Last Letter / Ted Hughes
Ted Hughes escribe un poema sobre el suicidio de Sylvia Plath
Durante los años posteriores a la pérdida lamentable, con el suicidio, de Sylvia Plath, Ted Hughes guardó un silencio sepulcral hasta la publicación de Birthday Letters en 1998. En 2010 la viuda del poeta encontró Last Letter / Última Carta. Un poema que habla sobre los días próximos a la muerte de la que fuera su esposa y que permaneció inédito hasta ese año.
Traducción: Cecilio Lammergeier CDMX 2019
Last Letter / Última Carta
¿Qué ha pasado esa noche? Tu noche final.
Duplicar, triple exposición
Por encima de todo. Atardecer tardío, Viernes,
Mi última visión de Ti viva.
Combustionando tu carta hacia Mí, en el cenicero,
Con esa sonrisa extraña. ¿Acaso he entorpecido tu plan?
¿Me ha sorprendido más rápido de lo que te propusiste?
¿Me he apresurado volver a Ti demasiado pronto?
Una hora después — te habrías ido
A donde no pudiera seguirte el rastro.
Me hubiera alejado de tu puerta roja cerrada
Que nadie abriría
Aún sostengo tu carta,
Un relámpago que no podía tocar tierra por sí mismo.
Eso habría sido terapia de choque eléctrico
Para Mí.
Repetida una y otra vez, todo el fin de semana,
Tantas veces como la leía, o pensaba en ella.
Eso me ha re-hecho el cerebro, y la vida.
La cura que Tú planeaste necesitó algo de tiempo.
Y no puedo imaginar
Cómo habría sobrevivido a ese fin de semana.
No puedo imaginar. ¿Lo has planeado todo?
Tu nota me alcanzó pronto — ese mismo día,
Viernes en la tarde, publicada por la mañana.
Los demonios prevalecientes lo agilizaron.
Esa fue una gota extra de mala suerte
Dibujada contra Ti por la Oficina-Postal
Y añadida a tu carga. Me he movido rápido,
A través de la nieve azul, de Febrero, en el crepúsculo de Londres.
Lloré con alivio cuando abriste la puerta.
Un grupo de enigmas en solvente. Lágrimas precoces
Que fallaron al traducirme, fallaron al divulgar
Su importancia real. Pero qué dijiste
Sobre los fragmentos humeantes de aquella carta
Tan cuidadosamente anonadados, calmos,
Que me permiten soltarte, y abandonarte
Para soplar las cenizas fuera de tu plan — fuera del cenicero
Contra lo cual Tú te inclinarías por Mí para leer
El número telefónico del Doctor.
Mi escape
Ha venido como una cosa cazada
Insomne, sin esperanza, todos sus sueños exhaustos,
Sólo queriendo ser recapturada, sólo
Queriendo dejarse caer, fuera de su propio vacío.
Dos días de nada colgando. Dos días ‘gratis’¹.
Dos días en ningún calendario, pero robados
Desde el no mundo
Más allá de la realidad, el sentir, o lo nombrable.
Mi vida amorosa se aferró. Mi entumecida vida amorosa
Con sus dos agujas locas,
Bordando su rosa, perforando y halando
En su tapicería, su tatuaje sangriento
En algún lugar detrás de mi ombligo,
Pisando ese pantano de adornos,
Dos agujas locas, entrecruzando sus punzadas,
Seleccionando entre mis nervios
Por colores, remodelándome
Dentro mi propia dermis, cada una remodelando a la otra
Con sus auto-caricaturas,
Su obsesionado adentro y afuera. Dos mujeres
Cada una con su aguja.
Esa noche
Mi ‘dellarobbia’² Susan. Me he movido
Con la circunspección
De una flama en una mecha. Mi furia entera
Fue un esfuerzo abandonado para hacer explotar
El viejo globo donde las sombras terminaban curvadas
Mi delatante rastro de cenizas. He corrido
De un lado a otro, con la cara hacia atrás, un filme en reversa,
¿Hacia qué? Fuimos a Rugby Street
Donde Tú y Yo iniciamos
¿Por qué fuimos ahí? De todos los lugares
¿Por qué fuimos ahí? PERVERSIDAD
En el arte de nuestro destino
Ajustó sus refinamientos por Ti, por Mí
Y por Susan. Solitario
Jugado por el Minotauro de ese laberinto
Incluso incluyó a Helena, en el piso de la planta baja
La habías notado — una chica para una historia
Tú jamás la conociste. Pocos la conocieron,
Excepto a través de las orejas y la máscara delirante
De su pastor alemán³. Tú ni siquiera la habías visto.
