Bitcoin: la mayor estafa de la historia.
Comienzo con señalar esta parte del título “la mayor estafa de la historia”, la cual va en alusión a las palabras dichas por Bill Harris en 2018; CEO de Paypal en ese entonces. Y es que tomando en cuenta que dos años después, la empresa decide permitir a sus clientes tener, comprar y vender bitcoins (y otras criptos) en sus respectivas cuentas; podemos llegar a la conclusión que Bill Harris estaba equivocado y que esta tecnología avanza rápidamente para crear una realidad de la que a día de hoy, muchos no pueden imaginar. Sin embargo leemos tweets, escuchamos datos o vemos notas de gente ofreciendo recompensas millonarias para aquel o aquellos que encuentren su CPU lleno de bitcoins que tiraron hace años a la basura. Con todo y eso, seguimos conservando y acumulando ese miedo envuelto por esta duda: ¿qué es bitcoin?
Trataré de comenzar con una muy simple y limitada definición, la cual sería: “una moneda digital cuya distribución es a base de una red de persona a persona (p2p), sin ninguna intervención regulatoria o necesidad de realizarlo a través de un tercero ya sea nación o institución financiera.” No obstante, querer entender mas a fondo esto conlleva una retrospección a un marco histórico y una introducción a temas técnicos y de tecnologías novedosas.
Dicho esto, es difícil elegir un punto de partida para empezar a dar una buena explicación de fondo, por lo que en esta ocasión creo prudente primero definir el contexto de bitcoin en el mundo actual; partiendo de la historia de lo que a día de hoy definimos como dinero. Si bien, con el paso de los años nuestra economía ha tenido una tendencia por expandirse o como comúnmente llamamos: globalizarse. Esto quiere decir que pasamos de movernos en un mercado directo conformado por habitantes de una comunidad (trueque), a un mercado indirecto. Por mercado indirecto me refiero a un mercado con mayor alcance para interactuar con gente desconocida pero capaz de adquirir un bien que vendemos o prestar un servicio que solicitamos. Sin embargo en ese proceso de estructuración surgieron diversos problemas, los cuáles radicaban en las coincidencias de escalas, tiempo y de ubicación. Estas coincidencias van desde la nula posibilidad de dividir un producto para pagar otro ( ej. 1/2 caballo por un 5 gallinas), conservar productos perecederos (ej.leche) e intentar vender un bien imposible de transportar a otro lugar (ej. bienes raíces). Ante esas cuestiones, entra nuestra controversial figura: el dinero. Es así como Saifedean Ammous, define a la necesidad del dinero como “una solución mucho más eficaz y materializada a través de un único instrumento de cambio para que todos canjeen sus bienes por el mismo”. En pocas palabras, un bien al que se dota de papel de instrumento de cambio (ampliamente aceptado), se denomina dinero. En este sentido, la cuestión que ha permanecido a lo largo de la historia radica en definir que cosa podrá fungir como ese instrumento de cambio. La economía ha presenciado por decir algunos ejemplos, instrumentos de cambio como conchas, las piedras de Rai en las islas de Yap, las cuentas de vidrio aggry en África occidental y metales como el oro y la plata. Dicho lo anterior, es aquí dónde daremos apertura a definir lo que por excelencia tiene potencial para ser el siguiente instrumento de intercambio/medio de pago de esta era digital. Es aquí donde pondremos en escena a bitcoin.
