeza a todos, incluso a ella”, respondió Germán Rivera, que responde al alias de ‘Coronel Mike’. “Estamos en tus manos”.

“Y en las de Dios. Triunfaremos”, respondió inmediatamente Pretel.

“Estamos juntos en esto, hermano”, aseguró Intriago.

El equipo de CTU en Haití: Primera fila, de izquierda a derecha: Capitán Germán Rivera, James Solages, Antonio Intriago y Sargento Duberney Capador. (Crédito: Jose Espinosa)

Buscando la protección de la policía y las embajadas

Aunque nadie parecía saber qué estaba haciendo la jueza, o por qué aún no se había pronunciado, la atención de los chats se centró en conseguir que la policía retrocediera. En los chats se informa de la presencia de francotiradores en los tejados cercanos y de drones sobrevolando la zona. Poco antes de las 10 de la mañana, uno de los colombianos transmitió un mensaje de Jaar en el que decía que la policía estaba a punto de atacar. Poco después, Jaar compartió la información de contacto de Leon Charles, jefe de la policía de Haití.

“El jefe de policía necesita que te pongas en contacto conmigo lo antes posible”, escribió Intriago a Charles en inglés, según los mensajes reenviados a uno de los chats. “Hay algunos estadounidenses que necesitan ser protegidos estaban actuando con una orden del juez y debes detener cualquier confrontación”.

“Estamos contactando para ofrecerte una bienvenida para trabajar con nosotros y conseguir protección internacional para ti y tu familia”, continuaba el mensaje. “Pero usted debe parar ahora […] Como usted sabe existía una orden de detención contra él”.

No hay indicios de que el policía llegara a responder.

Una copia de la falsa orden de arresto proporcionada por la UAT tras el asesinato. También se encontró una copia arrugada en la calle, frente a la residencia del presidente Moise, al día siguiente del asesinato. (Crédito: CTU)

A primera hora de la tarde, el ataque de la policía aún no se había materializado, pero tampoco el apoyo a los colombianos atrapados. A la 1:25 pm, Intriago compartió una actualización de uno de los principales sospechosos en el complot de asesinato, un exfuncionario del Ministerio de Justicia de Haití, Joseph Badio.

“Badio esta moviéndose y manteniendo comunicación conmigo muy positivo y seguro que van a salir pronto, me confirmo que hay orden (para la policía) de no proceder y que están clarificando las cosas”, escribió Intriago. El mensaje revela, por primera vez, la implicación directa de Badio en la conspiración de CTU.

Badio, antiguo colaborador del actual primer ministro de Haití, Ariel Henry, sigue en libertad. Los registros telefónicos obtenidos en el marco de la investigación muestran que Badio y Henry habían mantenido una comunicación regular en las dos semanas anteriores al asesinato, incluso en las horas posteriores al asalto. Según el testimonio de algunos de los colombianos detenidos, Badio asistió a las reuniones de planificación y estuvo en el convoy de vehículos que se dirigió a la casa del presidente la mañana del asesinato. También era el principal enlace entre CTU y Coq, la jueza.

Dr. Jean Marie: “Te cubrimos las espaldas”

Poco después, Pretel compartió la información de contacto de un tal Dr. Robert Jean Marie, una misteriosa figura con un número de teléfono móvil de la zona de Atlanta que se presenta como representante del Departamento de Estado estadounidense. Se dijo al grupo que el Jean Marie organizaría un rescate. Dr. Jean Marie dijo en una charla que también estaba en contacto con el embajador de Taiwán para pedirle asilo. “Te cubrimos las espaldas”, escribió en un momento dado.

La información de contacto de Dr. Jean Marie procedía de Badio, explicó Pretel. Los registros telefónicos muestran que Badio y Dr. Jean Marie hablaron varias veces la mañana del 7 de julio.

Nada indica que el Dr. Jean Marie fuera un representante del gobierno estadounidense. De hecho, las conversaciones sugieren que no lo era. Múltiples mensajes enviados por los autores al número de teléfono del Jean Marie quedaron sin respuesta.

