Día de la mujer en el Banco del Libro

Alicia Ponte Sucre
12 min readMar 8, 2022

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Alicia Ponte-Sucre

Caracas Venezuela 08 de marzo de 2022

Niña lectora, Alicia, 1955- La antesala de Caja de Agua. Imagen libre de Google

Cuando Olga González y María Beatriz Medina me contactaron para que les diera nombres de potenciales participantes en este coloquio en el marco del día de la mujer en el Banco del Libro en Caracas, les ofrecí algunos, de damas a quienes admiro y pensé que podían brindar información interesante desde el punto de vista de la ciencia, la historia y el arte.

Pero no, ellas me querían a mi…Aceptar representó un tremendo reto ya que soy una aficionada a la escritura infantil desde un ámbito indefinible que está entre mi imaginación y mi amor por la ciencia. Pero acepté el desafío y aquí estoy…y les dije en tono jocoso que habían despertado un monstruo y no sabía que podía salir de allí.

Y por qué un monstruo, se preguntarán ustedes… y les respondo…porque su petición me remontó a años muy lejanos en los cuales yo tenía, inicialmente, escasamente 7 años de edad, y acababa de aprender a leer y descubrir ese mundo maravilloso en el cual me sumergía, y del cual me era difícil salir, hasta la actualidad, la lectura.

Mis primas eran bastante más grandes que yo… y jugar con ellas era difícil porque yo era más una muñeca que una compañera de juego y mis primos chiquitos eran demasiado pequeños y ellos eran más mis muñecos que compañeros para jugar, y además los más cercanos eran varones, con las implicaciones que eso tenía.

Pero…entonces, la antesala de mis abuelos maternos se convirtió en mi sala de juegos…y allí ¿qué me encontré?, nada menos y nada más que la colección de libros infantiles que mi abuela Mama-Alicia se había traído de Francia, donde ella había nacido (ella nació antes de 1900 y siempre fue una gran lectora). Ese, su mundo, era un mundo que oscilaba entre la fantasía y la realidad, decorado con la usanza de mediados y finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, volcado en historias escritas por la llamada Condesa de Ségur. Junto con los de la Condesa de Ségur, las obras Monteiro Lobato y la Enciclopedia Británica eran mis amigas preferidas.

Nosotros vivíamos frente a mis abuelos en el Centro de Caracas, por lo cual cada vez que quería cruzaba la calle y los visitaba y me zambullía en la antesala. Me encantaba refugiarme allí. Me hechizaban las inmensas sillas de madera -como poltronas- en las cuales al sentarte en el borde de arriba ¡suaz!, te deslizabas hacia atrás como si fuera un tobogán. Mi abuelo, Papá-Andrés se sentaba en la que quedaba a la entrada a mano izquierda. Me encantaba recostarme de él y ver juntos la televisión. En la antesala también estaba una mesa cerca de la ventana, y un picó (como se llamaban los tocadiscos en esa época) y una mesa en el centro donde estaba colocada La Loba (Luperca o Loba Capitolina), escultura pequeña en bronce que muestra a Rómulo y Remo siendo alimentados por el cariñoso animal que los encontró a orillas del río Tiber. Esta imagen hoy en día me permite sentir cómo los libros que estaban en la biblioteca de mis abuelos me alimentaban en aquella época.

Imagenes libres tomadas de Google o fotos tomadas por la autora

¿Pero, y quién era la Condesa de Ségur? ¿Y Monteiro Lobato?

La Condesa de Ségur era realmente la Condesa Sophie Fiódorovna Rostopchine, nacida en San Petersburgo en 1799, hija del conde de Rostopchin quien fuera ministro de relaciones exteriores de Rusia con el Zar Pablo I, y quien debido a diversas situaciones de esa época tuvo que exiliarse desde 1814, durante el reinado del Zar Alejandro I. El conde llegó a Francia en 1817. Allí Sophie se casó con Eugène Henri Raymond, Conde de Ségur en 1819, tuvo 8 niños y multitud de nietos.

La condesa de Ségur escribió su primera obra cuando tenía 58 años y sus historias mezclan fantasía y moral sobre los peligros que afrontan los niños en su vida cotidiana. Se considera una de las pioneras de la literatura infantil moderna. Las novelas de la Condesa de Ségur se publicaron por primera vez ilustradas por Hachette (editorial fundada en 1826) entre 1857 y 1872, y en la denominada Biblioteca Rosa (fundada también por Hachette en 1856 y dedicada a libros juveniles e infantiles). Esta editorial celebró su 150 aniversario en 2006 (Nota 1).

