Jazz, ¿por qué no?

Alex Ingberg
10 min readNov 4, 2014

“Me molesta cuando la gente trata de analizar el jazz como si fuera un teorema intelectual. No lo es. Es sentimiento.”
Bill Evans.

Cuando conocés gente nueva una de las preguntas que primero sale es “¿Qué música escuchás?”. Nunca falla esa. Es como hablar del clima en un ascensor. Ahora, son comunes las respuestas que mencionan algo del estilo de “rock de afuera y nacional”, pero la mayoría de la gente suele responder con una evasiva del estilo “y… no sé… un poco de todo”. Por más que no sea lo único que escucho, a mí me gusta responder “jazz”. Acá empiezan las caras raras y los prejuicios. No siempre en el mal sentido, solo empiezan a suponer que sos un intelectual erudito de la música o que escuchás cosas muy avanzadas y complicadas. Incluso, a veces piensan que te sentís superior.

Y todas estas veces me quedo pensando: ¿por qué es tan poco popular el jazz cuando debería ser la música más popular de todas? ¿De dónde sale esta mala prensa de elitismo?

“Un músico de jazz no es un músico de jazz cuando él o ella está cenando o cuando él o ella está con sus padres o pareja o vecinos. Es sobre todo un ser humano… el verdadero arte es ser un ser humano.”
Herbie Hancock.

Los historiadores y musicólogos nos cuentan que el jazz tiene sus orígenes en el s. XIX, cuando los barcos de esclavos provenientes de África llegaban a América. Durante estos años oscuros fue que se empiezan a gestar los gérmenes, en un comienzo religiosos, y luego evolucionando hacia géneros laicos como el ragtime o el blues. ¿Qué es lo distintivo de todo esto? Claramente el jazz no es la única expresión musical que haya salido de la opresión en toda la historia de la humanidad. Lo que la hace resaltar es que la música siempre fue alegre. Siempre fue de festejo y de honra hacia la vida. Y así se mantiene hasta el día de hoy.
El jazz es eso, transmitir sentimientos y celebrar que estamos vivos. Celebrar la música. Sin intermediarios: del intérprete directo a tus oídos. ¿Hay algún género más universal y sincero?
Algunos dicen que es la forma más pura de expresión y eso se ve en su carácter improvisado. La única objeción sería que no me gusta el término “improvisación”. Prefiero “composición instantánea”. El músico va pensando sus frases, sus conjuntos de notas y ritmos y mientras las piensa las va diciendo al mismo tiempo. No hay procesamiento previo entre la idea y el decirla. ¿Hay algo más verdadero y honesto?
No solo eso, sino que el famoso 4/4 que tantas obras populares tienen también es más rico acá.
El 4/4 del swing resulta muchísimo más contagioso que el del rock. Automáticamente te ponés a marcar el rimo con el pie. ¿No me creés? Seguí leyendo y comprobalo.

“Mientras haya democracia, habrá gente queriendo tocar jazz porque nada más capturará tan perfectamente el proceso democrático en el sonido. Jazz significa trabajar las cosas musicalmente con otras personas. Tenes que escuchar a otros músicos y tocar con ellos, incluso cuando no estés de acuerdo con lo que están tocando. Te enseña lo opuesto del racismo y el antisemitismo, te enseña que el mundo es lo suficientemente grande para acomodarnos a todos.”
Wynton Marsalis

Los músicos disfrutamos un montón tocar jazz, es la libertad pura. ¿A qué me refiero? Podés estar escuchando un disco del Thelonious Monk Quartet, pero en la práctica y durante los ~60 minutos que dura el disco, ese cuarteto es solo un 25% de Monk. Monk puede traer las composiciones, pero estas están a años luz de estar cerradas. Es entonces cuando los otros 3 empiezan a dejar un poco de cada uno en esas piezas, mediante ideas, frases, ritmos, armonías y melodías nuevas y frescas. Es más, generalmente también es común que los otros músicos también aporten al repertorio con composiciones propias. Entonces, es imposible tocar solo, todos los músicos, aunque sea en un grado menor, son parte del proceso creativo indefectiblemente.

Una vez escuché de otro músico que el jazz te da el lugar para que conozca su instrumento a fondo, y esto abre posibilidades de vuelo inimaginables.

Y todo esto que menciono, te entra por los oídos. No hace falta entender cual es el modo mixolidio para disfrutarlo. Es humano escucharlo, entender lo que está pasando y por ósmosis contagiarse. Al toque podés sentir si había tensión entre los músicos porque el contrabajista se estaba encamando a la minita del batero (posta, hay más historias de estas en el jazz que en el rock) o si al pianista lo dejó la mujer.