Un portavoz del Departamento de Estado dijo que “no haría comentarios sobre investigaciones criminales en curso”. Pero está claro, por los chats y otros registros, que casi todos los implicados en el asesinato creían estar operando con el apoyo, al menos tácito, de las autoridades estadounidenses y haitianas, y de otros miembros de la comunidad internacional.

En una larga serie de mensajes de los días siguientes, publicados en varios grupos de chat, los presuntos conspiradores se refieren repetidamente a contactos con funcionarios estadounidenses de la embajada en Puerto Príncipe y del Departamento de Estado, de quienes parecen creer que están haciendo gestiones para rescatarlos. También mencionan contactos con las embajadas de Canadá, Reino Unido y Taiwán.

(Un portavoz del gobierno canadiense respondió tras la publicación de este artículo diciendo que “no hubo contacto” entre sus funcionarios en Canadá o Haití y los presuntos conspiradores.)

“Estaba en el teléfono con el embajador, necesito que me envíen la localización de donde están”, escribió Intriago a las 2:38 de la tarde del 7 de julio. Para entonces, los colombianos, incapaces de escapar debido al bloqueo policial, se habían refugiado en un edificio abandonado. Llevaban horas rodeados, mientras sus constantes peticiones de ayuda caían en saco roto. El ataque policial era inminente.

Pasadas las tres de la tarde, Capador informó al grupo de que la policía había empezado a dispararles. “Sáquennos de aquí”, añadió Rivera (coronel Mike).

Veinte minutos después, Intriago respondió: “¿Pueden enviar fotos […] que tenemos inteligencia recolectada. Urgente”.

No está claro a qué se refiere. Según informaciones no confirmadas, los colombianos registraron el dormitorio de Moise en busca de documentos y un gran alijo de dinero en efectivo, antes de llenar unas bolsas de lona y abandonar la casa. Dos de los colombianos fueron hallados muertos más tarde con hasta 50,000 dólares en su poder. Pero, según dijeron los colombianos a Intriago, las “pruebas” no estaban a su alcance en ese momento. Es probable que lo que recogieron en la casa del presidente se quedara en sus vehículos, aparcados en medio de la carretera cercana. Lo que al parecer aún no sabían era que dos de esos vehículos habían sido incendiados, destruyendo todo lo que quedaba en su interior.

Hacia las cuatro de la tarde, los colombianos informaron de que la policía haitiana había empezado a disparar gases lacrimógenos contra la casa donde estaban acampados. “Garren (compañeros), paren esta mierda, si no las muertes van a ser muchas”, suplicó Capador.

“Por favor, hagan algo”, añadió Solages al chat del grupo. “¿Alguna novedad sobre la embajada de EEUU?”

Intriago respondió diciendo que acababa de hablar con el embajador canadiense y que estaba intentando ponerse en contacto con el embajador de Taiwán. Su embajada, explicó, estaba a unos cientos de metros de donde se encontraban los colombianos. Un minuto después añadió que el Departamento de Estado estaba “enviando tropas, pero tienen que pasar por algunos trámites”.

“Necesitamos que El Diamante jure (…) y que la embajada americana nos recoja. No hay otra (manera)”, respondió Rivera.

Capador añadió: “Nos están dando con punto 50 (calibre 50) […] con dos tanquetas”. “Nos tienen acorralados”.

El Presidente Jovenel Moise saluda a los miembros del Tribunal Supremo de Haití. La jueza Windelle Coq es la última a la derecha en la fila de atrás. (Crédito: Consejo Superior de la Magistratura (CSPJ), Haiti)

Bajo fuego: el ataque de la policía haitiana

Mientras tanto, Intriago y Pretel continuaban con su supuesta arremetida diplomática para rescatar a los colombianos.

A las 4:30 pm, Intriago compartió los números públicos de las embajadas de Taiwán y Venezuela. Veinte minutos después, Pretel envió el número de contacto de emergencia de la embajada de Estados Unidos en Puerto Príncipe. Pidió a uno de los miembros del grupo, ciudadano estadounidense, que llamara a la embajada y “les explicara que trabajan para CTU. Estaban en una misión para ayudar a la jueza y lo que pasó […] Quieren saber de ustedes directamente”.

