Los alumnos de Rocío
Como en un guión perfecto, de esos que ahora escriben los robots, los planetas parecen haberse alineado para que Costa Rica avance con entusiasmo hacia ese ajuste tan temido. Afuera de la Asamblea, las cámaras empresariales se limitan a escuchar las instrucciones de la ministra de Hacienda. En el otro rincón del ring, los sindicatos estatales se arrastran como si les hubiera caído la roya, sin fuerza para la huelga y sin mayores ruidos en la calle.
La impredecible crisis política de Nicaragua vino a prestar un servicio inmejorable a las tesis de Carlos, Rodolfo y Rocío. Altri tempi, si sólo en octubre pasado los empresarios decían que Daniel Ortega era el mejor anfitrión. Cruzas el San Juan, te sientas con él, le dejas su parte y todo, desde la electricidad hasta la gente, es low cost. Tanto gustaba Nicaragua que llegó a ser el tercer país destino de la inversión costarricense en el extranjero, con US$210 millones invertidos hasta el 2013, por detrás de Estados Unidos y Panamá. Boyante paraíso en la frontera norte al que se podía trasladar la inversión en caso de que el gobierno se pusiera exigente.
“Now or never” era un lema de pocos, casi una conspiración y ahora vamos todos en pro del Plan Fiscal. Bye bye Managua, volvamos a casa a superar el crisol de razas de la Asamblea Legislativa, en donde sólo PIN y FA se animan por el momento a asumir una oposición activa al Proyecto de Ley 20.580.
Con los pericos desorientados y en modo pausa y Restauración presa de su corsé neopentecostal, que sólo le da para resistir impuestos a locales de culto o reducir los gravámenes a la salud y educación privadas. Catorce curules enredadas en su chismerío de barrio, de recién llegados de la política.
Y si querían más, pasó a decir lo suyo Álvaro Pereira. Ojo al googlear, no es el famoso futbolista uruguayo, sino el profeta lusitano que no es que vino a meter miedo. Pero dejó claro que con este -7% no sólo no habrá OCDE, tampoco habrá vida y nos extinguiremos como la lapa verde.
El diagnóstico de Pereira se viralizó en la comentocracia y con este cuadro por delante, Hacienda ha lanzado unas baterías de medidas que dan vértigo: recortes salariales al sector público, control de evasores, ampliación de la base tributaria, más lupa en aduanas. Desde que el Banco Mundial determinó que el ajuste para estabilizar la deuda deberá ser superior al 4% del PIB, Hacienda tomó nota. Con paciencia de maestra escolar, Rocío Aguilar ha hecho una maratón de explicaciones ante Asamblea Legislativa, cámaras empresariales y medios. Tómenlo o déjenlo. Ahí está el proyecto 20.580 y las infernales consecuencias de decir que no. La ministra habla cariñosamente del “camino de consolidación”. Ya anunció a los diputados una restructuración del empleo público para el 2019 y otra del aparato estatal para 2020. Según los OCDE boys, Costa Rica tiene una enorme incoherencia entre lo que aspira para su economía, su nivel de desarrollo, la forma en que lo alcanza y el funcionamiento del aparato estatal. Esta última sería la pieza del rompecabezas que nos falta, despejando el camino de la entrada triunfal a la OCDE.
Con todas estas propuestas en la mochila, Carlos Alvarado fue a Washington a seducir inversionistas y organismos financieros. Y a recordarles que Luis Guillermo y aquella sensación de que en el gobierno nadie estaba a cargo de nada quedaron en el pasado. Happy money: Ya tenemos US$1.000 millones, el salvavidas que intentó negociar, sin éxito, el anterior en Hacienda Helio Fallas. Siempre que el país proclame su Plan Fiscal. El oficialismo quiere aprobarlo a finales de setiembre y aún no está claro cómo sumará los 29 votos que necesita la ley.
Como diría el gran Jorge Luis Borges (no confundir con otro futbolista), no nos une el amor sino el espanto. Si todo va bien, la economía y la política se ajustarán como se debe. Nace otra Costa Rica, habrían dicho los próceres de ayer. Hoy sólo basta con responder con un emoticón y un like.
