Nunca más

Afotoquimico
2 min readOct 17, 2016

--

Bajo mis pies, el suelo crujía y el aire levantaba una fina nube de polvo. Allá donde mirase, gente de rostros borrosos y gestos que no era capaz de interpretar me rodeaba. Hacía calor, pero el sudor que bajaba por mi espalda era frío como el hielo. Mientras caminaba, absorbido por la marabunta, podía sentir el brutal esfuerzo del aire abriéndose paso por mi garganta seca para apenas llegar a los pulmones. Estaba rodeado de gente, pero totalmente solo.

Me dejaba llevar y a cada paso, al acercarme, tenía la irreal sensación de estar cada vez más lejos. Mi mente levitaba cual faquir sobre el mundo tangible hasta que la presión sobre mi pecho me hizo despertar de golpe. En décimas de segundo, mis sienes palpitaban y podía visualizar cómo la aceleración hacía que mi cerebro rebotara de izquierda a derecha y de atrás hacia adelante en un cráneo que cada vez me parecía más pequeño. Quería escapar, huir, pero estaba atrapado. Mis brazos entumecidos por el esfuerzo. Las piernas doloridas por la adrenalina que les ordenaba salir corriendo cuando no podían moverse ni un milímetro.

El miedo me atenazaba. En segundos que parecieron horas todo me daba vueltas y la sensación de caer al vacío se hizo infinita mientras que un grito ahogado se escapaba de mi boca. Y de pronto llegó la calma. Los colores y las formas se trazaron frente a mis ojos, mis músculos tomaron control de sí mismos y lentamente, casi flotando sobre el suelo, el mundo se hizo real y fui consciente de lo que acababa de vivir.

— No voy a volver a montar en una montaña rusa — dije a mi acompañante — . Nunca más.

___________________

Este relato está basado en una historia real que le ocurrió al autor en un parque de atracciones, de cuyo nombre no quiere acordarse, hace demasiado poco tiempo como para haberla olvidado.

--

--