Qué pensaba mientras veía el 2x04 de Euphoria

Voy a anotar algunos de los pensamientos que me han pasado por la cabeza mientras veía el cuarto episodio de la segunda temporada de Euphoria. Aún es pronto para decir si esta temporada supera a la primera o al menos está a la altura, pero puede percibirse una promesa, una intención. Es suficiente como para permanecer atento, en mi opinión, aunque el efectismo puede quedarse en nada. Las pretensiones, también. Y lo digo yo, con lo pretencioso que soy.

Armando Manzano Martínez
11 min readFeb 4, 2022

Flor penitente

Empiezo por Cassie, mi joyita de la corona esta temporada, como creo que le pasa a mucha gente. Al inicio del episodio, enciende las velas de la tarta de cumpleaños de Maddy de manera casi penitente. No sé si el catolicismo está dentro de las referencias y la imaginería del director, pero veo fácil enlazar esa imagen con la de una devota (o una pecadora, o ambas cosas) que prende cirios en la iglesia para pedirle a Dios. O para suplicarle perdón. El vestido rosa pastel, las trenzas y los ojos tristes casi componen el look de una muñeca rota. Manufacturada, muy a su pesar. Es como una flor preciosa que se deshoja a sí misma diciéndose: “Me quiere, no me quiere…” hasta quedarse sin pétalos.

El montaje con escenas y planos de Nate, Cassie y Maddy del inicio me produjo mucho placer a nivel de edición y música. La conversación nocturna entre Maddy y Nate se me clava también por lo realista que es. Lo sentí como un diálogo contradictorio e incluso visceral. Creo que todos hemos tenido una conversación así de íntima con alguien a quien queremos o hemos querido, que combina reproches y análisis críticos con recuerdos y frases dulces. Sentimientos confusos.

Maddy se siente algo desesperada, busca continuamente separar lo malo de lo bueno en su relación (“I’m not talking about obsession, or fighting, or fucking. I’m talking about love. Did you feel loved by me?”). Quiere salvar algo sincero, creer que no está todo entrelazado de manera indivisible, cosa que es falsa. Verles caer de nuevo en una trampa tan fea y evidente es sufrido para la audiencia, pero de nuevo, realista. Se siente un poco como ver a tu amiga cagarla cien veces, casi con resignación. Agradecí su posterior momento de lucidez en el jacuzzi, saltando ante el mínimo gesto chirriante, aunque a veces no sea capaz de ver grandes signos de peligro. ¿O sí? Hay teorías que dicen que está siendo consciente de todo y juega su propio juego. Sería un giro interesante si se hace bien.

“No me quiere”

La escena de Nate y Cassie es una de mis favoritas. Él intenta convencerla de que decirle que aún guardaba sentimientos por su ex significaba dejar la puerta abierta a volver con ella, para después remarcar que no han vuelto. Casi chillo de rabia cuando le acusa de acostarse con el novio de su amiga, a pesar de que ya no estaban juntos. “That is a comfort to nobody, but you”. Que lo acabaran de dejar es muy importante y el efecto es el mismo que si estuvieran juntos en ese caso, según Nate, pero que estén cerca de volver no debería indignar ni doler a Cassie, también según Nate.

Sorprendería lo emocionalmente retorcido del personaje si no fuera porque existen demasiados hombres así, capaces de decirte que eres una persona que busca destruir la felicidad ajena con tu egoísmo para, acto seguido, proponerte que vuelvas a la cama con él. Por eso produce tanta felicidad el momento en el que Cassie hace clic y se da cuenta de que, para que no juegue con sus miedos, puede pasar a ser completamente temeraria. Una actitud de escape que será tremendamente peligrosa para ella, pero que consigue echar hacia atrás a Nate. “Sí, dices que soy mala amiga y una hipócrita, pero además de eso soy una puta loca, así que deberías tener miedo”. Es un poco como la estrategia de Jules de cortarse el brazo para alejarle en el primer episodio de la serie. Por lo que hemos visto, solo tiene un efecto temporal.

Esa actitud de entrega a la locura tiene continuación con la ansiedad del cumpleaños, su baile en bañador totalmente enredada por los globos de la fiesta (¿Soy muy básico si digo que me gustó la metáfora visual?). La inestabilidad acaba explotando dentro de ella, no en la humillante escena en la que vomita en el jacuzzi -espero no haber sido el único casi-millennial que ha recordado al verla el vídeo de cierto accidente en cierto jacuzzi en cierta edición antigua de un Gran Hermano extranjero-, no, sino en el momento en el que sube las escaleras completamente destrozada y sujeta por su madre, y no puede evitar girarse y lanzar una mirada de angustia y súplica a Nate. Para no obtener nada de él, claro. Ese es el verdadero momento de absoluta locura para mí. Tal vez… ¿Demasiada?

