Intercambio comercial entre Latinoamérica y… la Dinastía Ming?

Desde la Antípoda
11 min readMay 15, 2022

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Ruta del Nao de China o Galeón de Manila

Generalmente en Latinoamérica se asocia el inicio de las relaciones con China con la llegada de los primeros migrantes chinos en la región, es decir, con la época posterior a las Guerras del Opio (segunda mital del S. XIX). Esta etapa es conocida por los chinos como el Siglo de la humillación, que coincide más o menos con las primeras décadas de la gran mayoría de las repúblicas latinoamericanas. Cabe resaltar que este periodo histórico corresponde a la Dinastía Qing, la última dinastía de la etapa imperial de la historia de China. Es importante notar que existió un importante intercambio comercial entre Latinoamérica (entonces bajo dominio español) y China durante el periodo de la Dinastía Ming, dinastía anterior a la Qing, en los Siglos XVI y XVII que normalmente no se encuentra en el imaginario popular. Este intercambio tricontinental (Asia, América y Europa) es de suma importancia ya que resultó en el primer proceso de globalización de la humanidad y cambió para siempre la vida en estas tres regiones del mundo, definiendo los procesos coloniales posteriores.

Este será el primer artículo de una serie sobre la Dinastía Ming y el Imperio Español y en la que estoy pensando trabajar. Por ahora me limitaré a hablar de forma general y proveer algo de contexto histórico de ambas regiones así como del comercio que entablaron para entender mejor y estar en sintonía con los temas que trataré luego. Aquí vamos:

1. Dinastía Ming:

La Dinastía Ming se inicia en el año 1368, terminando con los casi 100 años de la dinastía mongola Yuan en China. En las primeras tres décadas del Siglo XV, durante el gobierno del tercer emperador Ming: Yongle, se dan los famosos viajes del almirante Zheng He con la Flota del tesoro hacia el sudeste asiático, la India y las costas de África. Sin embargo, tras la muerte de Yongle y luego del séptimo viaje del militar chino, en 1433 durante el gobierno del emperador Xuande el Imperio del Centro entró en una etapa de hermetismo que duraría siglos.

Hay muchas teorías sobre la razón de este cambio de rumbo: La primera fue para poner énfasis en la defensa del territorio en la frontera norte contra la aún amenaza mongola, que llevó a la construcción de Beijing como capital y el reforzamiento y expansión de la Gran Muralla. La segunda fue que debido a los elevadísimos costos del mantenimiento que la Flota del Tesoro representaba para el fisco versus los limitados resultados que produjo. También a razones políticas al interior de la corte imperial, en donde los eunucos pugnaban por el poder contra los funcionarios académicos. O quizás a una combinación de las tres.

Zheng He y la Flota del tesoro

En relación a lo económico, la gran nación asiática gozó de un periodo de abundancia alimenticia durante la primera mitad del S. XV. Las décadas de 1420 y 1430 fueron particularmente cálidas, lo cual dio lugar a una expansión de la producción agrícola, que a su vez impulsó el incremento en la recaudación de impuestos en especias (grano).

Precisamente la creciente preferencia por la recaudación tributaria en especias evidenciaba uno de los problemas económicos del régimen: el monetario. Durante el dominio mongol, se experimentó con el papel moneda, pero para la segunda mitad del S. XV éste estaba totalmente desprestigiado por las continuas emisiones sin respaldo (papel moneda no convertible). Esto generaba inflación y debilitaba su uso para negociar. Además, dicho papel moneda no tenía garantía de valor fuera del territorio del imperio lo cual lo hacía inútil como divisa. Como respuesta, se empezó a promover el uso de monedas de cobre, pero su valor era escaso y la calidad de las mismas era cuanto menos cuestionable, impidiendo que se consolidara como una moneda fuerte y confiable. Es por esto que muchos comerciantes chinos de la época empezaron a utilizar la plata como medio de cambio y depósito de valor, ya que el metal era relativamente escaso y mantenía un valor estable, aunque no era reconocido por el gobierno oficialmente como una moneda de circulación en el imperio.

Durante la segunda mitad del Siglo XV, las cosas no fueron mejor para la Dinastía Ming. Este periodo de tiempo trajo consigo un clima más frío y una producción agrícola decreciente, desencadenando hambrunas por todo el país, diezmando la población. Ahora, si sumamos la paralización de la minería debido a decisiones políticas y a la posterior contracción monetaria, tenemos el caldo de cultivo de una gran crisis. En vista de la ausencia de liquidez en la economía, se aceleró la incorporación de la plata como medio de cambio informal en el imperio. Al inicio esta práctica fue perseguida por el gobierno, pero eventualmente fue reconocida de manera oficial, ya que de facto la economía estaba platificada.

