Fuego amigo

María José Arias
3 min readMar 25, 2018

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Tic tac, tic tac. La urgencia electoral y el empate hasta hoy insuperable pone nerviosos a unos y otros. Y obliga a alianzas y concesiones, con tal de llegar a la meta. Si lo sabrá el PAC, con Luis Guillermo desaparecido en acción o por lo menos preso de una afonía notable, que ha dejado en Carlos Alvarado y Ottón Solís toda tarea aclaratoria de lo que hizo, no hizo y promete hacer el gobierno saliente que se sueña entrante.

Sumar votos y gente que tire del carro no es gratis. El PUSC, flamante partner, le está poniendo toda la carne al asador, desde Rodolfo Piza para abajo, con su retórica de renunciamiento generoso para salvar a Costa Rica y hacerla grande. Un problema porque la estrenada sociedad de convivencia ya ha dejado atropellados por el camino. La primera baja es Marco Feoli, a quien el DT Alvarado acaba de excluir de la selección que jugará la Copa Champions PAC 2018–2022, para regocijo de La Extra, quien desde el 2015 dedica editoriales cariñosos para los altos mandos de Justicia.

Cosas veredes. El strip tease de Patricia Vega en la mesa de Amelia Rueda, disculpándose por la “política de liberación masiva de privados de libertad” ha sido una ofrenda en bandeja de plata a sus denostadores. Feoli, sabiendo que su fecha de caducidad como jerarca se avecina, ha dicho lo suyo, defendiendo en una soledad llamativa las obras de su ministerio. Si dos más dos son cuatro, su sucesora será Vega, quien ya ocupó la poltrona con Abel Pacheco, en un gobierno PASC, PUAC o cómo se pueda llamar.

Los bautismos y las fotos con abrazos serán lo de menos. El tema, en este caso, es qué hacer con los habitantes de las siete cárceles del país. Porque además son muchos (más de 14.000) tantos como 1 por cada 350 habitantes (uno de los ratios más altos de la región). Y cómo evitar que la espiral de la delincuencia siga creciendo.

Tiempos de mano dura. El fenómeno Restauración Nacional, que sigue sostenido en lo alto en las vísperas del balotaje, sumado a los sondeos que sitúan a la inseguridad ciudadana como primera preocupación de los costarricenses, pusieron al PAC en una encrucijada. La fuerza roji-amarilla, esa que siempre se hace esperar con sus decisiones, la que continuamente se pregunta quién es, quién no es, o cómo ha de cumplir sus compromisos esenciales para no traicionar a la Patria, incineró en 48 horas lo que ha sido la política penitenciaria de su propio gobierno.

Los derechos humanos, en clave carcelaria, son una piedra al rojo vivo desde que Fabricio Alvarado y otros candidatos pusieron la cuestión en campaña, porque siempre es más fácil hablar de asesinatos y criminales que de economía y fisco, lo cual demanda otros rigores y preparaciones.

El otro gran postulado de DD.HH. del PAC es el reconocimiento de derechos ciudadanos al colectivo LGTBI. Una cuestión que no se puede mensurar en votos porque en el padrón electoral las opciones sexuales de cada sufragante no están desagregadas.

Esa es una bandera que Carlos Alvarado ha prometido no arriar. Una promesa más para polarizar una elección que la política tradicional jamás imaginó: entre un joven politólogo vs. un salmista yotuber. Tolerancia vs. tradiciones. Político profesional vs. diputado outsider.

Frente a las pantallas, devorándose un debate tras otro, miran atónitos Oscar Arias y la dirigencia que parece haber perdido las riendas de este país. Aunque usted no lo crea, diría Ripley.

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