En el año 2008, se da el comienzo de un fenómeno que daría apertura a una era post-internet a través del whitepaper de bitcoin emitido por Satoshi Nakamoto. Cabe recalcar que a día de la publicación de este artículo, no se sabe quién o quienes están detrás de este nombre, proyecto y revolución. Y sí, digo revolución por la creación de bitcoin, que en resumidas cuentas es una moneda digital cuyo funcionamiento y circulación es utilizando una red usuario-a-usuario mediante un consenso distribuido (Blockchain) y no a base de confianza. Por confianza hago énfasis a que antes de bitcoin, todos los movimientos transnacionales y financieros eran llevados a cabo a través de terceros de confianza; es decir intermediarios financieros como bancos o multinacionales de servicios financieros como Visa y Mastercard. Toda esta dependencia y centralización financiera ha aumentado por el comercio en línea y como antes mencionábamos el mercado indirecto. El control y centralización de estos servicios financieros han dado alarmantes estadísticas en temas de fraude en línea. Como claro ejemplo según lo dicho por la Asociación de Internet MX, durante el confinamiento los fraudes en línea aumentaron de un 25% a un 40% en México. De la misma forma, realizar operaciones a través de terceros conlleva un tema de datos personales y de transaccionales; es decir que al llevar esas entidades sus propios registros contables, los jugadores deben confiar que el tercero (institución financiera) hará lo correcto. Por consiguiente hablamos de una centralización transaccional e informática que origina el gran problema del doble-gasto; esto implica que una misma moneda digital puede gastarse más de una vez debido a que cada moneda consta de un archivo digital que puede duplicarse o falsificarse. Como resultado, es aquí donde mencionamos la Blockchain o también conocida como cadena de bloques. Antes de introducirnos a la parte técnica, me remito a esta comparación dicha por Alex y Don Tapscott:
“Los datos de las blockchain difieren de los datos de internet en una cosa fundamental. En internet, la mayor parte de la información es maleable y fugaz, y la fecha y la hora exactas de su emisión no son esenciales para la información pasada o futura. En el sistema blockchain el movimiento de bitcoins por la red queda registrado en todo momento desde que se acuñan. Para que un bitcoin sea válido, debe remitirse a su propia historia y a la historia de la blockchain. En consecuencia, la cadena debe preservarse en su identidad.”
Conforme lo dicho por los Tapscott, podemos de manera simple intuir que la Blockchain es una especie de libro público. Este libro al ser público es descentralizado, esto quiere decir que no está regulado por una institución o gobierno y que es anónimo; esto conlleva a un forzoso seguimiento de pasos, los cuáles serán automatizados a través de la firma electrónica (hash) del usuario que realiza la operación. Por lo tanto, este registro es necesario para seguir la cadena de bloques, ya que fungen como marcas de tiempo que determinan la transacción más temprana. Una vez puesta la firma (hash); esa primera transacción será la que cuenta, por esa razón serán de poco peligro los intentos de doble-gasto que se llegaran a querer producir. Es así que estamos hablando de una garantía de hacer transacciones no reversibles, pues a diferencia de las instituciones financieras; estas no pueden evitar mediar disputas.
En vista que hemos precisado en palabras simples lo que es el libro mayor (cadena de bloques); es de suma importancia precisar la parte técnica que nos permite llegar a esto. Y es que para llegar a esta inmutabilidad, publicidad y anonimidad se necesita lo que coloquialmente es conocido como “proceso de minado” o “minería” y técnicamente como “Proof of Work”. En relación con esto, podemos decir que la principal función de Bitcoin es de verificación y sólo con eso se puede eliminar la necesidad de un tercero de confianza. Por consiguiente cada vez que un miembro realice una transferencia, todos los integrantes pueden comprobar si esa persona es capaz de realizar dicha tranferencia. Es ahí donde entran los “nodos”, los cuales compiten por ser los primeros en actualizar el registro contable con un nuevo registro de transacciones cada diez minutos. Asimismo para realizar esta acción, cada nodo deberá resolver un complejo problema matemático; el cual una vez ya resuelto y validado, los nodos incluirán transacciones para que se añada un nuevo bloque al anterior y así solucionar la prueba de trabajo de este nuevo bloque. Estos “nodos” o “mineros” al anunciar la solución correcta, obtienen como recompensa un premio de criptomoneda. En concordancia con lo explicado, podemos analizar de manera sintetizada el proceso de minería conforme a lo que Don y Alex Tapscott definen:
“Juntar un bloque de transacciones, gastar recursos, resolver el problema, alcanzar consenso, guardar una copia de todo registro.”
