Santurbán explicado a los niños.

Angel Galvis C
7 min readNov 21, 2017

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Bucaramanga, 21 de noviembre de 2016.

Nicole Eisenman “Mining II”.

Es preciso que nos ocupemos de la situación actual del páramo de Santurbán. Pronto será el tiempo de elegir entre: el beneficio inmediato, la preservación salvaje y la generación de valores progresivos. La tensión se desarrolla entre dos discursos vehementes saturados de: indiferencia, insensatez y oportunismo, en un formidable concierto de medios.

En origen, los dos relatos que trataremos se caracterizan por medirse bajo sus propios criterios, y presentan contradicciones intrínsecas en sus contenidos. Por consiguiente, es nuestro deber revelarlos como fábulas. El primer relato es “Minería bien hecha” a gran escala caracterizado por el esfuerzo de los medios y las agencias del Estado en masificarlo. No obstante, deja de lado el principio de precaución, el cual esta bien arraigado en el imaginario colectivo. El segundo relato, “Agua sí y oro no” ha recibido amplia aceptación política y social a nivel regional; sin embargo, es un relato incompleto, que olvida a las 30.000 personas de Santurbán, condenándolas a un futuro de subsistencia.

“Minería bien hecha”

Descompongamos, “Minería bien hecha” a gran escala en sus contenidos principales: es minería de precisión que permite hallar la zona exacta de las vetas, explotando menos area y minimizando el impacto; trata las aguas residuales y las arenas contaminadas de manera responsable cumpliendo con la ley, sustentando su cuantificación de los riesgos en el estudio de impacto ambiental; paga impuestos que serán distribuidos en la sociedad, lo que genera recursos para el progreso de la misma; y por último realiza inversiones que llevarán infraestructura a la región.

Pero estos argumentos son cuestionables, por decir lo menos, la minería de precisión a gran escala entra en contradicción con el tratamiento de algunos de los residuos producidos por la actividad, y adicionalmente hoy no podemos cuantificar sus riesgos en casos como Santurbán. La contradicción es resultado, de un proceso espontáneo y natural, al realizar una perforación de gran tamaño que permitiría extraer 2.6 millones de toneladas de mineral al año, la roca confinada por eras, entrará en contacto con el ambiente, este desencadenará una reacción que produce una gran cantidad de acido, el cual se diluye en las aguas que se infiltrarán a la mina, estas aguas acidas a su vez extraen del mineral sustancias tóxicas como: arsénico, cadmio, cromo, níquel y plomo.

Podemos ir más allá, pues hay una -solución de ingeniería-, esta consiste en extraer las aguas acidas de la mina para recuperarlas en una planta de tratamiento y rehusarlas. La ingeniosa manera es consignada en el estudio de impacto ambiental que explica in-extenso el destino de los 200 litros que cada segundo tratarán. Sin embargo, no hace referencias a la cantidad no determinada de agua que se infiltrará también desde las obras artificiales hacia la compleja red hídrica de roca altamente fracturada en la montaña.

La “Minería bien hecha” peligrosamente entiende el páramo como una superficie de gestión, en contraste, el páramo no es un area enmarcada en un perímetro a 3.100 metros de altitud, sino es un sistema con áreas de transición superficial, y con una compleja red subterránea de acuíferos que transportan el agua a grandes profundidades por la montaña, ese flujo de agua circulante desciende y se mezcla con aguas termales en ascenso, generando una dinámica de flujos que alimenta quebradas en la superficie.

Modelo Hidrogeológico Conceptual 3D (Tomado del Resumen del Estudio de impacto ambiental de Minesa). En este se pude ver la complejidad de los flujos de agua al interior de la montaña y las Vetas El gigante y La Mascota en las inmediaciones de la Quebrada La Baja. En azul el agua descendente del páramo y en rojo las corrientes termales ascendentes.

Profundizando la argumentación de Minesa, ellos presentan un modelo hidrogeológico en el estudio, que no incluye la dispersión del arsénico, el cadmio, el cromo, el níquel y el plomo, hacia los acuíferos subterráneos, porque de fondo, el modelo simplifica en exceso la naturaleza del sistema y sus interconexiones a grandes distancias. En suma, en el estudio no hay un numero que explique cuánta agua contaminada fluirá por el sistema subterráneo hacia quebradas como La baja y ríos como el Suratá, generando un potencial impacto en la salud publica de 2.2–2.5 millones de personas en Santander y Norte de Santander.

No se cuenta con estudios científicos independientes y transparentes, que permitan concluir con certeza un nivel de riesgo, por lo tanto, “ante la duda absténgase”.

Una vez expuesta la contradicción técnica, surge una política con un impacto igualmente profundo: impuestos, recursos y progreso regional. Por su misma naturaleza, la minería no multiplica las oportunidades, simplemente, aumenta los ingresos fiscales, la minería en el mejor de los casos propicia la creación de sectores orientados a satisfacer las demandas de un Estado enriquecido. Ese que en Colombia es ineficiente para generar bienestar, lo expresan las “obras” visibles: canchas sintéticas, parques, y conciertos.

