Ellos construyen búnkeres y nosotras ¿qué?

J Alejandro Mencías Vega
8 min readFeb 6, 2024

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[English version] Hace un mes estuve en Finlandia, un país donde el bienestar parece envolverlo todo. Hay bibliotecas de ensueño, transporte “just in time”, oferta cultural privada y pública con mucha convocatoria, y unos paisajes de postal por doquier. Sentí que en ese país el mal-estar incluso podría incomodar. No me esperaba lo que escondían sus edificios. Hacía -27 ºC.

Sé que nada es perfecto. Finlandia tampoco. Por lo que he leído, conozco también de los problemas que pueden causar los encierros prolongados por el frío y la oscuridad, la soledad, la falta de vitamina D, y otras cosas que a veces están ocultas. Cosas que no se ven en 10 días.

Entre lo oculto, me contaron algo no tan profundo pero sí común, histórico y para muchas personas un sinsentido.

Como premeditando mi cara de perplejidad, y en medio de una conversación de cervezas, una nueva amiga me preguntó:

¿Sabes que hay búnkeres en los edificios en Finlandia?

No lo sabía

Efectivamente. En los edificios se construyen búnkeres ante cualquier amenaza que requiera su uso. Los llaman väestönsuoja. Hasta 2022, habían 50 mil väestönsuoja, con capacidad para 4,8 millones de personas; el 85% son privados y están ubicados en los sótanos de los edificios.

¿Qué rayos? — pensé — Búnkeres para protegerse ¿de qué?

Más tarde recordé que tienen Rusia de vecino y todo tuvo algo más de sentido. Pero eso es otra conversación.

Parece que sí, pero no estoy acá para hablar de los búnkeres finlandeses. Quiero hablarles de otros búnkeres. Unos más familiares para mí. Esos que construyen o compran personas como Elon Musk o Mark Zuckerberg. De los que no tienen que ver con lo histórico o el pasado, sino más bien con el futuro catastrófico que se avizora debido al capitalismo salvaje en el que viv(imos)en.

Pienso en los Estados Unidos. Sí. Pienso en su gente rica. Sí. Sé que hay más personas en eso, pero ¿En quiénes más puedo pensar que no sean algunos ricos de Estados Unidos y sus búnkeres apocalípticos?

¿Por qué comprar o construir un búnker?

Les digo, sin muchas pruebas pero con menos dudas: aquellos que compran o construyen búnkeres antinucleares no saben cómo construirlos por sí mismos. Pagan para que expertos los construyan por ellos. Los compran. Y si los tuvieran que hacer por sí mismos, con sus manos ¿Cómo serían? — me pregunto.

Un búnker creado por DALL-E. Prompt: un búnker en un ambiénte desértico como si hubiese sido construido por un niño, con la bandera de Estados Unidos como símbolo de orgullo y patriotismo.
El búnker que me imagino. Generado en DALL-E.

Pienso en mí. Yo estudio a la Economía Social y Solidaria, y en mis planes no están comprar o construir un búnker. A ver, primero, no tengo los medios para hacerlo. Tengo más de 30 y aún no puedo procurarme una casa. Segundo, soy un entusiasta. Creo que esos búnkeres pueden no ser necesarios. Tercero, soy claramente parte del 99% que frente a una guerra nuclear o un apocalipsis climático morirá como un ser humano común, con felicidades, tristezas, pocos logros y deudas. Vamos, que ¡para qué un búnker!

A pesar de mi negativa no puedo parar de preguntarme ¿Por qué ellos, los ricos estadounidenses, piensan que sí necesitan uno y nosotras no? A caso no necesitamos protegernos frente a esos miedos y frente a las mismas amenazas.

¿Y el calentamiento global, y los conflictos armados, la guerra entre grupos terroristas y los Estados, los Estados genocidas, o la violencia machista y todas esas otras cosas horrorosas que nos pueden quitar o robar la vida? ¿Qué búnker tenemos para nuestras necesidades, miedos y amenazas presentes y futuras?

Lo real. Todas nos protegemos como podemos. No tengo dudas. La mayoría de nosotras trabaja para conseguir dinero, refugio, y afecto haciendo lo mejor que podemos; muchas veces en las circunstancias que sean. Las condiciones son mejores que otras dependiendo de dónde estemos, de qué género tengamos, de qué color sea la piel que nos cubre, y de dónde vengamos. De esa mayoría, muchas lo hacemos solas y en ocasiones hasta muy solas.

¿Es posible enfrentar estos desafíos por nuestra cuenta? ¿Se puede sin pensar en el resto? ¡Claro que sí! ¡Y de muchas formas!

Tenemos, por ejemplo, el camino de “el que no tranza no avanza” como se diría en México. En este camino no necesitas más que tu astucia y capacidad de sacar provecho del resto para salir adelante. Sería el símil de “el que no es vivo, no surge” en otros países latinoamericanos.

Otro camino es el de los gurús del trading. Este te ofrece surgir a partir de la especulación financiera, de la construcción de tu propia pirámide ponzi, o de estar sentado frente a un computador comprando y vendiendo papeles en la bolsa de Nueva York.

Unos caminos son más riesgosos o seguros que otros. Unos tienen más o menos cargas personales. Muchos se transitan desde la individualidad. Todos, completamente todos, son caminables en soledad. Y todos nos prometen poder construir, en el camino, nuestro un propio búnker.

A mi no me gustan estos. Y la buena noticia es que hay otro tipo de búnkeres y también hay expertas que saben construirlos.

Los Búnkeres de la Economía Social y Solidaria (ESS)

La Economía Social y Solidaria sabe de los búnkeres de los que les hablo y mucha gente no lo sabe.

