Last Letter / Ted Hughes

Cecilio Lammergeier
6 min readDec 2, 2019

--

Ted Hughes escribe un poema sobre el suicidio de Sylvia Plath

Del lado izquierdo Ted Hughes y a la derecha Sylvia Plath. El manuscrito es un fragmento del original.

Durante los años posteriores a la pérdida lamentable, con el suicidio, de Sylvia Plath, Ted Hughes guardó un silencio sepulcral hasta la publicación de Birthday Letters en 1998. En 2010 la viuda del poeta encontró Last Letter / Última Carta. Un poema que habla sobre los días próximos a la muerte de la que fuera su esposa y que permaneció inédito hasta ese año.

Traducción: Cecilio Lammergeier CDMX 2019

Last Letter / Última Carta

¿Qué ha pasado esa noche? Tu noche final.

Duplicar, triple exposición

Por encima de todo. Atardecer tardío, Viernes,

Mi última visión de Ti viva.

Combustionando tu carta hacia Mí, en el cenicero,

Con esa sonrisa extraña. ¿Acaso he entorpecido tu plan?

¿Me ha sorprendido más rápido de lo que te propusiste?

¿Me he apresurado volver a Ti demasiado pronto?

Una hora después — te habrías ido

A donde no pudiera seguirte el rastro.

Me hubiera alejado de tu puerta roja cerrada

Que nadie abriría

Aún sostengo tu carta,

Un relámpago que no podía tocar tierra por sí mismo.

Eso habría sido terapia de choque eléctrico

Para Mí.

Repetida una y otra vez, todo el fin de semana,

Tantas veces como la leía, o pensaba en ella.

Eso me ha re-hecho el cerebro, y la vida.

La cura que Tú planeaste necesitó algo de tiempo.

Y no puedo imaginar

Cómo habría sobrevivido a ese fin de semana.

No puedo imaginar. ¿Lo has planeado todo?

Tu nota me alcanzó pronto — ese mismo día,

Viernes en la tarde, publicada por la mañana.

Los demonios prevalecientes lo agilizaron.

Esa fue una gota extra de mala suerte

Dibujada contra Ti por la Oficina-Postal

Y añadida a tu carga. Me he movido rápido,

A través de la nieve azul, de Febrero, en el crepúsculo de Londres.

Lloré con alivio cuando abriste la puerta.

Un grupo de enigmas en solvente. Lágrimas precoces

Que fallaron al traducirme, fallaron al divulgar

Su importancia real. Pero qué dijiste

Sobre los fragmentos humeantes de aquella carta

Tan cuidadosamente anonadados, calmos,

Que me permiten soltarte, y abandonarte

Para soplar las cenizas fuera de tu plan — fuera del cenicero

Contra lo cual Tú te inclinarías por Mí para leer

El número telefónico del Doctor.

Mi escape

Ha venido como una cosa cazada

Insomne, sin esperanza, todos sus sueños exhaustos,

Sólo queriendo ser recapturada, sólo

Queriendo dejarse caer, fuera de su propio vacío.

Dos días de nada colgando. Dos días ‘gratis’¹.

Dos días en ningún calendario, pero robados

Desde el no mundo

Más allá de la realidad, el sentir, o lo nombrable.

Mi vida amorosa se aferró. Mi entumecida vida amorosa

Con sus dos agujas locas,

Bordando su rosa, perforando y halando

En su tapicería, su tatuaje sangriento

En algún lugar detrás de mi ombligo,

Pisando ese pantano de adornos,

Dos agujas locas, entrecruzando sus punzadas,

Seleccionando entre mis nervios

Por colores, remodelándome

Dentro mi propia dermis, cada una remodelando a la otra

Con sus auto-caricaturas,

Su obsesionado adentro y afuera. Dos mujeres

Cada una con su aguja.

Esa noche

Mi ‘dellarobbia’² Susan. Me he movido

Con la circunspección

De una flama en una mecha. Mi furia entera

Fue un esfuerzo abandonado para hacer explotar

El viejo globo donde las sombras terminaban curvadas

Mi delatante rastro de cenizas. He corrido

De un lado a otro, con la cara hacia atrás, un filme en reversa,

¿Hacia qué? Fuimos a Rugby Street

Donde Tú y Yo iniciamos

¿Por qué fuimos ahí? De todos los lugares

¿Por qué fuimos ahí? PERVERSIDAD

En el arte de nuestro destino

Ajustó sus refinamientos por Ti, por Mí

Y por Susan. Solitario

Jugado por el Minotauro de ese laberinto

Incluso incluyó a Helena, en el piso de la planta baja

La habías notado — una chica para una historia

Tú jamás la conociste. Pocos la conocieron,

Excepto a través de las orejas y la máscara delirante

De su pastor alemán³. Tú ni siquiera la habías visto.