Tú sólo habías retrocedido
Cuando su demente animal golpeó su peso
Contra su puerta, justo como nosotros resbalamos por el enrejado
Y lo escuchamos asfixiarse en el infinito odio Alemán.
Esa noche de Domingo ella alivió su puerta abierta
Sus escasas pulgadas permitidas.
Susan saludó a los ojos negros, los no felices
Sobrepeso, rostro encantador, que se asomó
A través de la pequeña cadena. La puerta cerrada.
La escuchamos consolar a su carcelero
Dentro de su celda, su perrera, dónde, días después,
Ella gaseó feroz a su ‘kupo’⁴, y a sí misma.
Susan y Yo gastamos esa noche
En nuestra cama de bodas. No la había visto
Desde que nos tendimos ahí el día de nuestro matrimonio.
No la llevé de vuelta a mi propia cama.
Eso me ha ocurrido, tu fin de semana terminal,
Tú puedes aparecer — una visita sorpresa.
¿Apareciste, para tocar en mi ventana obscura?
Así que permanecí con Susan, escondido de Ti,
En nuestra propia cama de bodas — la misma en la cuál
Dentro de tres años sería llevada a morir
En el mismo hospital dónde, dentro de doce horas,
Yo te encontraría muerta.
Lunes matutino
La conduzco al trabajo, en la Ciudad,
Entonces parqueo mi van, Norte de Euston Road
Y regreso donde mi teléfono ha esperado.
Qué ha pasado esa noche, dentro de tus horas,
Es tan desconocido como si eso nunca hubiera pasado.
Qué acumulación de tu vida entera,
Como un esfuerzo inconsciente, como un nacimiento
Empujando a través de la membrana de cada segundo lento
Al instante, sucedió
Sólo como si eso no pudiera suceder,
Como si eso no estuviera sucediendo. Por cuánto
El teléfono hizo ring ahí en mi vacía habitación,
Tú escuchando el tono en el auricular —
En ambos termina la memoria desvanecida
De un teléfono timbrando, en un cerebro
Como si ya estuviera muerto. Cuento
Por cuánto caminaste hacía la cabina telefónica
Hasta el fondo de la terraza de Saint George.
Tú estás ahí donde sea que mire, tan sólo girando
Fuera del Fitzroy Road, cruzando por encima
Entre los amontonados bancos de sucia azúcar.
En tu largo abrigo negro,
Con tu trenza enrollada en la parte trasera de tu cabello
Tú caminas incapaz de mover, o despertar, y está
Ya nadie caminando
Caminando por los barandales bajo Primrose Hill
Hacía la cabina telefónica que jamás puede ser alcanzada.
Después de medianoche. Antes medianoche. Otra vez.
De nuevo. De nuevo. Y, cerca del amanecer, otra vez.
En qué posición de manecilla en mi reloj
Hiciste tu último intento,
Ahora profundamente pasado
Mi capacidad para escucharlo, sacude la almohada
¿De esa cama vacía? Una última vez
¿Un toque ligero en mis libros, y papeles?
Para cuando llegué allí mi teléfono estaba dormido.
La almohada inocente. Mi habitación callada,
Ya repletos con la luz de la mañana iluminada por la nieve.
Encendí mi fuego. Había sacado mis papeles.
Y había empezado a escribir cuando el teléfono
Despertó de una sacudida, en una alarma entrecortada,
Recordando absolutamente todo. Se recuperó en mi mano.
Entonces una voz parecida arma selecta
O inyección mesurada,
Fríamente entregó sus cuatro palabras
Profundo dentro mi oído: ‘Tu esposa está muerta.’
[1] Las palabras en idiomas distintos al inglés permanecen entre comillas simples.
[2] El término Dellarobbia está relacionado con una familia de escultores italianos. Bajo este contexto se le da la acepción de terracota esmaltada a la palabra. Una traducción que no me ánimo a poner en el texto pero que considero aproximada sería; “Mi Susan de tierra cocida esmaltada.” En este caso prefiero dejar la palabra entre comillas simples.
[3] El alsaciano es una variedad lingüística germánica, pero la palabra también es entendida como se coloca en el texto.
[4] La palabra KUPO no existe. Es probable que en el manuscrito de Hughes la letra “a” haya quedado abierta, lo que quiere decir que la palabra correcta es KAPO, proveniente del alemán y derivada del italiano que se popularizó en el régimen nazista. Se utilizaba para designar a una categoría de presos de guerra que trabajaban en los campos de concentración. Así cuando Hughes escribe She gassed her ferocious kupo, se entiende perfecto la logopea de las cámaras de gas nazis y el suicidio de Plath.