El reconocimiento de la plata como moneda oficial a finales del Siglo XV e inicios del Siglo XVI trajo una serie de ventajas. Permitió un explosivo crecimiento en la producción manufacturera que se exportaba a regiones tales como Japón, Sudeste Asiático, Asia Central y Oriente Medio, desde allí llegando a Europa, despertando una renovada fiebre global por la seda y porcelana azul con blanco de China: la famosa cerámica de la Dinastía Ming. Este enorme crecimiento económico terminó con las hambrunas y permitió la recuperación económica del imperio. La ciudad de Suzhou (cerca de la actual Shanghái) fue quizás el centro más emblemático del despegue económico producto de este boom industrial, donde a la fecha se pueden apreciar las enormes mansiones, jardines, murallas, etc., que se construyeron en la ciudad a pedido de los enriquecidos comerciantes de la época.

Jarrón de porcelana blanca y azul, popularizada en el mundo durante la Dinastía Ming

La llegada de los primeros exploradores portugueses por vía marítima no hizo más que fortalecer esta tendencia, ya que ahora mayores cantidades de mercadería podían exportarse por mar sin mover un dedo (sin costos logísticos). Esto debido a que los europeos eran los encargados de traer la plata desde Japón u otros enclaves hasta el país, y luego del traslado de las mercancías hacia Europa, asumiendo los costos y pérdidas por el mismo.

El proceso de incorporación de la plata a la economía china finalizaría durante la primera mitad del Siglo XVI, hasta 1567. En este periodo ya tenemos a la economía del imperio totalmente platificada y es aquí cuando entra en escena el otro protagonista de nuestra historia…

2. Territorios españoles en América y Asia

Todos sabemos que España llegó a dominar la mayor parte del continente americano hacia la primera mitad del Siglo XVI. Adicionalmente, el establecimiento del enclave de Manila en las Filipinas se dio en 1565.

Es importante notar que para España, era relevante buscar una vía al mercado de las especias en Asia Oriental, pero no podía circunavegar África debido a las limitaciones del Tratado de Tordesillas (1494). Este tratado fue firmado entre España y Portugal y divide las rutas comerciales así como los territorios en los que cada país podía ejercer dominio. Esto obligaba a los navíos españoles lo que desde Manila debía cruzar el Pacífico hasta sus dominios en el Nuevo Mundo y de ahí continuar hasta España. España no solo lograría participar del comercio en el lejano oriente sino que llegaría a ser un actor principal del mismo durante siglos ya que contaba con una ventaja frente a sus rivales europeos: los territorios en América.

Al ejercer control sobre Manila conseguía un punto de acceso al mercado, pero el control sobre Nueva España y el Perú en América proporcionaba los recursos, principalmente plata, que permitirían a España ser un líder en este negocio durante siglos, creando con ellos la primera divisa global: el Real de a ocho. Esta moneda de plata sirvió como medio de cambio entre muchos países de Asia durante siglos, incluso después de la independencia de los territorios en América y las mismas Filipinas. Esto debido a que su calidad y abundancia la convertió en una divisa de aceptación casi exclusiva por China.

Real de a ocho de Fernando VI. Fuente: Museo Arqueológico Nacional (España)

México era un territorio con una ubicación geográfica estratégica importante para el comercio con Asia: se ubicaba al centro en la ruta naval desde España y contaba con abundantes materias primas y población para extraerlas y producir mercaderías para el comercio. Es por estas razones, y debido a la lejanía geográfica, que la corona coloca a la Capitanía General de Filipinas bajo control y responsabilidad del Virreinato de Nueva España y no como un virreinato directamente bajo el control de la metrópoli.

El sistema de navíos que permitía el comercio entre Manila y Nueva España fue conocido como el Galeón de Manila o Nao de China. Estas embarcaciones iban cargadas de plata (y otros recursos valiosísimos que veremos a continuación) desde el puerto de Acapulco hasta Manila y regresaban a Américas repletas de especias, té, seda, porcelana y otros bienes asiáticos que eran muy cotizados en aquella época. Estas misiones comerciales se iniciaron en 1565 hasta el último galeón que realizó la travesía en 1815.

La Nao de China o Galeón de Manila

Ya habíamos mencionado que los portugueses fueron los primeros europeos en establecer rutas comerciales marítimas con China y buscaban conseguir plata en Japón a través de su enclave en Nagasaki, que usaban para adquirir bienes chinos en Macao (enclave portugués desde 1557) y llevarlos de vuelta a Europa. Sin embargo la cantidad de plata que podían obtener en Japón era pequeña en comparación a la que conseguirían los españoles en América.

