Carol Kaye: un nombre grabado en la historia de la música

Publicado originalmente el 16 de agosto de 2014

Acompañada de su bajo Fender Precission (el único modelo que utiliza desde sus inicios) y una guitarra Gibson L-10, presta a contestar cualquier pregunta acerca de su trayectoria como una de las más importantes músicas de sesión de la historia, así aparece Carol Kaye en el Skype (desde donde imparte clases hace tres años a quien se lo pida) para la entrevista.

Para respaldar lo de “más importante de la historia” bastan algunos títulos y nombres: el bajo que se escucha en el disco Pet Sounds de los Beach Boys (elegido el segundo mejor álbum de la historia por la Rolling Stone, el bajo que le gustaba a Paul McCartney) le pertenece; esa tan sencilla como única línea de bajo en These boots are made for walking, de Nancy Sinatra, es de su autoría; todo el ‘groovie’ del bajo en la mítica Light my fire, de The Doors, es suyo; la tranquilidad de la guitarra que acompaña la voz de Sam Cooke en Summertime y la guitarra rítmica que se escucha en La Bamba, de Ritchie Valens, llevan su firma; y el bajo de Games people play, de Mel Tormé (realizado de forma accidental, cuentan), es de su propiedad.

Esto no es ni el 1% de todo lo que hizo Kaye, de 79 años: más de 40.000 grabaciones en unas 10.000 sesiones, la mayoría de ellas durante la época de oro del rock and roll, desde finales de los 50 hasta comienzos de los 70, con todas las bandas y músicos que se puedan imaginar (agregar a la lista temas para Elvis Presley, colaboraciones con Quincy Jones y Lalo Schifrin).

Del jazz al rock

Kaye, a mediados de los 50, era una talentosa música de jazz, de las pocas que habían. “Esos fueron los años del jazz, fueron buenos porque las mujeres demostramos que podíamos tocar tan bien como los hombres”, dice la música desde su casa en Rosemond, un pequeño pueblo de California.

“Cuando empezó la época del rock and roll, las mujeres pararon. Yo era la única mujer tocando en la sección rítmica en los estudios”, indica Kaye.

El rock aparece y Kaye empieza a trabajar duro para grabar esos discos que convertirán en ídolos a tantas personas. “¡La mayor parte del rock de los 50 y los 60 fue hecho por músicos de jazz!”, exclama Kaye, y explica lo fácil y divertido que resultó tocar todo lo que se le pedía al comienzo, gracias a su experiencia (y en medio de la entrevista toma su guitarra para mostrar cómo eran las bases que tocaba en el rock y las compara con las del jazz).

Para Kaye no resultó ningún problema ser mujer en esos tiempos, es más, las compañías de discos la llegaron a nombrar como ‘la número uno’, porque era la primera opción si se necesitaba producir algo: “Si ellos querían grabar un disco exitoso, me llamaban. No tenía nada que ver con ser hombre o mujer. Era más como ‘¿podés hacer que la disquera gane mucho dinero?’”, dice Kaye.

Kaye señala que la música creada junto a sus compañeros en los estudios se hacía de una manera tan cuidada que después las bandas para las que trabajaban tenían dificultadas para interpretarlas en el escenario.

“Para grabar bien uno tiene que acoplarse. Nosotros tocábamos muy bien juntos. Uno no gana experiencia en el rock, lo hace en el jazz. Toma muchos años en aprender a tocar bien un instrumento, no solo un poco de fraseos; pero los rockeros subían al escenario y ganaban millones de dólares tocando esos fraseos, cuando éramos nosotros los que hacíamos la música”, señala.

Disfrutó mucho tocando blues, compartir con Ray Charles, participar en bandas sonoras para películas y series.

La droga negra

Hija de músicos profesionales, Carol a sus 14 años ya enseñaba a tocar la guitarra. Con otros músicos hacía pequeñas ‘giras’ por los bares nocturnos de Los Angeles a comienzos de los años

50. Se convirtió en música de estudio en 1957, cuando le pidieron que reemplazara a otra persona. Empezó con la guitarra, después fue el bajo, el de cuatro cuerdas, el de seis, luego el de doce.

Su página web menciona a grandes compañeros de sesión, entre ellos Earl Palmer y Al Casey. Se pasaba días en el estudio apoyándose solo con el café: “No era sencillo estar tocando toda la noche, así que tomábamos mucho café. ¡El rock and roll de los 50 y 60 fue grabado con mucho café!”, comenta Kaye.