“Cualquiera puede transformar lo simple en complicado. Creatividad es transformar lo complicado en simple.”
Charles Mingus

Pero…. ¿a dónde querés llegar con todo esto?
A que el jazz, en el fondo, es realmente fácil. No hace falta entenderlo para disfrutarlo. Las emociones que te genera son casi automáticas… y, al fin y al cabo… ¿No es para eso que escuchamos música? ¿Para que nos genere cosas? ¿Para transportarnos en nuestra memoria? ¿Viajar a lugares desconocidos?

Para probarlo les traigo una selección de 5 discos. Todos variados en estilo, ya que quise alejarme un poco del trillado concepto de “álbum introductorio”. Algunos me ayudaron a meterme a mí un poco en tema y otros los escuché hace relativamente poco.
Además, al final de cada disco, les recomiendo dos más en la misma “nota” por si les copa mucho alguno y quieren algo extra.

“El jazz es inquieto. No se queda quieto y nunca lo hará”
J. J. Johnson

Getz/Gilberto

Stan Getz & João Gilberto

Hubo un momento al principio de los 60 en el cual los músicos dejaron de ver a EE.UU. como el faro musical y empezaron a interesarse en Sudamérica, principalmente Brasil. Hace algunos años ya que se venía gestando un movimiento llamado Bossa Nova y venía pegando. Varios de estos músicos empezaron a viajar y a contagiarse un poco de este ritmo pegadizo para luego adoptar como canon. Stan Getz fue un poco más allá y con la guita de la discográfica se hizo traer a toda una troupe de músicos del género: el guitarrista João Gilberto, el pianista Antônio Carlos Jobim, el bajista Sebastião Neto, el baterista Milton Banana y aprovechó para lanzar a la fama a la cantante Astrud Gilberto de la mano de Garota De Ipanema. El resultado: uno de los discos de jazz más vendidos de la historia y el trampolín para que la Bossa Nova tenga popularidad mundial. ¿Será este disco el culpable de que tengamos discos como Bossa ‘N’ Redonditos de Ricota?
Camino ideal para iniciarte si te gusta o te atrae los ritmos cariocas o relajar con una caipirinha en la terraza.

Para seguir escuchando: “Stone Flower” de Antônio Carlos Jobim y “New Wave!” de Dizzy Gillespie

Relax

Walter Malosetti

Walter era una bestia del jazz nacional. La leyenda dice que no hay actual músico de jazz en la Argentina que no haya estudiado con él, o con quien no haya compartido algún disco o escenario. “El maestro” lo llamaban. Influenciado desde pequeño por superguitarristas como Wes Montgomery, Jim Hall, Charlie Christian, y por supuesto, Oscar Alemán y Django Reinhardt, su música siempre se caracterizó por un swing imbatible y una técnica de guitarra impecable. En sus propias palabras, se quedó “estancado” en los años 50 y 60 y eso lo llevo a perfeccionarse (y claro está, consagrarse) en el género.
Mucha gente va a reconocer este tipo de jazz como “esa música onda Toy Story o Monsters Inc.”. Sí, les juro: me han dicho eso varias veces.
Este disco es uno de mis preferidos, y también de las primeras obras de jazz que escuché, dandome ganas de meterme más a fondo en la guitarra.
Por momentos el disco transcurre en forma de quinteto, acompañado por grandes grosos nacionales como Mariano Otero en contrabajo, Pepi Taveira en batería, Ramiro Penovi en guitarra rítmica y Santiago de Francisco en saxo tenor. Pero, además, el disco tiene dos duos fantásticos con su hijo, Javier Malosetti, tanto en guitarra como en bajo acústico.
La joya cierra con un solo de Walter: Out of Nowhere, un standard del carajo interpretado solo con guitarra. Imperdible.

Para seguir escuchando: “The Incredible Jazz Guitar of Wes Montgomery” de Wes Montgomery, “Solo Flight: The Genius of Charlie Christian” de Charlie Christian o “Jazz Guitar” de Jim Hall

The Köln Concert

Keith Jarret

Pianista formado en la escuela clásica, de chico descubrió el jazz, se destacó como prodigio y se moldió entre grosos como Art Blakey, Jack DeJohnette y Miles Davis.
La historia de este disco nos lleva a enero de 1975, cuando Keith estaba de gira por europa, tocando recitales solo. Había llegado a la ciudad de Köln en Alemania después de manejar horas en un Renault 5 desde Suiza y el sueño lo agobiaba. Para colmo, el piano que había solicitado para el concierto, por algún error, no estaba en el teatro y en su lugar le habían puesto un piano de mitad de tamaño que se usaba para ensayar, desafinado, sin sustain en los bajos y con agudos bastante flacos. Por esta razón, luego de que lo tuvieran que convencer para que toque, es que se concentró en la sección media del piano y usa esas formas rítmicas tan características en la mano izquierda, para dar más duración a las notas graves.
La grabación del concierto se trasnformó automáticamente en un éxito que Keith no se pudo haber imaginado. Hasta el día de la fecha es el disco solista más vendido de la historia del jazz.

