La espera

César García Pont
1 min readNov 14, 2016

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Despertó con la boca seca y una sensación rara. De hecho lo primero que le llamó la atención fue eso, la falta de sensación. Era como si no tuviera sensibilidad en ninguna parte del cuerpo excepto en la boca.

Le costó varios minutos darse cuenta de que era exactamente eso lo que pasaba.

Sólo sentía su cuerpo de cuello para arriba. Sólo podía mover los ojos y la boca.

El interior del coche estaba iluminado por la luz del reloj del salpicadero, apenas perceptible, boca abajo. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudo reconocer a duras penas el interior del coche, destrozado.

No sabía como había llegado allí. Le costó un buen rato recordar de donde venía, con lo que pudo deducir la zona aproximada en la que había tenido el accidente (del que no recordaba nada).

Estuvo luchando con su propio cuerpo hasta la extenuación, intentando mover algún músculo, sabiendo que aquello no tenía mucho sentido. Si no había conseguido moverse ya, si no sentía frío, ni dolor…

Poco a poco el pánico fue dando paso a la resignación y a una extraña sensación de lucidez. Aquello era un desierto, podías pasar días sin cruzarte con nadie en aquellas carreteras.

En cuanto saliera el sol, el calor se haría insoportable en unas pocas horas.

Sin agua y sin poder moverse, sólo le quedaba esperar.

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César García Pont

Vivo en Valencia con mi mujer, hijos, perra... La catástrofe al completo, que decía Zorba el griego. Desarrollo web y maquinitas varias.