Imágenes libres tomadas de Google

Por otra parte, José Bento Renato Monteiro Lobato nació en Sao Paulo en 1882 y fue uno de los más influyentes escritores de literatura infantil de Brasil durante el siglo XX. Es considerado uno de los más importantes pioneros e innovadores de la literatura infantil y su distribución a todos los rincones de su país. Muy inteligentemente, hacía que los escritores de las provincias fueran sus “socios” por lo cual creó una red de distribución que significó un “ganar-ganar” para todos. Sus libros han sido muy queridos por su carácter educativo y divertido, como es el caso de las historias de El Rancho del Pájaro Amarillo, con las aventuras de Perucho y Naricita, junto a su muñeca de trapo, Emilia, el sabio Vizconde de la Mazorca y el rinoceronte Quindín (Nota 2).

Imágenes libres tomadas de Google

Todos los personajes de la Condesa de Ségur y de Monteiro Lobato eran mis compañeros de juego, eran los protagonistas de mis aventuras imaginarias, quienes me protegían, me enseñaban, con quienes reía, con quienes lloraba… en fin.

Cuando entraba en la antesala de mis abuelos y abría el escaparate con puertas de vidrio donde estaban los libros, me costaba decidir cual escoger: Mi hermano Garabato, Las niñitas modelo, El General Dourakine, Las desgracias de Sophie, Historia de un asno, Un diablito bueno, Las vacaciones, todos de la Condesa de Ségur…o, Emilia en el país de la gramática, Emilia y el Minotauro, Las fábulas de Esopo, Las aventuras de Naricita, El Benavente amarillo, Las historias de Doña Benita, de Monteiro Lobato…

Y cuando me aburría de ellos, pues ahí estaban las Aventuras de Tom Sawyer, o La Cabaña del Tío Tom, o Ivanhoe, o Los tres mosqueteros, o 30 años después…y la Enciclopedia Británica donde buscaba los conceptos y la geografía de los lugares que se mencionaban en los libros y no conocía, porque si le preguntaba a mi abuelo…me decía muy serio…búscalo en la enciclopedia o en el diccionario. Así, también leía sobre países tan lejanos como Australia, China o Japón; y pensaba… algún día seré grande y los visitaré…

Aquí introduzco una nota al margen, hasta hoy siento que el libro más fascinante que he leído es el diccionario, disfruto una enormidad entrelazando palabras y encontrando significados que por lo general se me olvidan pero que encontrarlos de nuevo me encanta. Podría pasar horas leyendo y aprendiendo, incluso la sonoridad de unas palabras es tan graciosa que estimulan mi imaginación.

Retomando mi relato, escogía entonces uno de los libros del escaparate, inhalaba ese olor tan característico de los mismos y más los libros viejos, lo acariciaba y me sentaba en el borde del Ture de mi abuelo y saz…me echaba hacia atrás. Y a leer. Los pies por supuesto no llegaban al suelo y quedaban apoyados en el borde de la silla. Muy cómoda (Nota 3).

Y así, fui creciendo entre fantasía, geografía, ilusiones, historia y realidad…

Esto no quiere decir que no jugaba con mis primos una vez que comenzamos todos a crecer. Éramos una patota inmensa que disfrutábamos de la casa de nuestros abuelos, que además quedaba en la zona limítrofe entre la Parroquia de Altagracia y la Parroquia La Pastora. Era una casa mágica, un patio de juego inmenso y largo y de varios niveles.

Eso propició situaciones adicionales que permitieron que la curiosidad por el entorno y por la lectura y la música se fuesen desarrollando en mi simultáneamente. El tío Gonzalo de pronto nos sentaba a los sobrinos en el patio y nos leía mitología griega, o las tías Mimi y Beatriz, colocaban música, ópera, o zarzuela, o música pop del momento en el picó de la antesala, o el tío Andrés nos llevaba a excursiones por El Avila, La Pastora, o el Centro de Caracas…Un mundo de juego y aprendizaje.

Como si esto fuera poco, cuando visitaba a mis abuelos paternos, una casa en El Paraíso con un patio lleno de árboles frutales, entre los cuales recuerdo mucho Guayaba y Naranja con sus característicos olores, la tía Inés, hermana de mi abuelo, nos contaba sus andanzas por Venezuela en pro del bienestar social de los desasistidos, en muchas ciudades y pueblos del país; siempre tenía historias interesantes que contar.