Cuatro minutos más tarde, el coronel Mike le comunicó que Solages estaba al teléfono con la embajada estadounidense.

A las 5.10 pm, Intriago informó al grupo de que “me acaban de decir que están llamando de EEUU para detener el ataque”. Pidió una lista de nombres y una foto del grupo para enviarlos a las embajadas de Canadá, Venezuela y Taiwán para pedir asilo.

El gobierno estadounidense ya había hecho público que dos haitiano-estadounidenses implicados en la trama, James Solages y un antiguo informante de la DEA, Joseph Vincent, estaban en contacto con funcionarios estadounidenses y se les animó a entregarse a la policía haitiana, lo que posteriormente hicieron sobre las 6.30 pm.

Poco después de la rendición de Vincent y Solage, que no se menciona en los chats, Capador informó en el chat de grupo de que las cosas estaban empeorando. “Nos están dando con todo”, escribió. A las 8 de la tarde, Pretel informó de la primera víctima mortal, uno de los soldados colombianos. Tras una pausa de una hora, Rivera volvió a pedir ayuda. “Ya no tenemos adónde ir”, escribió a las 9.37 pm. Para entonces, los colombianos habían sido expulsados de la casa y divididos en grupos. Rivera y otros diez llegaron pronto ante la embajada de Taiwán. En el caos murieron otros dos colombianos, entre ellos Capador.

Pasadas las 10.30 de la noche, el Dr. Jean Marie informó a Intriago de que había hablado con el embajador de Taiwán y que la ayuda estaba en camino. Sin embargo, una vez más, la ayuda prometida no se materializó. Los chats de grupo muestran una actividad constante durante toda la noche del 7 de julio y hasta la mañana del 8 de julio. En un momento dado, Pretel informó de que los colombianos estaban escondidos en un depósito de agua frente a la embajada de Taiwán, esperando a que alguien les dejara entrar.

Esa noche, a las 2.14 de la madrugada, el Dr. Jean Marie envió un mensaje de texto: “Los comandos estadounidenses están de camino […] El cuerpo militar estadounidense llega sobre las 3:00 o las 3:30 de la madrugada. El equipo de avanzada ya está allí”.

No se movilizó ninguna tropa estadounidense.

Al amanecer del día siguiente, Intriago seguía suplicando al Dr. Jean Marie que ayudara a los colombianos a entrar en la embajada. “Por favor, los hombres necesitan el código de alarma de la embajada”, escribió a las 7:46 am.

No fue hasta la una y media de la tarde, unas 36 horas después del asesinato, cuando Intriago comunicó en un chat de grupo que los colombianos habían conseguido por fin entrar en la embajada. Pero, añadió, el personal de la embajada seguía sin estar presente. Sólo consiguieron entrar porque “alguien abrió la puerta y se fue”. En las conversaciones no queda claro quién pudo ser.

Para entonces, la policía haitiana ya había iniciado una operación para detener a quienes se encontraban dentro de la embajada. A las 5 de la tarde del 8 de julio, Intriago pidió al Dr. Jean Marie una actualización de los taiwaneses. “Llevamos más de una hora sin comunicación y nos preocupa su integridad”, escribió. Para entonces, todos los que estaban dentro de la embajada de Taiwán se habían rendido pacíficamente.

Taiwán ha negado haber ayudado a los colombianos a entrar en su embajada y ha afirmado que colaboró con la policía haitiana para detenerlos en cuanto tuvo conocimiento de su presencia.

Órdenes militares para el equipo de asalto de CTU la noche del asesinato del presidente de Haití. Esta pizarra muestra a los colombianos divididos en diferentes grupos. A Germán Rivera (alias Coronel Mike) y Duberney Capador (alias Manuel) se les encargó escoltar a dos fiscales haitianos (nombres desconocidos). (Crédito: Cortesía de familiares de uno de los contratistas de seguridad colombianos.)