Después de todo, aunque Satoshi Nakamoto nunca expresó algún principio que rige esta tecnología, creo que una vez consultadas las bases técnicas y teóricas; podemos ver de una manera implícita los siete principios esenciales de esta plataforma tecnológica: integridad en la red, poder distribuido, valor como incentivo, seguridad, privacidad, derechos reservados y por supuesto la inclusión.
Otro punto que es de suma importancia tocar, es el tema especulativo y volátil bitcoin. Y es que conforme he ido estudiando más al ecosistema, he caído en cuenta de un gran miedo y escepticismo que la gente tiene sobre esta criptomoneda. Es por eso y más que debemos precisar que aparte de medio de pago, bitcoin ha adoptado un carácter de reserva de valor y por ende se considera que bitcoin realiza estas dos funciones. De igual manera, es de vital importancia recalcar que bitcoin es la primera criptomoneda de las más de 4,000 existentes a día de hoy; así que debemos tomar en cuenta que no todas son iguales y que cada una tiene una función, supply y protocolo diferente. Por consiguiente, precisaré dos características que bitcoin tiene para dar certidumbre ante su conducta volátil. Estas características son perfectamente equiparables con el oro y son factores determinantes de que a día de la publicación del presente artículo, sólo un bitcoin ronde los 47,000 dlrs(955,016 pesos). Estas características son:
- - Escasez: La primera sería ese supply limitado que ambos manejan. Pues según datos del WGG, se han extraído alrededor de 170.000 toneladas de oro. De igual manera bitcoin cuenta con ese margen limitado pues no existirán mas de 21 millones de unidades hasta el año 2140.
- No falsificable: El oro tiene una composición química la cuál le brinda un color único y el estatus como uno de los metales más densos. Es por ello que falsificar el oro es sumamente difícil. Por otra parte, bitcoin como venimos diciendo cuenta con la innovación de la cadena de bloques. La blockchain hace que sea casi imposible la replica o falsificación debido a su función de verificabilidad.
Siendo honestos, no suena tan descabellado pensar en un mundo financiero respaldado en patrón bitcoin y patrón oro. Ahora tocando el tema de disponibilidad para adquirir bitcoins, es más fácil de lo que parece. Todo se puede lograr mediante un celular o computadora. Una de las maneras más fáciles y seguras de comprar bitcoins, es a través de plataformas de intercambio mejor conocidas como exchanges. Estas cuentan con su wallet para guardar tus criptos; pueden ser centralizadas o descentralizadas, de los más populares y que personalmente recomiendo serían: Bitso, Binance, Liquid y Coinbase.
Finalmente, creo que viendo el fondo que hay detrás de bitcoin; podemos encontrar una solución a las muchas limitaciones y debilidades del sistema financiero actual. Una de las mas preocupantes, es el hecho que a día de hoy alrededor de dos mil millones de personas no cuentan con acceso a servicios financieros. Mas que un juego especulativo, creo que debemos ver a bitcoin como la introducción a un mundo de muchas alternativas para el desarrollo, la inclusión, transparencia y certeza de nuestros derechos sociales, patrimoniales y humanos. Estamos siendo partes del comienzo de una tecnología que tendrá papel de esperanza a las tantas personas que son víctimas de la exclusión y de obstrucción de recursos por gobiernos corruptos. Creo firmemente que en diez años, el sistema blockchain tendrá la relevancia que el internet tiene a día de hoy; todo esto coincidiendo con la conclusión de numerosos estudiosos de la materia: “todo es blockchain o al menos todo lo será”.
Bibliografía:
- Don Tapscott & Alex Tapscott. (2016). Blockchain Revolution. Nueva York: Penguin Publisher Group.
Saifedean Ammous. (2018). EL PATRÓN BITCOIN. Nueva York: DEUSTO S.A. EDICIONES.
Rocío Haydee Robles Peiro. (2020). Ley Para Regular las instituciones de tecnología financiera; Contexto, contenido e implicaciones. Ciudad de México: tirant lo blanch.