Semana 6. Gatos, Gashapon y Larry David.

Celestineia
10 min readApr 19, 2020

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¿Sirve de algo contar los días que llevamos en cuarentena? Creo que ya me acostumbré a este nuevo estilo de vida y lo raro va a ser volver a la oficina, salir a comer a fuera, sentarse cerca de alguien en el tren.

Día 38
Sabía que mi novio y mi gato tenían problemas de convivencia, pero lo notaba menos cuando no estábamos todo el día en casa. Ahora es todo muy obvio.. y gracioso.

Mi gato siempre fue bastante mala onda: cada vez que venía mi mamá a visitarme a casa, ella le hacía un mimo y Link protestaba. La única excepción al mal humor de mi gato eran las visitas de mis amigos, cuando venían, el señor se revolcaba en el piso panza arriba y pedía que lo mimen, pero no mucho igual eh, en la medida justa.

Ahora su enemigo número uno es Mient, mi novio, que la exclusividad de mi atención. No puedo decir que se llevan mal, se toleran. Si hay comida de por medio, o se trata de salir al patio o jugar con su juguete preferido, una cinta multicolor sucia y mugrosa, está todo bien. Pero si hablamos de mimos o compartir espacios, ahí ya es otra cosa.

Por ejemplo, Link solo se sube al sillón si Mient no está cerca. De hecho, cada vez que Link y yo estamos tirados como bolsas de papas mirando la tele, él está más que chocho, pero llega Mient y se acaba la alegría, inmediatamente lo escucha o lo ve y chau ronroneo, se va del sillón.

La excepción a esto es cuando le hacemos una carpita con una manta, porque a Link le gusta esconderse debajo de las sábanas o las colchas, pero claro, la única condición es que Mient no se acerque mucho y no intente acariciarlo. Pero él no puede con su genio, no resiste la idea de que mi gato no lo quiera tanto, y a veces intenta forzar el amor y se come tremendo arañazo.

Lo mismo pasa cuando nos vamos a dormir, Link solamente se sube a la cama desde mi lado, y solo ocupa esa parte de la cama, lo que muchas veces me trae dolor de espaldas porque no tenemos una cama muy grande y mi otra gata suele dormir patas para arriba en el medio de Mient y yo. Entonces termino comprimida entre un gato y el otro.

Pero Link es busca roña, a veces se pone atrás de la laptop de Mient, se queda un ratito quieto y cuando ve que él está tipeando, zas, arañazo va, arañazo viene. Mient intenta mover de lugar a Link, pero empieza a chillar, y yo, que no soy para nada parcial, me quejo y le digo a Mient que no moleste al gato, él me dice que no está haciendo nada, y yo digo que si, y mientras tanto, Link me mira desde atrás de la laptop, como disfrutando el momento. Entonces me acerco al lugar del incidente y Link sale corriendo, para 5 minutos más tarde, tirarse a dormir a mis pies.

Mi novio dice que es un derecho humano el poder acariciar a un gato. Coincido. Realmente la cuarentena no sería lo mismo sin Link y Roma.

Día 40
Mient tiene una característica que odio: guarda cosas. Cosas inútiles, cosas que están rotas, cosas viejas. Tiene una xbox que no anda, una Nintendo GameCube, un Gameboy Advance SP (que arreglamos hace poco, porque estaba roto), y otro millón de otras cosas más no relacionadas con juegos. A mi me desespera porque llega un momento que te ahogan tantas cosas, pero… me di cuenta que soy igual. Tengo una fascinación por los objetos en general. Cuanto mas tonto, barato y útil el objeto, mucho mejor.

Recientemente compré un rascador de espaldas y se convirtió en mi favorito del mes. No es nada más que un palito de metal que se extiende con una mano al final para rascarse. Encontré una foto por si no te lo podés imaginar.

El mismo dia que compré el rascador, también compré una maquinita que saca las pelotitas que se hacen en la ropa y no puedo creer que recién descubrí esta maravilla en mis 30s. Te hago un favor y te dejo la foto acá para que, si algún día te lo cruzas, inviertas en este aparatito salvador.

Otra obsesión: los artículos de librería. Tengo unas lapiceras que tienen una gomita en un extremo y esa goma hace que puedas borrar lo que escribiste con la tinta. No lo puedo creer, es realmente mágico. Las encontré cuando fui a Japón, me quedé 45 minutos mirando artículos de librería, probando las diferentes puntas del trillón de lapiceras que había ahí, cuando las vi. Lo llamé a mi novio y le dije, mirá esto, ahora escribo, y ahora LO BORRO. LO-BORRO. Nos quedamos los dos boquiabiertos, como si en vez de tinta saliese oro de esas lapiceras. Él se llevó 3 y yo me lleve un pack de 10 con muchos colores.

