El último tren a Hanoi
Hace ya muchos años que el Sapa Express no existe, pero cuando aún existía, el último tren con destino a Hanoi desde la estación de Lao Cai salía a las 9 de la noche y yo lo perdí.
Perder un tren no es un problema. Siempre hay una solución: puedes alquilar un coche o coger un autobús o pasar la noche en un hotel o incluso en la estación. Nadie se ha muerto nunca por pasar la noche en una estación de tren.
En mi caso, al final pudimos viajar por los pelos en el último tren de otra línea, uno más moderno y con menos encanto, pero pudimos llegar a Hanoi sin tener que pasar la noche en Lao Cai.
Pero no es eso lo que quería contar aquí.
Me gustan los trenes. No soy un fanático, ni siquiera un verdadero aficionado. No se reconocer a primera vista modelos de locomotoras ni nada de eso, pero me gustan los trenes.
Y me hacía mucha ilusión viajar en el Sapa Express. Había visto fotos en Internet de sus interiores en madera, con ese aire de tren antiguo, de la época colonial… me apetecía mucho viajar en él.
La cuestión es que perdí el tren. Nunca viajé en uno de esos bonitos vagones decorados en madera y reconozco que, mientras volvíamos a Hanoi en un tren mucho más cómodo y actual, no podía más que pensar en la oportunidad perdida.
Por supuesto, estos momentos de autocompasión no duraron mucho. Quedaba mucho viaje por delante y sabía que no tenía sentido obsesionarse con algo que ya no tenía arreglo y que debía centrarme en todas las experiencias maravillosas que todavía tenía ante mí.
No hay nada más triste ni más inútil que darle vueltas al pasado. No hay nada peor que imaginar lo que podría haberte ocurrido si las cosas hubieran sido un poco distintas, si hubieras tenido un poco más de suerte, si no hubieras perdido ese tren…
Creo que es una idea bastante obvia, en la que todo el mundo coincide y yo desde luego lo tengo clarísimo: no tiene sentido regodearse en lo que pudo ser y no fue.
Pero es que, me cago en mi puta vida, han pasado casi 20 años y todavía hay noches de insomnio en que me acuerdo de esos acabados en madera que no vi ni veré nunca.