No digo que Sydney Sweeney no haga una gran actuación o que los sentimientos que se muestran no sean realistas, pero hay algo morboso y casi pornográfico en verla al límite en cada episodio. He leído demasiadas veces a analistas, críticos y espectadores criticar el trope de la mujer que es abierta en canal para que se consuma su dolor como para no recordarlo cuando veo esta serie.

La imagen final de su mirada virginal y sus lágrimas reincide un poco en este fetiche del sufrimiento. Por cierto, hay quien ha querido ver una referencia a Mother!, a mí me recordaría más, en todo caso, a la escena final de Midsommar. En redes se lo ha llamado vacío, sinsentido, superficial… Pero no lo creo, así que he de romper una lanza a favor de este plano. Cassie ha pasado media vida queriendo rodearse de cosas bonitas. Proyecta compulsivamente una imagen que le han hecho creer que es la única que le da valor. De hecho, para mí su historia es un ejemplo claro de los peligros del discurso del pretty privilege. Esa misma belleza la oprime y la asfixia. A pesar de estar rodeada de elementos naturales, la imagen se siente artificial, inorgánica. Las flores están colgadas boca abajo o en jarrones, bonitas pero sin vida. Accesorios muertos, puramente ornamentales. Cuando la cámara se aleja, vemos que Cassie está atrapada en el interior de su tocador, literal y figuradamente.

Dos chicas no tan presentes (al menos por ahora)

Unas pocas líneas sobre Kat: no creo que su giro en esta temporada tenga que ser necesariamente incoherente o sacado de la manga. De hecho, me parecería muy interesante si no se le diera un espacio de unos diez segundos por episodio (en realidad 1 minuto 57 segundos según un youtuber que ha recopilado todas las escenas en las que aparece en este episodio). La serie podría dejar de retorcer y retorcer tramas que sí, son profundas, pero ya nos hemos enterado, y justificar el arco de Kat con un poco más de sustancia. ¡La escena de las chicas normativas animándola a quererse a sí misma en el segundo episodio eran buenas bases! Eso sí, bastante perturbadora la imagen de Ethan y ella en el coche en medio de la nada, en el mejor sentido de la palabra.

Perdón por la calidad

Después la pobre Lexi, siempre de fondo observando y analizando, queriendo encontrar una doble que inmortalice y valide la visión que tiene de su hermana. Me recuerda un poco a cuando estoy con diferentes amistades y les cuento una misma historia o discusión, repito las mismas frases de la misma manera cada vez y hago la mejor imitación posible de la tercera persona en cuestión. Siempre dramatizando un poco, poniéndole algo de “mimimimi” que desautoriza al otro sin dejar de ser sincero, dándole vida a mis emociones. Me he dado cuenta de que a veces supone en parte recrearse en la propia frustración. Pero para una persona tan contenida como es Lexi, tal vez sea liberador. Yo solo espero que le vaya bien…

Un poco cómicas estas miradas, espero que el director sea consciente

De depredador terrorífico a daddy incomprendido

Las escenas de Cal casi no me parecen dignas de comentar, pero parece que a continuación vienen largos párrafos hablando sobre él de todas formas. Es interesante humanizarle, pero se siente algo artificial. Ya revivimos su historia con su amigo de juventud en el anterior episodio, no necesitamos tantas escenas con miradas lagrimosas, desenfreno alcohólico y recuerdos de un pasado frustrado. Tiene cierta gracia ver lo desactualizado que está, cómo su forma de funcionar le hace imposible integrarse entre “los suyos” con normalidad. Tampoco está mal ver cómo los monstruos son capaces de sentir cosas puras y sinceras.

Lo que me chirría es cómo la serie casi parece querer convencerme de que Cal está en un momento de liberación y de autodescubrimiento sincero, aunque haga explotar a su familia por el camino. La escena con su mujer y sus hijos, aunque vergonzosa, casi le realza: reconoce la verdad por primera vez y hasta critica el probable doble rasero homófobo de su hijo. Demasiadas buenas intenciones de pronto, no termino de creerme su desarrollo. Imagino que el descubrimiento del CD y la conversación con Fezco (no hemos visto qué excusa ha puesto para las heridas de la cabeza, por cierto) le habrán impactado, pero hay algo en este tránsito de depredador terrorífico a daddy incomprendido que no me cuadra.

Tal vez si esta es una careta que él mismo quiere ponerse para justificarse por sus depravaciones (echar en cara a su familia sus secretos puede formar parte de esta estrategia) tenga algo más de sentido, pero espero que esa careta caiga y deje ver la oscuridad detrás, o la serie acabará dibujando una especie de Joker justiciero contra la hipocresía del tipo: “Me han jodido, por eso estoy tan loco. Pero en el fondo todos lo estáis, solo que no lo reconocéis”. De hecho, Joker no, pero un vaquero forajido-lobo solitario sí parece considerarse, que supongo que es una versión antigua de lo mismo. Soy demasiado joven para saberlo.