Ella vivía en el segundo piso de la casa de mis abuelos y a su cuarto se llegaba por una especie de escalera de caracol insertada en el centro de la casa como si fuera la de un campanario de iglesia. Subir esas escalinatas para visitarla y escucharla era una experiencia llena de misterio y a la vez de excitación. Falleció antes de que yo cumpliera 12 años de edad.

Es decir, que, durante mi niñez, el límite entre la realidad y la fantasía en mi mundo era muy difuso, lleno de historias de aventuras, de historias constructivas y especialmente muy ricas en lenguaje corporal y literario.

Y llegó el bachillerato, la secundaria, y allí siguió mi vida llena de privilegios en conocimiento y una gran avidez y curiosidad por lo que me rodeaba.

La biología y su magia me inundó, especialmente por la forma como la impartía nuestro querido Prof. Oscar Solis, maravillosa; y la física, enseñada por el Prof. Arturo Mullet me aturdió por sus explicaciones llenas de lógica, que en ese momento me permitieron comenzar a comprender el mundo que nos rodea.Esos dos temas han regido el resto de mi vida profesional desde el punto de vista de la investigación científica.

En esa época, empecé a escribir, no de biología, mis propias historias de cuentos… sencillo e inocente, pero empezaron mis pininos en ese mundo de crear frases y traducirlas en sentimientos y narraciones; de hecho, el libro publicado en 2020 que se llama El Cuento del Sol, tiene su origen en esa época. Y desde entonces no he parado (Nota 4).

Quizás para finalizar esta descripción tan somera, quisiera decir que cuando salí del bachillerato, estaba convencida de que quería ser médico. Sin embargo, en esa época, luego de la renovación académica de 1970 en Venezuela, había mucho retraso para la entrada a la UCV (Nota 5). Mis padres no querían que perdiera el tiempo y encomendaron a mi tío Gustavo (sacerdote jesuita), me recomendara qué hacer…y lo hizo, entré a la Escuela de Educación de la UCAB, en el área de Ciencias Biológicas y Químicas. En aquel momento, me sentí un poco frustrada pero hoy en día estoy convencida de que hice lo correcto.

Si me hubiera graduado de médico hubiera sido un desastre, me hubiera enganchado con cada paciente y me lo hubiera querido llevar a mi casa, con las consecuencias que eso conllevaría…horror.

Como estudiante de educación pude aprender muchas cosas relativas a la educación, la enseñanza, filosofía, etc., y a la biología especialmente, terminé luego estudios de cuarto nivel, e ingresé a la Facultad de Medicina como Profesora de Fisiología Humana.

Considero que sigo siendo muy afortunada, hago las dos cosas que más me gustan en la vida, impartir enseñanza y escudriñar el mundo que me rodea, adornado además con la maravillosa posibilidad de escribir mis fantasías en forma de cuentos que enseñan a otros sin darse cuenta.

Tengo muchos cuentos, no todos publicados, porque encontrar recursos, especialmente para ilustrarlos, es complejo. He tenido dos muy queridos ilustradores, Ana Black y Antonio Quintero quienes me han escoltado en este transitar, a ambos les agradezco inmensamente que me hayan acompañado en esta travesura, porque así la llamo, ya que lo que soy es una aficionada. De igual forma agradezco a mi primo Álvaro Sucre Guruceaga y a Eva Leybach, amiga alemana, quienes han financiado parcialmente los proyectos, y al Banco del Libro por creer en mí e invitarme a narrar este pedazo de mi vida que para mí es tan querido.

Han pasado décadas desde que fui niña. Esta narración de cómo aprendí el placer de la lectura y a ser una aficionada a su escritura es como una bitácora que me acompaña en los momentos dulces y menos dulces de la vida. Entiendo que, sin un libro a mi lado, un lápiz, un papel, y un niño o mi niña dentro, me sería más difícil vivir (Nota 6).

Notas

1. ¿Por qué se mantiene vigente la literatura de la Condesa de Ségur?

Comentario de Oscar Marcano (2012) (referencia a la Condesa de Ségur que encontré en Venezuela en relación a un evento cuyo tema central fue las lecturas que cambiaron vidas (Universidad de Los Andes-2010): mi casa era una casa de las más comunes, de clase media baja, donde se compraba libros, pero raramente se leían. Mi padre estaba con sus aviones, pues trabajaba para una línea aérea, y mi madre cumplía labores secretariales en la misma empresa. Esos volúmenes estaban por ahí, en traducciones de medio pelo, yaciendo en vitrinas mohosas y poco revisadas de la casa, acumulando polvo. Yo simplemente los cogía, los abría, a veces me enganchaba, a veces no. https://historico.prodavinci.com/2012/04/23/artes/redenciones/ publicado el 23 de abril de 2013.