Epílogo

En las 24 horas siguientes, la policía haitiana detuvo a todos los colombianos menos a uno. El único individuo que consiguió eludir la captura, Mario Palacios, fue detenido meses después en Jamaica y enviado a Estados Unidos.

Con el equipo de CTU en Haití bajo custodia, las fuerzas del orden -de Haití y de Estados Unidos- no tardaron en empezar a tocar puertas.

A las 7.30 pm del 9 de julio, Intriago escribió que había recibido una llamada de “Sami”, aparentemente una referencia a Samir Handal, el hombre que había alquilado oficinas a Christian Sanon. “Se lo han llevado todo… se han llevado los ordenadores… incluido Sanon”, añadió una hora y media después. “Oooo rayos”, respondió Pretel.

Incluso mientras se producían las detenciones, Intriago y Pretel parecían confusos sobre lo que había ocurrido realmente en los días anteriores. “Hay que estar seguros de que nos dicen la verdad”, escribió Intriago poco después de las nueve de la noche.

“Claro, tenemos que confirmar todo”, respondió Pretel. “Si tomaron decisiones erradas enfrentaran consecuencias”.

Intriago, que para entonces estaba de vuelta en su casa de Miami, envió un mensaje de texto en inglés a uno de los chats a las 10:33 pm. “En mi puerta [hay] dos personas que dijeron [ser] agentes federales”, escribió.

“¿Qué vas a hacer?”, respondió el Dr. Jean Marie.

“No sé si realmente lo son”, respondió Intriago.

Intriago, Pretel y Veintemilla pasarían los días siguientes siendo interrogados por agentes del FBI y de la división de Investigaciones de Seguridad Nacional. Los tres decidieron cooperar, entregando sus teléfonos y ordenadores a los agentes.

Intriago y Veintemilla han mantenido su inocencia desde el principio de la investigación, alegando que fueron engañados por desconocidos en Haití que inculparon a los colombianos. Pretel no ha hecho declaraciones públicas. Muchos de los colombianos también afirman que fueron engañados, alegando que el presidente ya estaba muerto cuando entraron en la casa. Después se su captura, varios de los exmilitares que entraron en la residencia de Moise admitieron haber llevado a cabo el asesinato en entrevistas con los investigadores. Ahora niegan esa versión, afirmando que las confesiones se obtuvieron bajo tortura.

Intriago emitió una declaración pública poco después del asesinato en la que afirmaba que él y Pretel habían mantenido reuniones con agentes del FBI en la oficina de la CTU en las que se discutieron sus planes de “cambio de régimen” en Haití. A principios de este año, esto fue confirmado por el FBI, aunque la agencia dijo que sus agentes declinaron estar implicados. Los abogados de Intriago han afirmado que su cliente actuaba bajo la creencia de que el gobierno estadounidense apoyaba sus esfuerzos en Haití.

A Arcángel Pretel le gustaba presentarse como un exmilitar con muy buenos contactos en Washington. En esta foto está de pie delante del ‘Muro de Honor’, en el Aeropuerto Internacional de Miami en el que figuran un mosaico de logotipos de varias ramas de las fuerzas militares estadounidenses. (Crédito: David C Adams)

Pero no fue hasta el 14 de febrero de este año, más de 18 meses después del asesinato, cuando finalmente fueron detenidos y acusados de planear el asesinato de Moise.

Aunque las autoridades haitianas emitieron posteriormente órdenes de detención contra la jueza Coq y Badio, ambos siguen en libertad y han hecho declaraciones en las que niegan su implicación en la muerte de Moise.

En ocasiones, los autores han corregido errores tipográficos evidentes en las transcripciones de los chats para mayor claridad.

Este artículo se actualizó el 4 de mayo para reflejar la respuesta del gobierno canadiense.

--

--

David C. Adams
0 Followers

British-born, now Miami-based, journalist. Previously Univision News, Reuters, Tampa Bay Times.