Cómo el rugby conquistó Argentina

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5 min readJun 1, 2016

Por: Adriana Barrón.

En el partido por el tercer lugar de la Copa del Mundo, el rugbier argentino Rimas Álvarez quedó tirado en el césped después de recibir varias patadas del francés Raphael Ibañez. El árbitro del juego decidió sancionar a ambos jugadores con tarjeta amarilla y mandó a los dos equipos al descanso. Los miembros de dichas selecciones salieron del campo trotando sin hacer gestos de descontento a los jueces ni reclamos por la sucia jugada de Ibáñez. Este acto en el fútbol hubiera causado la indignación de cualquier integrante; pero en el rugby las cosas son diferentes, pues el respeto es el valor que rige el juego.

El rugby contra la violencia

En 1806, los ingleses intentaron adueñarse del territorio de Río de la Plata, pero no pudieron contra el arma más poderosa de los españoles: la religión. La burguesía empresarial de Gran Bretaña no se quedó con los brazos cruzados y trajo consigo varias prácticas como el cricket, el rugby, el ciclismo y el esgrima, mismas que fueron difundidas e imitadas por las élites locales; además del fútbol y el box, que se convirtieron en los pasatiempos de los obreros. Con dichas actividades se buscó disciplinar el cuerpo, preparar a las élites para la guerra e institucionalizar la violencia del ser humano.

El primer partido de rugby se jugó en 1874, en la cancha del Buenos Aires Cricket Club, los equipos Sr. Hogg y Sr. Trench fueron los encargados de presentar el nuevo deporte a los habitantes del Río de la Plata. Aunque para esa época Inglaterra era dueño de Norteamérica, el rugby se convirtió en un fuerte símbolo de la élite argentina, mientras la práctica futbolística se le dejó a las clases populares de la colonias británicas.

La cultura del rugby se consolidó en el Mundial de Francia en 2007, donde los Pumas demostraron que podían competir contra las potencias del deporte de caballeros cuando derrotaron por 34 a 10 al anfitrión y se quedaron con el tercer puesto. Sin embargo, el mayor acierto del rugby sudamericano fue llevar sus valores fuera de los campos de juego.

Las buenas prácticas de la clase alta fueron plasmadas en la filosofía de la Unión Argentina de Rugby: «Ser Rugbier es entender que el respeto es innegociable. Es aprender que el esfuerzo es el único medio posible de trascender. Es escuchar a los más grandes, que por algo son más grandes. Es imitar los buenos gestos que nos rodean. Es compartir. Es decirle no a la violencia. Es enseñar con el ejemplo. Es saber que el compromiso, la disciplina y todos los valores del rugby se extienden más allá de la cancha y el club y que deben trasladarse a todos los ambientes de la vida».

Con aquellas premisas, los hermanos Sebastián, Ignacio y Javier De Vértiz (bicampeones cordobeses con el club Tala) pusieron el ejemplo y fundaron BDM, una agencia de comunicación que se rige por el valor más importante del rugby: el trabajo en equipo. «Nadie en la agencia había jugado este deporte así que era difícil hacerles entender cuál era el significado de nuestros valores. Para nosotros era muy simple el trabajar en conjunto, nos salía natural. Aunque transmitirlo a gente que no ha estado en contacto con esta actividad no fue tan fácil», comparte el director general de BDM al sitio web Más Rugby.

Pasos lentos en América Latina

La Selección Argentina de Rugby se encuentra posicionada en el lugar cinco del ranking mundial con 82.59 puntos, por debajo de Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica e Inglaterra. Sin embargo, la popularidad de este deporte avanza con lentitud en América Latina debido a la afinidad que existe entre el fútbol y la cultura popular.

Además de Argentina, dentro los 102 equipos del ranking se encuentran 14 países latinoamericanos: Uruguay (20), Chile (28), Brasil (35), Paraguay (39), Trinidad y Tobago (43), Colombia (46), Guyana (55), México (56), Venezuela (66), Perú (71), Jamaica (72), San Vicente y Las Granadinas (84) y Las Bahamas (86).

El primer partido de la selección uruguaya se jugó en 1948. Los Teros han participado en tres ocasiones en el Mundial de Rugby y son la segunda potencia del continente con dos campeonatos sudamericanos y 27 subcampeonatos.

A este respecto, afirma el periodista Raúl Fain, quien se ha dedicado a estudiar el fenómeno:

Es una pena porque el rugby puede aportar a esa cultura varios elementos positivos: los jugadores reconocen los valores de la amistad, la solidaridad, la iniciativa personal. Y lo más importante de todo aprenden a controlar la violencia. En el rugby, la violencia tiene riendas, dentro y fuera de la cancha. Este es justamente el objetivo que el fútbol ha perdido de vista.

En 2007, los Pumas se quedaron con el tercer puesto del Mundial a pesar de no contar con una evolución sólida del deporte. De hecho, el éxito del combinado argentino radicó en que la mayoría de sus jugadores se encontraban compitiendo en las ligas de Inglaterra y Francia.

Después de dicha hazaña, los directivos de la Unión Argentina de Rugby se concentraron en la institucionalización: crearon el Plan de Desarrollo de Alto Rendimiento y generaron una nueva estructura deportiva donde se especificó que los seleccionados nacionales sólo saldrían de las franquicias o equipos locales. Estas medidas también fueron tomadas cuando se aceptó la participación de los Pumas en el Super Rugby, el torneo del Hemisferio Sur.

Esto ayudará a mejorar el nivel del deporte, aunque no se espera que el rugby se popularice en un corto plazo, en palabras de Agustín Pichot, ex capitán de la selección, a BBC Mundo:

No tenemos la técnica de Nueva Zelanda y nunca vamos a tener el mismo impacto que Messi, Agüero, Mascherano o Tévez. Es imposible, todos los niños en Argentina quieren ser futbolistas, pero tenemos una comunidad muy fuerte, ya somos 10 mil jugadores y ese número va subiendo cada día.

Actualmente, World Rugby cuenta con siete millones de jugadores y estima que el número de rugbiers en 2026 aumentará a 15 millones debido a la incorporación del deporte en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

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