9. Wide Awake, Odesza

Anna Dominguez
2 min readOct 13, 2023

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Un mes o más de preparación minuciosa. Se ordenó el pastel y era perfecto. Los pósters recién enmarcados; cada uno con un significado más allá de lo que los ojos pueden ver. El atuendo completo: vestido, peinado, uñas. Cada cosa estaba en su justo lugar: el esfuerzo no se notaba, pero ahí estaba. Y la música. La lista perfecta donde cada canción seguía de forma intuitiva, seleccionadas con cuidado quirúrgico para llegar a los oídos para los que fueron seleccionadas. Los mensajes colgaban de las paredes, flotaban en los vasos, se percibían en el perfume que desprendían sus clavículas, se bailaban en los ritmos que inundaron la sala y a todas las personas que poco a poco llenaron los espacios. Ella miraba a la puerta cada tanto, con las palmas sudorosas. El teléfono no tenía más mensajes, seguro venía en camino. Brillo en todos lados, risas de la gente, felicitaciones sinceras y uno que otro regalo. Ella sonreía, pero siempre reservando algo. ¿Dónde estaba? Bailó poco. Comió poco. ¡Feliz cumpleaños! Rió mucho pensando que esos gestos distraerían a la gente de lo que realmente estaba ocurriendo. La distraerían a ella de lo que realmente estaba ocurriendo. Poco a poco la sala se fue vaciando, igual que su pecho: el vacío que trae un a puerta que se abre incontables veces, pero nunca es cruzada por la persona adecuada. Apagó las luces, mañana barrería.

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