La última categoría en objetos que me encantan y no puedo dejar de adorar, comprar y guardar son las miniaturas. En Japón existen unos chiches que se llaman Gashapon (ガシャポン), vienen en unas capsulitas de plástico, se consiguen en una máquinas donde pones una moneda y girás un cosito (dejo una foto). Están por todos lados, hasta hay “locales” llenos de estas máquinas. Los mejores que encontré, cuando fui el año pasado, fueron un Sega mega drive y un Game Box (?) que funciona, tiene Tetris. Hablando de Tetris, también me compré un mini-arcade, que lo uso mucho cuando estoy aburrida en alguna video-llamada del trabajo, de esas en las que solo tenés que escuchar.

De todas formas, no sería justo decir que las miniaturas me enloquecen sólo en objetos, porque también me pasa con la comida. La comida en pedacitos pequeños me parece 6000 veces más atractiva, una manzana es más rica si se corta en cubitos, por ejemplo. Hay muchos videos de como cortar diferentes verduras, frutas, etc. en Youtube, adiviná si los miré casi todos :P.

No sé bien por qué me gusta acumular tantas boludeces, una de mis teorías es que le asigno memorias a los objetos, entonces cada vez que los miro me llevan a ese lugar, a ese momento. Soy una persona muy melancólica creo. Con los olores me pasa igual.

Día 41
Hablando de melancolía, en estos días, vaya uno a saber bien por qué, estoy extrañando más de la cuenta el estar en Japón. Conozco solamente una persona que fue a Japón y no le gustó tanto, y ese es uno de mis jefes. Cuando me lo contó casi me desmayo, pensé que me estaba haciendo un chiste pero no.
Nunca me pasó de visitar un lugar y extrañar estar ahí… El sur de Argentina me gusta mucho, por ejemplo, pero no me nacen esas ganas de ir y estar ahí como me pasa con Japón.

El año pasado había empezado a estudiar japonés por mi cuenta, pero, gracias a la cuarentena, empecé clases con un profe muy genial. Y ya le dije a mi novio que quiero ir a vivir ahí. Quien sabe, quizás en un tiempo te escriba desde allá.
Y si, ya sé que dije que quizás la sociedad es algo dura y sería difícil la adaptación. Mient me dijo que nos íbamos a sentir muy solos allá, a lo que respondí, bueh tampoco es que acá estamos todo el tiempo rodeados de gente.

Día 42
Hablando de soledad… empecé a ver Curb Your Enthusiasm después de leer esta nota sobre cómo vive la cuarentena Larry David.

Cheryl Hines, who plays his ex-wife on “Curb,” observed: “I bet Larry’s in heaven. He’s been trying to social-distance for years.”

Tengo muchas cosas en común con Larry aparentemente. La diferencia está en que me peleo mucho conmigo misma y él, seguro seguro que no.

Ya se que el Larry en Curb está bastante exagerado, pero me cae extremadamente bien que sea tan malhumorado, que se pelee con todos, me siento muy identificada con su personaje. Pero no hay ningún conflicto con su verdadero ser (?) y de ahí el éxito de la serie, creo yo. Es gracioso de ver cómo alguien tan malhumorado y cuestionador se relaciona con el resto. Al menos es lo que me hace reír a mi.
En líneas generales, creo que toda la gente que es auténtica es, en algún modo, también exitosa y un poco más feliz que el resto de los mortales que viven repensando y replanteandose todo todo el tiempo, lo único que hacen es ser ellos y ya. Eso me cae bien.

Estuve pensando mucho en lo que cuesta hacer amigos a los 30, en la familia, en la soledad de la cuarentena, en el cierro. Lo que puedo concluir, es que toda esta situación mundial está sacando lo mejor de mí, me está enseñando sobre aceptación personal. Me está forzando un poco también, digamos todo. No es nada fácil pasar tanto tiempo encerrado con uno mismo.

Instagram me enseño que hay mucha presión por mostrar una vida llena de alegría, viajes, grupos de amigos, cosas lindas, y ahora que estamos todos encerrados, en pijama y con los pelos alborotados, esa ilusión se cae y nos damos cuenta que todos estamos en la misma. Compartimos incertidumbre, miedos, llantos, desesperación, recetas de panes, aburrimiento y esa sensación de no saber quién somos ni para dónde vamos. Creo que la cura para sentirse menos alienado entonces es simplemente es colgar todos los disfraces que, muchas veces a la fuerza, nos ponemos día a día y abrazar quienes somos de verdad. Pero de verdad.