En América, el sistema virreinal de Perú y Nueva España claramente buscaba favorecer comercialmente a la metrópoli, que ejercía un monopolio comercial con los territorios conquistados. España gestionaba desde Sevilla y Cádiz el envío de las flotas y galeones a América con productos que deberían ser adquiridos en exclusividad desde ellos y que los virreinatos tenían prohibido producir y/o exportar, como las aceitunas por ejemplo. Sin embargo las colonias al poco tiempo empezaron no solo a producir estos productos sino a exportarlos a otras colonias junto con productos oriundos de América. Algunos ejemplos de esto son el caso del vino producido en Perú que era exportado vía marítima a Centroamérica y que incluso desplazaba al vino español en calidad y precio en estas regiones; o el del mate de Paraguay, que era exportado vía terrestre por todo el continente sudamericano y llegaba desde Buenos Aires a Quito, pasando por el Alto y Bajo Perú.

Ya vimos que las colonias hispanas en América comerciaban entre sí. Dentro de este comercio había uno que es de especial importancia para el tema tratado: el comercio entre Perú y Nueva España. El comercio entre ambos virreinatos era en esencia marítimo, lo cual reducía considerablemente los fletes y se realizaba entre los puertos del Callao y Acapulco teniendo al puerto de Portobelo en Panamá como intermediario. La plata peruana que adquiría bienes asiáticos era a su vez utilizada para comprar más de estos en el siguiente galeón y contribuía a mantener el sistema de la Nao de China operativo.

Rutas comerciales de las flotas y galeones.

En este lucrativo comercio había un solo perdedor: España, que sufría pérdidas al ver la la plata peruana rumbo a China sin pasar por la península. Es por esto que en 1591 la corona prohibió el comercio entre México y Perú. Esta medida tuvo que ser reiterada en 1631 y 1634. Estas constantes reiteraciones demuestran que el comercio persistió a pesar de las trabas burocráticas. Como sabemos, colocar prohibiciones donde se encuentran oferta y demanda solo crea mercados negros, ya que el comercio seguirá existiendo mientras hayan beneficios que ganar.

Además de la plata, los territorios americanos tenían otros bienes que exportar tanto a Europa como a Asia: productos agrícolas, quizás menos brillantes pero igualmente valiosos. Las civilizaciones americanas habían desarrollado avanzadas tecnologías agrícolas y domesticado una gran cantidad de plantas recreativas y comestibles con alto valor nutricional, que además podían crecer en una gran variedad de climas y geografías. Algunos ejemplos de estos vegetales son: papa, camote, yuca, legumbres, tomates, ajíes, maní, tabaco, cacao, y un largo etcértera.

Muchos de estos cultivos están tan fuertemente asociados con la cocina asiática que suele pasar desapercibido el hecho de que no son productos locales. Por ejemplo, en China en particular, los ajíes (chiles o pimientos picantes) son base fundamente de muchas de las cocinas chinas como la de Sichuan o Henan; el maní es un piqueo muy común en China e incluso se lo consume en salsas para acompañar el famoso huoguo; el tabaco es altamente popular en China siendo el principal productor de esta hoja en el mundo; el camote (batata) es un tubérculo muy popular en la zona norte de China y forma parte de muchos platillos en presentaciones poco convencionales como los fideos; la papa se consume bastante como acompañamiento a otros vegetales y carnes; los tomates se consumen en jugos y en el famoso tomate con huevo, un plato muy difundido y aceptado por todo el país por su facilidad en la elaboración.

Con esto terminamos de dar una primera pincelada al contexto histórico que nos interesa y podemos entender la problemática y prioridades de ambos estados en esa época. Conocer esto nos permitirá situar en contexto y entender las decisiones políticas que vendrán a continuación y el impacto que tienen hasta nuestros días.

Fuentes

Comentarios finales

Estoy muy contento de haberme animado a dar inicio a esta serie de artículos sobre la época Ming. El tema del intercambio chino con los virreinatos americanos me tiene fascinando desde hace algunos años y estando viviendo en Shanghái desde hace 3 años y llevar 2 meses en cuarentena este 2022 ha sido el empujón de motivación que necesitaba para trabajar en este proyecto.

Personalmente me gusta encontrar símiles entre los problemas económicos y sociales de aquella época con la actual, ya que ambos son periodos de globalización y muchos de los problemas que pasaron las personas de la época siguen vigentes en nuestros días, en apariencias y contextos distintos quizás, pero como siempre he pensado: a pesar del paso de los siglos, el ser humano sigue siendo el mismo.

Espero que sea de su interés y agrado y, por supuesto, las críticas son siempre bien recibidas. Sin mucho más que agregar me despido y espero sigan esta serie que les prometo estará llena de aspectos curiosos y muy interesantes. ¡Chau!

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Desde la Antípoda

Escrito por Alonzo Ezcurra, peruano viviendo en China. Mostrando al gigante asiático desde mi óptica.