Agile 19 años
“Un cliente puede tener su automóvil del color que desee, siempre y cuando desee que sea negro” Henry Ford — 1920.
Se trataba de poner en marcha uno de los más revolucionarios sistema de trabajo conocido como “cadena de montaje”, un sistema que perdura en la actualidad y cuyo principal objetivo en la época era conseguir reducir los tiempos de montaje de los famosos Ford T, se consiguió pasar de 12 horas de montaje a 93 minutos al poner en marcha este sistema de trabajo, de igual forma conllevó una menor dependencia de la cualificación de los empleados llegándose a fabricar entre 1908 y 1927 unas 15 millones de unidades, sin lugar a dudas asombroso.
Pocos años antes, en 1891, Frederick Taylor define “la administración científica del trabajo” la cual se podría describir como la división de las tareas del proceso productivo; el objetivo es aumentar la productividad, sellando un término que sigue presente en nuestros tiempos, más aún, está perfectamente adaptado a la era digital y algunos autores lo han denominado “Taylorismo digital”.
A grandes rasgos podríamos decir que el “Taylorismo digital” es la organización global del trabajo del conocimientos, propio de la tercera revolución industrial, para acentuar los procesos de eficiencia productiva reduciendo los costes y la cualificación a través de diferentes palancas, digitalización de la información, reducción de salarios, deslocalización de recursos, etc.
Esta introducción pretende de alguna forma hacernos pensar que no podemos negar que estos hechos forman parte de nuestra historia industrial, tecnológica y en resumen de nuestra identidad, hechos que con más o menos detractores nos han ayudado a desarrollar nuestros modelos económicos, hechos que se encuentran arraigados en nuestra propia cultura a diferentes niveles, hechos que luchan ávidamente contra un cambio cultural, un cambio en nuestras formas y métodos de trabajo que recientemente, vestido de Pandemia, ha visto acelerado su crecimiento y expansión, un cambio de modelo que adoptamos de forma tardía debido en gran medida a nuestra propia cultura.
Podría ser este uno de los motivos que nos ha llevado a una adopción tardía de la “Cultura Agile” en nuestro país, en nuestro modelo de trabajo, en nuestras compañías, uno entre tantos de los motivos por los cuales dicha adopción se haya visto tan retrasada, es probable que sea un motivo cultural, un miedo sistémico a abandonar lo tradicional lo que ha propiciado que 19 años después de la publicación del Manifiesto Agile el 12 de Febrero de 2001 sigamos tan lejos de la Agilidad, de sus cuatro valores, de sus doce principios que marcan un cambio, un cambio de cultura donde se pone en valor:
- A los individuos y sus interacciones sobre los procesos y las herramientas.
- Al software funcionando sobre la documentación exhaustiva.
- A valorar más la colaboración con el cliente que la negociación contractual
- A valorar más la respuesta ante el cambio que seguir un plan.
Una resistencia al cambio que no focalizaría en las compañías en sí, sino en las personas, pues se trata de cambiar como persona cuando eres un cliente, como persona cuando eres responsable de un equipo, como persona cuando formas parte de un equipo, una transformación que implica como venimos comentando de un cambio en nosotros mismos.
La pregunta se hace casi obligada, ¿eres Agile?
Iván Gonçalves.