El modelo extractivo requiere un Estado racional que consiga distribuir eficientemente los ingresos fiscales, y que se cubra de caídas en los precios de los minerales extraídos, y eso en nuestra realidad -es un riesgo inmenso-. En nuestro gobierno abunda el clientelismo glotón. Enriquecerlo es darle pan, el pan de todos. -y luego dirán que el gobierno fue bueno, porque regaló pan barato, a los sobrevivientes que quedaron-.

A diferencia con las consultas populares realizadas en los últimos años en todo el país, los alcaldes de los seis principales municipios de la zona, están en sintonía con la “Minería bien hecha”. Esta aparente contradicción nos introduce el segundo gran relato:

“Agua sí y oro no”

“Agua sí y oro no”- El segundo mito-, es tentador sin lugar a duda, consistente, robusto e “infalible” -para algunos-, “Agua sí y oro no” es la tiranía de las mayorías, es olvidar mas de cuatro siglos de tradición minera, es no ser incluyente, es permitir que los que tienen el poder para hacer una verdad se impongan sobre aquellos que se han visto aplastados por la verdad siempre.

“Agua sí y oro no” es una utopía, es una retórica que desconoce las necesidades de quiénes viven en la zona, no captura las insatisfacciones de estas personas que hoy en día no pueden realizar ni agricultura, ni minería sobre las regiones donde viven. “Agua sí y oro no” se descompone en: la preservación del agua, en la no realización de actividades mineras en la zona, ni de ninguna actividad que pueda alterar la naturaleza, de modo que podamos preservarla, ¿preservarla? ¿para quién? -para algunos-.

Un relato excluyente desperdicia el potencial de transformación social, pues se expone a contradicciones que surgen de la inconformidad de aquellos que viven sobre el páramo. “Agua sí y oro no” es una critica externa, que ya es ignorada por los habitantes de los municipios aledaños al páramo. El agua no puede ser preservada para algunos, no podemos dejar cruzadas de brazos a 30.000 personas, porque “somos más”.

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, que salimos a marchar 120.000 personas, y aunque la retórica es incompleta e incluso excluyente. En un esbozo de coherencia que queda del relato excluyente del “Agua sí y oro no” se emprendió la batalla legal capaz de detener la explotación en las inmediaciones del páramo.

Una glosa

Lejos del discurso indiferente e insensato, lejos del oportunismo económico y político, debemos encausar la fuerza de la sociedad para generar contradicción, a través de la critica inmanente. Esa que encuentra que el contenido propio de los grandes discursos: “Minería bien hecha” y “Agua sí y oro no” ya no calza con la realidad, -nuestra realidad-. Entendamos el desarrollo como un “auto-descubrimiento”, un concepto capaz de modificar la institución.

La generación de valores progresivos, surge como la alternativa mas viable, es distante de los extremos y la polarización de los grandes relatos que nos han contado. No es tarea imposible, pensar un Santurbán que necesita descubrirse, con igualdad de oportunidades ante la generación de valor, enterrando en la montaña para siempre la economía de subsistencia, dedicado a industrias mas redistribuidas como el turismo -¡Santurbán tiene una historia que contar!-, y finalmente creando instituciones — no esperando que caiga una limosna de estas-.

La transición es necesaria, un proceso minero artesanal -no ilegal- a pequeña escala, fuera del “area de páramo”, con cero mercurio y cianuro, disponiendo las arenas contaminadas de forma adecuada, tratando los drenajes ácidos de manera centralizada, y con una profunda evaluación de la dispersión de contaminantes hacia el acuífero subterráneo es viable, es un puente entre hoy y mañana.

Santurbán requiere agricultura sostenible, diseñada para no afectar el páramo. Encontrar la oportunidad en la dificultad, reformando la oferta de productos de manera continua, permanente, y práctica.

No obstante; los retos del Estados que son de mayor alcance son cuatro: financiar un estudio transparente e independiente para decir: cómo, dónde, y cuánto se puede explotar a pequeña escala fuera del páramo; garantizar la seguridad en la zona para evitar que lleguen los grupos de innombrables que saben explotar oro en la ilegalidad; desmontar de forma progresiva el modelo extractivo, para migrar a una economía regional que se base en la generación de valor; adjudicar recursos para impulsar la transformación de la economía regional, una propuesta interesante es el impuesto directo sobre el metro cubico de agua de los 2.2–2.5 millones de consumidores, que se debe invertir en los 30.000 habitantes de la zona del páramo.

Es parte del pasado entender el desarrollo sostenible como un oxímoron. Sin embargo, en el presente las comunidades que por azar nacieron en zonas tan complejas como un páramo deben generar la transformación social que las lleve al bienestar, asumiendo la ambivalencia de la suerte que los hizo nacer sobre el oro, y orientados en generar cadenas productivas sofisticadas, que les permitan distribuir los ingresos en la población, que los lleven al bienestar en una economía que inevitablemente se sentirá angustiada por ser sostenible.

¿Se tomaría usted en Bogotá, Medellín o Bucaramanga una botella con agua proveniente de Santurbán conociendo su historia de preservación?

Angel Galvis Caballero, MSc.

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Referencias:

https://medium.com/@angelgalvisc/referencias-de-santurb%C3%A1n-explicado-a-los-ni%C3%B1os-293a67267cce

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