El disco transcurre con creaciones sobre ideas simples. Pocos cambios de acordes y una atmósfera creciente por sobre los sonidos. Excelencia desde el segundo 1.
Ideal si te gusta el sonido del piano, o necesitás buena música para concentrarte mientras estudiás.

Parecería no haber por alguna razón una versión decente en youtube… solo regrabaciones. Sí, regrabaciones de flacos que interpretan una pieza improvisada de 60 minutos. Eso generó este concierto. En fin… spotify salvando las papas.

Para seguir escuchando: “Conversations With Myself” de Bill Evans y “Light Blue” de Ernesto Jodos

Head Hunters

Herbie Hancock

Uno de los primeros discos de jazz fusion, pero por ahí el más clave de todos. Con una base super funkera, logró atrapar a muchísimas audiencias distintas al punto de que agarraron Chameleon, el primer tema (y el más reconocido) del disco y de sus más de quince minutos originales lo editaron a dos y medio para que sea un “radio-friendly single”. Incluso algunos puritanos del jazz le hicieron la cruz, acusándolo de haberse “vendido”.
Hancock fue siempre un tipo ecléctico en cuanto a la música: influenciado por Beethoven, Bach, Coltrane, Davis y también por George Clinton y su P-Funk: y eso acá se puede notar. De hecho, Sly está dedicado nada más y nada menos que a Sly Stone. El disco hace uso y abuso del Fender Rhodes y también del clavinete. Hay una base bien fuerte, funkera y groovera de bajo y batería, sin perder la fluidez de la improvisación del jazz. Otra cosa que lo hace brillar es la incorporación de un percusionista: Bill Sumers, quien colabora en mi momento preferido del disco. En la intro de Watermelon Man se lo escucha soplando la melodía principal en botellas de cerveza. Brillante.
Pa‘ bailar desde el comienzo hasta el final.

Para seguir escuchando: “A Go Go” de John Scofield y “Distractions” de Roy Hargrove & The RH Factor

Kind Of Blue

Miles Davis

Dije que no iba a caer en estereotipos de “discos introductorios”, pero es imposible evadir este. Kind of Blue es el must de cualquier persona que quiera escuchar jazz.
Parecido a una novela de Kafka, en el sentido que cada vez que volvés a pasar por la obra le encontrás algo nuevo, algo distinto, algo fresco. Y es verdad. Cada vez que lo escucho le noto un matiz novedoso, una nota que genera una tensión que antes no había escuchado, una idea y una forma de conectar frases que la vez anterior no me había llamado la atención.
En 1959, Davis, trompetista, llevó al estudio a su sexteto (más o menos, el dream team) conformado por: Cannonball Adderley en saxo alto, John Coltrane en saxo tenor, Bill Evans en piano, Paul Chambers en contrabajo y Jimmy Cobb en batería.
Ya venía haciendo un par de experimentos en el tema, pero esta vez basó el disco entero en un concepto bastante vanguardista para la época: la modalidad. Esta representaba una alternativa a improvisar por sobre los acordes y sus cambios y abandonaba el concepto de escala mayor y menor de la música clásica, dejando lugar a una serie de escalas conocidas como “modos”.
La leyenda dice que todos los temas se grabaron en vivo en una sola toma. Según varios críticos y músicos, es considerado uno de los mejores albumes jamás hechos y su influencia traspasa el género del jazz. Richard Wright, el tecladista de Pink Floyd, dijo que se basó en los cambios de acordes para componer la intro de Breathe de Dark Side Of The Moon. Quincy Jones, ex productor de Michael Jackson en Thriller, ha dicho que lo escucha todos los días. Lejos de esos maestros, a mí se me sigue poniendo la piel de gallina cada vez que escucho el solo de Miles en Blue in Green.

En fin, por algo será…

Sin más preámbulos, esta obra maestra:

Para seguir escuchando: “Somethin’ Else” de Cannonball Adderley y “Blue Train” de John Coltrane

“Después del silencio, lo que se acerca más a expresar lo inexpresable, es la música.”
Aldous Huxley

Gracias a Juli Rot por la invaluable sabiduría y el necesario “grammarnazismo”.

¡Espero les haya gustado! Cualquier cosa me escriben.

--

--

Alex Ingberg

Data scientist, computer engineer and music fanatic. Here I’m half music recommendator and half data adventurer. https://www.linkedin.com/in/alexingberg/