ANÁLISIS: Agónico Desfile Centroamericano de Suffolk

AHN
3 min readSep 7, 2015

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Las calles lucían desoladas. La desorganización era evidente. En palabras del primer salvadoreño-americano electo en el estado de Nueva York, el vicealcalde del municipio de Babylon Tony Martinez, el ambiente era similar al de un entierro. A pesar que los organizadores insisten en destacar el crecimiento demográfico de la comunidad centroamericana, con especial énfasis en la comunidad salvadoreña, lo único evidente el domingo fue la falta de poder de convocatoria que estos tienen. Se afirma esto porque hace 11 años para la primera edición del evento con un poco menos de 2 meses de organización, los encargados del desfile y festival de aquel entonces lograron reunir más de 25,000 personas a pesar que el permiso fue otorgado sólo 72 horas antes del evento.

¿A qué se debe el fiasco? ¿Cuáles son las causas del declive de la participación en los desfiles y festivales? ¿Por qué decayó la asistencia de un máximo de más de 125,000 asistentes en el 2006 a un aproximado de 1,000 personas en el 2015? ¿Qué se puede hacer para volver a lograr la época de oro del desfile? Se dice que para poder rectificar una situación se debe hacer un análisis a fondo de lo que ha ocurrido para poder encontrar fallas, establecer responsables y poder hacer una hoja de ruta para poder enderezar y volver al sendero del éxito.

La organización del desfile y festival Centroamericano de Suffolk ha sufrido una serie de mutaciones que si bien no se han dado a conocer públicamente, los diferentes resultados han puesto en evidencia el antes y el hoy. Lo que surgió al inicio como un esfuerzo para sacar a la comunidad centroamericana de Suffolk de la sombra del anonimato degeneró en los años recientes en un esfuerzo para satisfacer la necesidad de figurar de algunos personajes oscuros y para algunos otros hacer negocios sin dar la cara y sin rendir cuentas a la comunidad ni al fisco. El verdadero espíritu del esfuerzo colectivo se perdió. Ni las mismas autoridades consulares que están llamadas a promover la preservación de la herencia cultural de la comunidad han sido lo suficientemente visionarios, participativos y transparentes para lograr el objetivo unificador y de hacer crecer cualitativamente a nuestra comunidad.

El examen de conciencia necesario para poder dar el siguiente paso debe hacerse ya. No se puede permitir que personajes que claramente han demostrado no tener el poder de convocatoria ni la capacidad necesaria para dirigir la organización de este simbólico e importante evento lo sigan destruyendo. La fórmula es simple: Cuando los autonombrados dirigentes no generan los resultados necesarios, es momento de hacerlos a un lado.

Indudablemente no es fácil lograr los 125,000 asistentes del 2006 pero con la mitad de ese número logrado por el primer comité organizador, la mayoría de gente estuviera feliz y satisfecha. En los 7 años que distintos grupos a los fundadores han organizado el evento, la máxima asistencia que registran de acuerdo a reportes es de 7,000 asistentes, es decir el 5% de lo logrado en los primeros 4 años del evento.

De no ser por la asistencia de los familiares de los miembros de grupos que participan con un interés honradamente genuino tales como la banda El Carbonero, el Comité Salvadoreño Independiente, la escuela de Tae Kwon Do del maestro Porfirio Álvarez y las escuelas de baile, la asistencia no hubiese alcanzado ni las 500 personas, es decir ni un 0.5% de la población salvadoreña que vive en Long Island.

Los resultados del día de ayer deben ser una llamada de atención para un sin número de organizaciones y personas comprometidas con las causas comunitarias quienes por lo que se ve semana a semana en los medios locales tienen mejor y mayor capacidad organizativa que los actuales organizadores. Sería una vergüenza colectiva que el esfuerzo que un día rompió todos los récords de asistencia en Long Island siga siendo destruido por intereses mezquinos. El futuro es brillante si personas con credibilidad, trayectoria honesta y capacidad unificadora las cuales abundan en la comunidad centroamericana se ponen manos a la obra. Es tiempo de mostrar nuestro orgullo cultural y de nuestras raíces, es tiempo de rescatar el desfile. ¡Sí se puede! [AHN]

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