Hace unas semanas me encontraba tomando unas cervezas en un jueves con un grupo de gente que no conocía. Más jóvenes que yo. Tenían entre 20 y 25 años. Mi amigo, amigo de ellas también, preguntó a cada una si sabían que era la economía social y solidaria. Todas respondieron que no tenían idea. No sé, ni siquiera, por qué me sorprendí. Yo tampoco tenía idea hace unos meses atrás.

Pero así estamos muchas, sin saberlo. Y normal, porque es difícil definir lo que es la ESS, incluso para quien la conoce. De hecho, un profesor, a manera de bromas nos dijo en una charla informal que cuando es preguntado por su tema de estudio responde que estudia “cooperativas”. Jaque mate. Es acertado y clavado. Aunque no es del todo todo.

No se lo he preguntado, pero me parece una respuesta de ese modo da poco para la repregunta. Como que se vuelve complicado profundizar. Es como cuando alguien que estudia algo tan complejo como las influencias de fenómenos meteorológicas en los ecosistemas responde que estudia el clima. Yo me imagino respondiendo un “OK” redondo con algo de incomprensión. La verdad, yo utilicé su método un par de veces, pero no me quedé contento nunca. Ya no lo hago más.

Para ustedes un resumen. La Economía Social y Solidaria es una forma alternativa de organizar la Economía. Es una práctica. Sigue principios cooperativos, tiene valores, y pone la vida en el centro. Busca transformar la realidad creando espacios prósperos y solidarios; ecosistemas que nos permitan sobrellevar el futuro catastrófico del capitalismo en el que vivimos. Sí, construimos búnkeres, pero no como los de Elon Musk.

Los unicornios para soñar y utopías para caminar

Veo que con la ESS estamos en medio emprendizaje. Las condiciones son algunas veces muy duras y otras veces no. Es hasta intrigante. No tienen por qué saberlo pero cuesta mucho (no en términos de dinero) que una idea de la ESS se vea y sea viable económicamente. Tampoco tienen por que saberlo, pero también hay cooperativas que reparten entre 20 mil y 40 mil euros al año a cada socio — además de su salario y otros beneficios — y facturan miles de millones.

¿Cómo a unas ideas les cuesta ser viables económicamente cuando incluyes democracia, trabajo digno, participación, autonomía, copropiedad, dentro de una empresa y a otras no?

¿Qué tan compatible es la práctica de estos valores/principios con/en la generación de riqueza como la conocemos?

Aún no tengo respuestas redondas para estas preguntas. Pero sí tengo referencias históricas que puedan ser vistas como exitosas, especialmente por grandes cooperativas de orden internacional. Son muy pocas, pero las hay. Yo las veo como unicornios envejecidos.

El Unicornio Mondragón. Generado en DALL-E.

Para mí estos unicornios son como una mezcla entre mitos y utopías. Salieron muy bien pero no del todo bien. Son bellos y admirables, pero lo fueron más en otra época. Habrá que aprender de sus errores, porque hay muchos. Pero nada puede quitarles su camino recorrido.

En lo personal, cuando salgo de esas preguntas tan amplias y vuelvo a la realidad me digo a mi mismo: “los unicornios para soñar y las utopías para caminar”. Y pienso en Galeano. Y vuelvo a lo real. Algo tendremos que construir.

De lo bonito lo más

Quienes estudiamos, queremos practicar y practicamos la ESS somos una especie de ingenieros de la economía tratando de innovarla: (re)estudiamos lo que hay, lo tratamos de (re)hacer, y confiamos que se puede (re)hacer mejor. Lo sé, suena pretencioso, pero de eso va la innovación.

Somos como los arquitectos. De esos que les gusta o les disgusta mucho algún edificio, o se fascinan o lo odian, y siempre creen que se pudo hacer mejor, más bello. O como quienes les apasiona la cocina o son chefs. A ver, igual estoy un poco estereotipando, pero con todo el cariño a mis amigos arquitectos y chefs, lo hacen frecuentemente. Pues así somos, cada una montada en su unicornio.

Hay ambientes y herramientas de la ESS que me parecen y son fascinantes. Son nuestra hoz y nuestro martillo: los bancos del tiempo, la banca ética, las rondas de cuidado, el trabajo digno, la vida en el centro, los feminismos, los mercados sociales, las cooperativas de vivienda, los trabajos compartidos, la protección de la naturaleza, etc., etc., etc. ¡Qué poco se sabe de su existencia!

Por mi parte pienso en Búnkeres que no son búnkeres. Búnkeres que no son fríos ni de metal plano, con comida fresca y sin enlatados. Búnkeres con vistas a los ríos, a los lagos, al mar, a la naturaleza viva. Búnkeres con intercambios justos, con descansos justos, con charlas incómodas. Búnkeres con intimidad. Búnkeres con comunidad. Búnkeres con goce, con placer, con privacidad. ¡Vaya! Si los otros son unicornios, estos, los míos, son una especie de pegasos.

Pero en eso estamos ¿no? Desbordando sueños, diseñando prácticas, cabalgando a la utopía.

Hay pocos búnkeres para nosotras. Lo sé. Pero existen, están en construcción o están escondidos. También sé que la mayoría de ustedes no sabrán de esto o poco se hayan preguntado. Así que esto es una invitación a preguntarnos cómo nos gustaría construir el nuestro.

Quisiera saber qué piensan. Si discrepan. Si conocen alguna experiencia de la Economía Social y Solidaria que les gustaría que sea su búnker o si les parece un sinsentido. Me gustaría leerles en los comentarios.

Y finalmente, para hacer justo el intercambio, les dejo un video que me acompañó mientras escribí esta historia.

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J Alejandro Mencías Vega

Soy Economista. Me inspiran muchas cosas. ---- I am an Economist. Many things inspire me.