De las cinco a la eternidad

BurguerCangreburguer
2 min readOct 29, 2014

Cuando te sentaste a la mesa frente a mí, los dos apartamos la mirada con una combinación de timidez y expectación. Te pasaste los dedos por el pelo y yo hice lo mismo, y entonces cuando dejamos de decir demasiadas cosas a la vez, nos miramos y nos esquivamos con una sonrisa. Se me encendieron las mejillas y quise sentir tus dedos en la nuca, así que me pasé las manos por el pelo otra vez.

Sabía que eras guapo, pero no sabía cómo sería tenerte a solas sonriéndome sólo a mí. Cuando lo ví, de repente supe porqué un bebé es capaz de jugar a cu-cú-tras-tras mil veces seguidas y no cansarse nunca. Sonríeme desde el otro lado de la mesa bajo el sol de la tarde, día tras día, año tras año, pensé, y reiré cada vez como si fuese la primera.

¿Recuerdas cómo sabía la cena? Yo sí, pero no recuerdo la comida específicamente. Recuerdo que sabía a algo que quería comer para siempre, y luego como un tesoro inesperado que te encuentras con regocijo, y después, cuando nos besamos, sabía a tí.

La música suena mejor cuando la escuchas un poco borracho, tirado en una alfombra. O también muy borracho. Casi tan bien como en el coche. Puede que incluso mejor que en la ducha, pero quién presta atención a la música en la ducha.

Si me pongo a pensar en cómo hueles, me encuentro con una elección imposible: ¿mejor por la noche o por la mañana?

Dos personas que aún no saben cómo tocarse aprenden a trompicones. Tú no conoces mi idioma. Yo no estoy aqui para colonizarte. Titubeamos y exploramos y nada resulta familiar. Cuando me coges la mano por la calle, yo me acerco y aprieto más fuerte. Lo vuelves a hacer tres manzanas después. Cuando paso cerca tuyo de camino a la cocina, te beso en el hombro y la mejilla mientras estás sentado con un libro, leyendo muy concentrado. Creo que no te das cuenta y me voy, pero entonces un dedo repasa mi muslo así que vuelvo a por unos besos. Cuando pones tus caderas contra las mías primero hay incerteza pero luego se ponen en movimiento cada vez con más destreza y sabiduría, y puedo sentirte sonriendo contra mi cara y yo me río en tu oído, y entonces somos todo eso, lo somos todo a la vez.

--

--