No sé donde leí o escuché que una persona que se dió cuenta que consumía alcohol solamente por la situación social y que ahora no lo necesitaba.

¿No te pasa que a veces te ponés mal por cosas que te pasan, pero cuando lo pensás dos veces, te das cuenta que en realidad te ponés mal porque el resto te hace pensar que está mal eso que te pasa, pero en realidad vos estás bien con eso?

Me pregunto cuántas otras cosas hacemos o sentimos por las situaciones sociales y ahora nos damos cuenta que en realidad nos importan un huevo.

No soy Shakira, pero si es cuestión de confesar, no tengo muchos amigos en Holanda; no la paso bien en las reuniones con mucha gente; odio las fiestas; detesto el “small talk” y la verdad es que prefiero estar en silencio antes de conversar sobre cosas que no me importan; me comparo mucho con la gente y siempre pienso que soy menos que el resto; me gusta reducir las interacciones con humanos a lo más mínimo posible porque detesto que me rompan las pelotas; me gustaría ser famosa y popular, pero por otro lado no soportaría la presión de estar todo el tiempo en boca de todos y la gente opinando sobre mi vida y qué hago y dejo de hacer; no me gusta tomar alcohol y emborracharse me parece una estupidez; sólo me gusta la manteca de maní cuando la como con mermelada; soy pesimista en igual de cantidades que soy positiva; odio las normas y me gusta llevarle la contra a casi todo porque me niego a creer que hay solamente una forma de hacer las cosas; la gente me da miedo; soy obsesiva y perfeccionista; dudo mucho de todo porque no tolero las malas decisiones; detesto perder.

Todas estas características y más, componen quién soy y muchas veces me avergüenzo de ellas, pero lo que pienso es que si el mundo se termina mañana y se desata el apocalipsis, lo que menos quiero es morirme habiendo ocultado pedacitos de mi de quien soy. Que el apocalipsis me encuentre con una taza de café, un tostado de jamón y queso, jugando al Tetris y protestando por alguna cosa sin sentido.

Día 44
Siempre estoy por comprarme Factfulness: Ten Reasons We’re Wrong About the World — and Why Things Are Better Than You Think que habla de por qué hoy estamos mejor que antes, pero no sé por qué nunca lo hago. Puede ser porque quizás me aburre o porque me niego a leer algo que me de esperanzas sobre el mundo actual, pues me gusta quejarme y sentirme que soy el papá de Homero. También puede ser que esté harta de leer que todo se basa en datos.

Pero ayer a la noche me puse a pensar qué sería de nuestras vidas de cuarentena, si todo esto hubiese pasado en 1980 o 1970. Sin internet, sin twitter, sin netflix, sin reddit, sin video-llamadas. Lo primero que se me ocurre es que las facturas de teléfono hubiesen sido bastante grandotas.

Me pregunto también cómo hubiese sido la vida de Bill Gates o Steve Jobs, ¿hubiesen avanzado más rápido sus startups o hubiesen fracasado? ¿Qué otras empresas gigantes hubiesen nacido en plena cuarentena y cómo hubiesen sobrevivido al paso del tiempo?

¿Y Woodstock? Woodstock no hubiese podido ser.
Live Aid en 1985 tampoco y ese recital icónico de Queen, no hubiese existido, por lo que la peli que hicieron hace unos años no hubiese podido incluir ni ese concierto ni muchos otros… ¿Hubiese existido Queen? ¿Hubiesen tenido éxito?

Muchas veces me cuelgo pensando en que todo tiene su espacio y su lugar, todo pasa por algo en su determinado tiempo. Quiero adelantar el tiempo para llegar al mes en el que miramos para atrás y le encontramos sentido a este modo de vida cuarentenal.

Espero que alguien escriba el guión de la serie sobre la cuarentena. Espero que sea de ciencia ficción, donde los personajes principales construyen una máquina del tiempo y, gracias a esto, pueden alterar las líneas temporales, plantar el COVID-19 en los 40s/50s60s/70s/80s y ver cómo se modifica la historia. Una temporada por década.

Te dejo con esa idea, para que lo pienses.

Mientras tanto, me voy a preparar un café con leche ☕

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Celestineia

Project manager 👩🏻‍💻 • Internet kid • Feminist • Made in Ushuaia, living in The Netherlands • Escribo un newsletter sobre misceláneas http://bit.ly/2SICqcd