Comentario de Liliana Heker en una entrevista en Argentina, 2008: Me transformé en lectora a los siete años, cuando saqué de la biblioteca de mi hermana el libro Las niñitas modelo, de la Condesa de Ségur. Tenía letras chiquitas y ninguna ilustración. Recuerdo estar leyéndolo y sentir que era una de las experiencias más maravillosas de mi vida. Me metí de cabeza en ese mundo y no salí nunca de la lectura. https://www.clarin.com/viva/liliana-heker-maestra-escritores-momento_0_ZoBlVqRHs.html publicado el 17 de enero de 2019

2. ¿Quién era realmente Monteiro Lobato?

Fragmentos de Manuel Peña Muñoz Revista hispanoamericana de Cultura Historia d ela literatura infantil https://otrolunes.com/26/punto-de-mira/historia-de-la-literatura-infantil-en-america-latina/ publicado en febrero de 2013.

Queda claro que Monteiro Lobato, abrió las puertas para un nuevo tipo de creatividad en la literatura latinoamericana. Su obra le muestra a la infancia no solo el valor esencial de la literatura sino, el mundo extraordinario de la cultura. Supo conjugar la «realidad» en la lectura de la vida junto con la «fantasía» que promueve la «creatividad». Junto Con Ruben Darío, Horacio Quiroga, Gabriela Mistral y otros, el gran maestro paulista les abrió el maravilloso camino que debían seguir y es considerado símbolo nacional. Su lema: que “dar a los niños buenos libros adecuados a las edades, es el mejor medio de formar hombres”.

No se le puede encasillar, ha revolucionado la industria editorial brasileña, ha fundado una literatura infantil, se ha mostrado como un intelectual comprometido con los problemas sociales y políticos de la época, ha intentado dar a conocer y difundir la literatura brasileña en otros países de América Latina y del mundo, así como ha traducido gran cantidad de clásicos de la literatura universal al portugués, publicándolos y difundiéndolos asimismo en su país.

Su estilo literario es inmensamente atrevido y original. Muchas veces los niños intervienen en la conversación con los narradores, lo que proporciona un diálogo animado y novedoso. Hay mucho humor en los cuentos de Monteiro Lobato y ciertamente su figura y su estilo imaginativo de escribir y su sentido de la transgresión han dejado una huella y sentado las bases que luego han seguido los nuevos autores para niños en el Brasil.

3. ¿Qué es un Ture o butacón?

Es una silla de madera y cuero, muy usada en los hatos en Venezuela, que tiene un respaldo de cuero de vaca amplio y el asiento queda más bajo que donde se apoyan las piernas. Tiene dos amplios apoya brazos y son muy cómodas.

4. ¿Por qué un cuento al sol? ¿Por qué al sol de Venezuela?

Aunque no me acuerdo completamente, este cuento lo escribí cuando tenía 17 años de edad. Ciertamente hubo dos motivaciones primordiales que me incentivaron en esa época. El libro del Principito de Antoine Saint Exupery, un libro muy preciado y ahora. Su concepto de “domesticación mutua” en la amistad y en el amor, en las relaciones de vida diaria, todavía me conmueve. Más me emociona constatar cómo Antonio Quintero, mi ilustrador, quien no sabía de esta motivación, captó perfectamente el mensaje y sus ilustraciones juegan a ello. aun hoy en día me conmueve.

Yo además me sentía muy orgullosa de la Venezuela que vivía en ese momento, ubiquémonos en 1973, éramos un país impresionante, luminoso y sin fronteras…y sin embargo, había sombras y evidentemente las detectaba mi subconsciente, y en mi imaginación pensaba que cantando al unisono podíamos expulsarlas y evitar que nuestro querido país cayera en la sombra.

5. Renovación académica. José Negrón (2008). Saber y poder: El proceso de renovación universitaria en la Universidad Central de Venezuela (1967–1970) http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/26448

6. ¿Qué me motiva a escribir?

Al escribir entro en un mundo mío, un espacio de libertad, de encuentro contigo misma es muy íntimo lo que siento; debo liberar endorfinas cuando escribo, como los deportistas, pero con deporte del alma… y la pluma… Antes me costaba decir que me gustaba lo que escribía, hoy en día soy más sincera conmigo y soy también más crítica.

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Alicia Ponte Sucre

Venezolana. Educador, Doctor en Farmacología. Prof. Titular Universidad Central de Venezuela. Miembro Correspondiente ACFIMAN. https://acfiman.org/academicos/