La Chica y el Mar

BurguerCangreburguer
3 min readJun 26, 2015

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Me he pasado el 70% de mi vida viviendo al lado del mar y quizá el 30% en el interior. Ese 30% es lo peor. No estoy hablando de playas glamurosas y líneas costeras de atracción turística sino, en general, de vivir al lado de cualquier masa grande de agua, sea mar, océano o lago. Esta enorme parte de la naturaleza está tan conectada con la biología y la vida humanas que siento que es casi antinatural vivir lejos del agua.

Hay algo en vivir junto al mar que te orienta. ¿Te estás moviendo hacia él o alejándote de él? Esto siempre me ha dado un sentido innato de saber dónde estoy. Proporciona un ancla y punto central desde el que todo se mide. Los litorales son casi siempre sistemas económicos y humanos increíblemente importantes, y en el mundo de hoy en día de junglas de hormigón y ecosistemas hechos por el hombre, el agua es uno de los últimos remanentes de la vida natural y la tierra. El agua es un símbolo de movimiento. Es transitoria y fluida, siempre cambiante e imposible de mantener quieta.

«Ningún hombre pasa dos veces por el mismo río, puesto que no es el mismo río y él no es el mismo hombre» — Heráclito.

No puedes confiar en el océano pero puedes hallar consuelo en su presencia.

El agua proporciona unos cimientos, una conexión, movimiento, transición, paz, guerra, estabilidad y cambio simultáneamente y eso es una representación de cómo vivimos. Cada día luchamos guerras interiores y fingimos paz exterior; algo que encuentro extrañamente replicado por el mar en calma con duras corrientes subterráneas u olas que derrotan la orilla. Un estudio en Inglaterra ha encontrado que cuanto más cerca vives de la costa inglesa más sano estás. Había evidencias de que otros entornos acuáticos también ayudan.

La costa guarda un significado profundo ya que aparenta permanencia pero se mueve con las olas y se transforma a diario. Las mareas son causadas por el influjo magnético de la luna y el sol; equilibran naturaleza y vida. Creo que el agua nos atrae naturalmente, ya sea en una fuente en el jardín, una piscina, un canal o un río; hay algo en estar cerca del agua que es importante. Hay un bello equilibrio y quietud que se asocian con el agua junto con un elemento impredecible y casi violento que asegura que, por mucho que uno ame el océano, eres bien consciente de que él no te amará a ti.

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