La 44ª tribu

Beatriz López Ewert
4 min readFeb 11, 2023

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Lo prometido es deuda. Hablemos de los indios en Kenia.

Para eso tenemos que remontarnos a la construcción del ferrocarril entre Kampala y Mombasa, una línea que pronto se conoció como la lunatic line, que podemos traducir como la línea de los locos o una locura de línea. La idea era conectar el hinterland africano con la costa para poder explotar y exportar las riquezas con que contaba el interior, a la cabeza de las cuales se encontraba el marfil. Sin embargo, los leones, las termitas, las enfermedades tropicales, que hacían estragos entre los trabajadores, la difícil orografía, las tribus hostiles que hubo que apaciguar y el costo elevadísimo de la construcción convirtieron la empresa en una auténtica locura.

El caso es que los británicos se trajeron trabajadores indios para construirla porque poseían experiencia previa en ese tipo de menesteres con el ferrocarril en su tierra y porque eran más fiables que los locales, los cuales parece que cuando cobraban el primer salario desaparecían para no volver. De todas maneras, parece que la mayor seriedad de los indios tenía que ver con el hecho de que estaban aislados en tierra extraña y ligados por contrato a sus empleadores (eran indentured workers, en inglés), lo cual se parece mucho a lo que hacen los traficantes de personas hoy en día. Captan a sus víctimas con el señuelo de un puesto de trabajo en el extranjero, prometen hacerse cargo de los gastos de transporte y alojamiento y, cuando los infelices llegan a su destino, descubren que les llevará años devolver la deuda contraída.

El caso es que la mayoría de los que vivieron para contarlo volvieron a la India cuando concluyó su contrato. Sin embargo, una vez en funcionamiento el ferrocarril (que por cierto dio lugar al nacimiento de Nairobi, que al principio era poco más que una estación en la línea), se corrió la voz de que en África Oriental se podía hacer fortuna, lo cual atrajo a un número considerable de hombres de negocios de la India.

Los comerciantes indios que se instalaron en Kenia de hecho propiciaron la aparición de una economía monetaria en la colonia. En un principio la administración colonial pagaba a los locales por sus servicios en especie, ya que no había monedas en circulación. Sin embargo, con la aparición de los pequeños comercios regentados por la comunidad india, se empezó a generalizar el uso del chelín de África Oriental, que con el tiempo mutaría en el actual chelín keniano.

A partir de esos orígenes modestos, los indios han llegado a dominar la economía de Kenia. Manu Chandaria, empresario y filántropo, es el paradigma del éxito de la comunidad india en tierras africanas. He aquí un ejemplo más cercano, del sector de la alimentación: en mi anterior casa uno de mis vecinos era dueño de una de las mayores empresas productoras de harina en el país. Teniendo en cuenta que la mayoría de la población se alimenta a base de hidratos de carbono, la harina es un producto estratégico. Sin embargo, no solo están presentes en la industria, sino que también tienen una fuerte presencia en la banca y en el sector de servicios en general. También cuentan con muchos profesionales en sus filas: abogados, economistas, arquitectos y médicos, por citar solo algunos ejemplos.

Sin embargo, lo que los hace omnipresentes en Kenia son los miles de pequeños negocios que regentan: Ya se trate de fruterías, ferreterías, tiendas de decoración, de fotografía, de ropa, restaurantes … la presencia india es abrumadora.

Por si acaso, Kenia tiene muy cerquita el ejemplo de lo que sucedería si decidiese prescindir de los indios. Y es que, en 1972, el dictador ugandés de infausto recuerdo, Idi Amin Dada, ordenó la expulsión sus compatriotas de origen indio del país alegando que le estaban arrebatando Uganda a los ugandeses nativos. El resultado fue un desplome estrepitoso de la economía.

Recientemente, los indios han sido reconocidos oficialmente como la 44ª tribu, algo por lo que la comunidad llevaba luchando mucho tiempo y que en Uganda están aún lejos de conseguir. La mayoría procede de los actuales estados de Guyarat y Punyab y conserva sus lenguas de origen. Sin embargo, aunque nos refiramos a ellos como indios, también los hay de origen pakistaní y bangladesí. Por supuesto también dominan el inglés. A pesar de que su suajili no suele ser para echar cohetes (suajili de cocina, le dicen en inglés), eso no va en desdoro de su condición de políglotas de nacimiento, como el resto de sus compatriotas.

Ahora bien, que las apariencias no os engañen: la comunidad india en Kenia está lejos de ser un todo unitario. La mayoría de ellos profesan el hinduismo, subdivididos en una serie de castas. El segundo lugar lo ocupan los musulmanes, a su vez repartidos entre sunníes y chiitas, entre los cuales a su vez se cuentan ismailíes, duodecimanos y bohras. Los grupos más minoritarios son sijs, jainistas y cristianos. Muchos de estos últimos vienen de Goa, que fue colonia portuguesa. De allí que sus nombres a veces suenen a todo menos a indio, como es el caso de una mujer que conozco que se llama Maria Carvalho.

Hasta aquí el capítulo de hoy. Espero que lo hayáis disfrutado.

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