Nada de discos hecho bajo los efectos de las drogas y esas historias oscuras. Carol habla siempre fuerte y claro, sin titubear: “Los que compraban los discos sabían que los grupos de rock tomaban drogas ¡Pero ellos no grababan los discos! ¡nosotros los grabábamos para ellos!”, Kaye ríe y continúa: “En esa época nadie grababa sus propios discos, ni los Beach Boys ni The Monkeys ¡Éramos nosotros! ¡Café, nosotros tomábamos café! ¡El café era la droga!”.

El productor o el compositor le daba una pista a Carol de lo que quería y ella ponía su parte en el trabajo final, ese era uno de sus méritos, por eso llegó a ser una de las mejores pagadas de entre los 400 sesionistas que existían entonces.

“El dinero estuvo muy bien, en un punto yo ganaba tocando más que el presidente de los Estados Unidos. Esos años el presidente ganaba $us 68.000 y yo llegué a ganar $us 74.000. Los estudios pagaban muy bien, pero ahora están cerrando por los sintetizadores, las drogas y la piratería.

Cuando la gente descarga música gratis mata la industria ¿Para qué gastar dinero haciendo una buena grabación para que la roben?”.

Malas palabras

Si bien Kaye grababa todo lo que le pedían, no importara la letra de los temas (“las palabras no tienen nada que ver con la música”, dice), también tuvo algunas ‘malas experiencias’. Después de colaborar con Frank Zappa en su álbum Freak Out! abandonó las jornadas del Absolutely Free.

Zappa se descuidó y la bajista vio las letras. “Eran canciones pornográficas, con malas palabras. Yo estaba criando tres niños y nos iba a mantener con eso. Era como ver una película de sexo. No quería que mis hijos supieran que hice eso. Le dije a Frank que no podía hacerlo y me despedí. Él entendió, fue muy amable”.

Kaye no sigue ni le interesa lo que se haga hoy en la música, todo le parece una porquería (en medio de la entrevista toma la guitarra y toca un monocorde “la la la la la” refiriéndose a la música actual; y luego entona de manera delicada el primer verso de la canción Stardust de Frank Sinatra, y dice: “Lo que quiero escuchar es eso”), aunque hace algunos años colaboró con Mathew Sweet y Frank Black.

El reconocimiento

Después de 13 años de tocar rock a tiempo completo, a comienzos de los 70 Kaye se cansó y se retiró para dedicarse a escribir libros y enseñar las técnicas del bajo. “Cuando eres músico de jazz te cansas del rock. Las sesiones significaban mucho dinero y lo necesitaba para cuidar a mi madre y a mis hijos, pero me cansé”. En esa época le detectaron artritis, la derrotó y ahora no tiene ningún vestigio de la enfermedad. En los 90 volvió a los estudios, pero solo aceptó trabajos que le gustaban.

De sus tres hijos, solo el varón quiso ser músico, es baterista de jazz. Carol nunca lo incentivó a que integre bandas de rock. “Vi morir a demasiados rockeros por las drogas ¿Cómo le voy a decir que toque esa música?”, pregunta.

Carol ama enseñar, tiene 30 libros escritos y se han vendido por millones. Sting y Jaco Pastorius son solo dos de los que aprendieron con sus métodos. Dio clases personalizadas a cientos y en su página web siempre lanza tips musicales. “La clave para tocar bien es conocer bien los acordes y las notas”, y nuevamente toca su guitarra: “Este es Do, este Re, Mi”.

“Es importante enseñarle a los músicos cómo tocar bien, así ellos pueden crear felicidad para la gente”, Carol hace una breve pausa y añade: “Y hacer dinero. Es importante hacer dinero y si tú no puedes tocar bien no harás nada de dinero. Es importante para los músicos ser bien pagados y admirados”, enfatiza.

Kaye siempre quiso tocar bien, primero, y ganar un buen dinero, después, el reconocimiento no le interesaba. “Hay que entender una cosa: la gente que se subía al escenario quería ser estrella, nosotros estábamos afuera tocando jazz, era todo lo que queríamos hacer. Nosotros no éramos estrellas del escenario. Éramos músicos de verdad”.

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Entrevistas Brújula EL DEBER (2012-2018)
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Autor: Adhemar Manjón. Todas estas entrevistas las realicé para el suplemento cultural Brújula del diario EL DEBER (Bolivia) entre 2012 y 2018.