Tú sólo habías retrocedido

Cuando su demente animal golpeó su peso

Contra su puerta, justo como nosotros resbalamos por el enrejado

Y lo escuchamos asfixiarse en el infinito odio Alemán.

Esa noche de Domingo ella alivió su puerta abierta

Sus escasas pulgadas permitidas.

Susan saludó a los ojos negros, los no felices

Sobrepeso, rostro encantador, que se asomó

A través de la pequeña cadena. La puerta cerrada.

La escuchamos consolar a su carcelero

Dentro de su celda, su perrera, dónde, días después,

Ella gaseó feroz a su ‘kupo’⁴, y a sí misma.

Susan y Yo gastamos esa noche

En nuestra cama de bodas. No la había visto

Desde que nos tendimos ahí el día de nuestro matrimonio.

No la llevé de vuelta a mi propia cama.

Eso me ha ocurrido, tu fin de semana terminal,

Tú puedes aparecer — una visita sorpresa.

¿Apareciste, para tocar en mi ventana obscura?

Así que permanecí con Susan, escondido de Ti,

En nuestra propia cama de bodas — la misma en la cuál

Dentro de tres años sería llevada a morir

En el mismo hospital dónde, dentro de doce horas,

Yo te encontraría muerta.

Lunes matutino

La conduzco al trabajo, en la Ciudad,

Entonces parqueo mi van, Norte de Euston Road

Y regreso donde mi teléfono ha esperado.

Qué ha pasado esa noche, dentro de tus horas,

Es tan desconocido como si eso nunca hubiera pasado.

Qué acumulación de tu vida entera,

Como un esfuerzo inconsciente, como un nacimiento

Empujando a través de la membrana de cada segundo lento

Al instante, sucedió

Sólo como si eso no pudiera suceder,

Como si eso no estuviera sucediendo. Por cuánto

El teléfono hizo ring ahí en mi vacía habitación,

Tú escuchando el tono en el auricular —

En ambos termina la memoria desvanecida

De un teléfono timbrando, en un cerebro

Como si ya estuviera muerto. Cuento

Por cuánto caminaste hacía la cabina telefónica

Hasta el fondo de la terraza de Saint George.

Tú estás ahí donde sea que mire, tan sólo girando

Fuera del Fitzroy Road, cruzando por encima

Entre los amontonados bancos de sucia azúcar.

En tu largo abrigo negro,

Con tu trenza enrollada en la parte trasera de tu cabello

Tú caminas incapaz de mover, o despertar, y está

Ya nadie caminando

Caminando por los barandales bajo Primrose Hill

Hacía la cabina telefónica que jamás puede ser alcanzada.

Después de medianoche. Antes medianoche. Otra vez.

De nuevo. De nuevo. Y, cerca del amanecer, otra vez.

En qué posición de manecilla en mi reloj

Hiciste tu último intento,

Ahora profundamente pasado

Mi capacidad para escucharlo, sacude la almohada

¿De esa cama vacía? Una última vez

¿Un toque ligero en mis libros, y papeles?

Para cuando llegué allí mi teléfono estaba dormido.

La almohada inocente. Mi habitación callada,

Ya repletos con la luz de la mañana iluminada por la nieve.

Encendí mi fuego. Había sacado mis papeles.

Y había empezado a escribir cuando el teléfono

Despertó de una sacudida, en una alarma entrecortada,

Recordando absolutamente todo. Se recuperó en mi mano.

Entonces una voz parecida arma selecta

O inyección mesurada,

Fríamente entregó sus cuatro palabras

Profundo dentro mi oído: ‘Tu esposa está muerta.’

[1] Las palabras en idiomas distintos al inglés permanecen entre comillas simples.

[2] El término Dellarobbia está relacionado con una familia de escultores italianos. Bajo este contexto se le da la acepción de terracota esmaltada a la palabra. Una traducción que no me ánimo a poner en el texto pero que considero aproximada sería; “Mi Susan de tierra cocida esmaltada.” En este caso prefiero dejar la palabra entre comillas simples.

[3] El alsaciano es una variedad lingüística germánica, pero la palabra también es entendida como se coloca en el texto.

[4] La palabra KUPO no existe. Es probable que en el manuscrito de Hughes la letra “a” haya quedado abierta, lo que quiere decir que la palabra correcta es KAPO, proveniente del alemán y derivada del italiano que se popularizó en el régimen nazista. Se utilizaba para designar a una categoría de presos de guerra que trabajaban en los campos de concentración. Así cuando Hughes escribe She gassed her ferocious kupo, se entiende perfecto la logopea de las cámaras de gas nazis y el suicidio de Plath.

--

--