El detalle de decir que le es indiferente acostarse con “hombres, mujeres o transexuales” confirma mis sospechas de que ve a las personas trans como una especie de limbo entre el hombre y la mujer o incluso como un tercer sexo. Desde la temporada pasada se podía intuir que acostarse con Jules era para él una manera de satisfacer su atracción hacia los hombres sin sacrificar del todo su masculinidad, recurriendo a lo que considera algo “intermedio”. Añadiría también que, para un youtuber al que sigo, el momento de Cal orinando en la alfombra de la entrada representa cómo “destruye” o “ensucia” su hogar. Más que un insulto, para mí es una forma de autoafirmación de su masculinidad que roza lo animal, lo territorial.

Dream bisexual blunt rotation

Sobre el trío Jules-Elliot-Rue no hay demasiado que decir. Jules se lanza a los brazos de Elliot porque le presta atención y parece valorarla, en contraste con una Rue ausente e inexpresiva que ya solo es capaz de sentir lo que siente por Jules a través de montajes cursis con imágenes de la cultura popular romántica en su cabeza (Un recurso muy manido, ¿no? Aunque la referencia a Frida me ha parecido chula). Los intentos de darse celos y jugar con sus sentimientos, como cabía esperar, solo han empeorado las cosas. Jules no solo va a enfrentarse a la traición de su novia, también a la culpa de no haber querido ver su recaída y, más aún, haberla traicionado con quien se drogaba con ella.

Solo unas cuantas cosas más sobre esta trama. Si tengo que volver a ver más planos interminables de la cara de Rue después de drogarse abandono esta serie. No por romantización de las drogas (de ese tema tan manoseado y, en mi opinión, malinterpretado, ya hablaré en otro momento), sino por puro aburrimiento. Y la segunda: ¿Que un señor enfurecido reviente el cristal del coche no merece una conversación sobre el tema después? Sé que se supone que sus vidas son extremas, pero joder, un comentario aunque sea.

Por ir acabando: la conversación de Rue con su padre es dramática, sí, pero a mí no me decepciona. No consigo entender por qué Elliot está de pie en medio de la iglesia, no encontré sentido alguno a ese plano. Las frases finales de Rue y Jules tal vez sean una referencia que no consigo identificar. A mí me transmite una especie de sentido religioso que, en este contexto, se convierte en una oda al Padre, un canto a los orígenes y a la protección del amor. O eso me parece a mí, también podría ser palabrería barata. Según ha dicho Hunter Schafer en una entrevista, ni ella sabe por qué dice la línea final.

Venga, que acabo, ahora sí que sí

No es que haga un sondeo de las redes sociales pero, por lo que he visto en mi timeline de Twitter, estos nuevos episodios de Euphoria no están terminando de enganchar. Kat está prácticamente desaparecida, Mckay está literalmente desaparecido y al complejo dúo Nate-Jules ni se le espera. Por lo visto, según rumores publicados en varios medios, estos huecos en el guion surgen por conflictos internos entre actores o entre ellos y el director. No es la única polémica: la actriz Sydney Sweeney reconoció en una entrevista que la cantidad de escenas sin parte de arriba de su personaje le resultaron excesivas cuando leyó el guion y que tuvieron que reducirse por su incomodidad. Demasiado traqueteo interno que acaba afectando al resultado final y a la percepción de los espectadores.

En resumen: una noche delirante y angustiosa para todos los personajes. Y durante todo el episodio la música es agónica (esto no es malo), a mí por lo menos me resulta dolorosa, pero puede ser porque tengo relación rara con la música. Ojalá este sea solo un punto de inflexión especialmente oscuro y no un síntoma de que la serie está abandonando sus espacios de humor y ligereza para tomarse demasiado en serio a sí misma. Quizás demasiadas miradas tristes a cámara lenta porque sí. No sé.

Estéticamente, la serie ha sabido transformarse sin perder su esencia y por ello merece un diez. Si la pasada temporada era el famoso caleidoscopio de púrpura y purpurina, esta es un túnel de sombras, ráfagas de luces verdosas y anaranjadas y amaneceres saturados colándose por los resquicios. Sigue en pie la pregunta que todo el mundo se está haciendo: ¿Hasta dónde está bien beber de la estética y del impacto visual? Beber demasiado está feo, al final se acaban diciendo tonterías. En fin, no me gustaría acabar viendo Euphoria como una tienda de disfraces muy artísticos para cosas que en el fondo no lo son tanto.

A pesar de todo, personalmente me ha gustado mucho

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