Las cosas que nos pasan

César García Pont
2 min readMay 15, 2017

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Las cosas que nos pasan tienen masa.

Me di cuenta viendo un documental sobre el universo, cuando la presentadora dejó una gran bola sobre un lienzo cuadriculado.

Bajo su peso el lienzo se curvó, como el espacio-tiempo con la masa.
Después dejaba una bola más pequeña, que empezaba a dar vueltas alrededor de la otra hasta terminar cayendo sobre ella.
Como los planetas alrededor de una estrella.
Como las lunas alrededor de un planeta.

En el universo, las galaxias y los sistemas solares existen porque se llega a un frágil equilibrio en el que las fuerzas contrapuestas de distintos cuerpos en movimiento evitan que todo caiga sobre todo.

Y como pasa con el universo, nuestra vida termina siendo un complicado enjambre de órbitas superpuestas que interfieren unas con otras, en la que nosotros intentamos influir con más pena que gloria, tratando de alejarnos de lo que no nos gusta y de acercarnos a lo que sí.

No podemos cambiar la masa de las cosas que nos pasan (ya nos gustaría), así que la única manera de no dar vueltas alrededor de ellas hasta caer es poner distancia de por medio en nuestro espacio-tiempo particular.

Por eso hay sitios por los que evitamos pasar, por eso hay gente a la que preferimos no ver. Por eso nos vamos a otra ciudad, a otro país.

Cuanta más masa tenga lo que ha ocurrido, a más distancia tendremos que alejarnos para no ser engullidos.

Si tenemos suerte, llegaremos a tener estabilidad en ciertas órbitas importantes. Si no la tenemos, todo será caos, siempre.
¿O son esos los afortunados?

Vete tú a saber. La cuestión es que ahí andamos todos, dando tumbos más mal que bien, jugando con nuestra Teoría de la Relatividad particular y rezando por que ninguna de nuestras órbitas pase nunca cerca de un agujero negro.

Aunque bueno, de eso se trata, supongo.
Decía Hunter S. Thompson: La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, totalmente agotado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Menudo viaje!

Aunque, claro, igual tampoco es buena idea fiarse de los consejos de un tipo que decidió volarse la tapa de los sesos mientras hablaba por teléfono con su mujer.

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César García Pont

Vivo en Valencia con mi mujer, hijos, perra... La catástrofe al completo, que decía Zorba el griego. Desarrollo web y maquinitas varias.