LARA LARS, collage artist.

Los hijos sanos del patriarcado de izquierdas.

Clara García
6 min readMay 2, 2020

Agresiones, abusos, luz de gas, aislamiento, misoginia, castigo mediante el silencio, invisibilización, acoso y una larga lista de actitudes machistas forman parte también de la convivencia en los colectivos y entornos políticos de izquierdas. Sí, es sabido por todo el mundo que esto ocurre y que seguimos sin cortar el problema. Es una cuestión colectiva que debemos abordar de forma colectiva.

Hombres con traumitas, con una falta de empatía y cuidados total y una irresponsabilidad afectiva que roza la negligencia, que por no ir al psicólogo vuelcan en las mujeres con las que se relacionan toda su basura emocional. Porque uno de los rasgos de la masculinidad es justamente no pedir ayuda y así nos va. Mujeres que van a terapia por estar con hombres que no van a terapia, ese es el panorama que tenemos sobre la mesa.

En un caso de este tipo me encontré este año, no como mujer víctima de un agresor si no como feminista consecuente que hace todo lo posible por poner en contacto a las agredidas y estar a su disposición total. Viví una vez más la locura y el caos que desencadena señalar a un agresor, con cinco testimonios a sus espaldas describiendo maltrato psicológico y en algunas ocasiones físico. Y aún así las agredidas siempre cuestionadas y silenciadas.

Pero estos agresores no son un suceso aislado, si de algo nos damos cuenta las feministas cuando surgen este tipo de casos es que es precisamente el entorno de amigos el que en menor o igual grado tiene comportamientos machistas similares, como pueden ser el consumo de mujeres para sus necesidades, la manipulación, el compadreo fraternal para silenciarnos, etc. Es el entorno el que facilita que ese agresor actúe con total impunidad y es el que coexiste con esas agresiones porque son “normales” en sus vidas. Si van a mear juntos y hasta se la miden ¿cómo no van a saber lo que hace y deshace su colega?

¡Qué importante es la comunicación entre mujeres para visibilizar todo ese castillo de piezas construido por ellos durante años! Por eso nos aislan, para que no conozcamos la foto global y no podamos crear ese apoyo y unión de fuerzas. Las eternas “novias de” o “ex novias de”.

Desde el primer minuto supe que tenía que buscar ayuda profesional en psicólogas, trabajadoras sociales y abogadas. El resto no tenemos formación ni preparación para este tipo de situaciones y debemos contar con las profesionales en todo momento.

El primer instinto de las agredidas fue la justicia social inmediata, esperando un posicionamiento por parte del entorno más cercano al agresor. Ahora con la perspectiva que da el paso del tiempo me doy cuenta que conquistar esa parte debería ser la última de las batallas porque si hay un agente activo, responsable y facilitador de las agresiones es precisamente la complicidad del entorno.

Nada justifica el maltrato. Ni un trauma, ni la droga, ni las circunstancias vitales. Absolutamente nada.

Comenzaron las llamadas diarias de los amigos del agresor pidiendo un protocolo de actuación y unas pautas feministas que se pudiesen poner en práctica en este caso. Sí, es que debe ser muy difícil buscar el teléfono de las asociaciones e instituciones del Estado que se dedican a la violencia de género y una vez más las mujeres tenemos que ser sus madres y dárselo hecho. Se les exigió que había una premisa fundamental “ellas tienen que decidir y aprobar cualquier acción o movimiento”. Y efectivamente, como os esperábais se pasó por encima de esta norma tan básica del feminismo, como ya sabemos, las mujeres carecemos de autoridad en el mundo.

Buscaban la forma de salvarle y que tuviese una oportunidad para seguir siendo amigotes. Todas las oportunidades, tacto y cuidado que se le brindó al agresor, son justo las que no tuvieron las agredidas en su día. Es curioso cómo funciona la “fraternidad”, da para pensar un rato.

Daniela Ale. Gonzalez

Afortunadamente pudimos darnos cuenta del error de mantenerlas informadas de cada movimiento del entorno del agresor. A los pocos días decidimos cambiar el rumbo con mejores resultados.

Método científico, prueba y error. El fallo es parte del proceso de aprendizaje.

¿Qué protocolo se recomendó para este caso en un principio?

  • Ponerse en contacto con las agredidas, que puedan expresarse sin recibir prejuicios ni cuestionamientos, dejar que se expresen y sean parte del proceso en la medida de lo posible. Contar con sus decisiones y necesidades en todo momento. Preguntarlas si están de acuerdo con las acciones que se van a llevar a cabo. Mostrarlas y facilitarlas un espacio seguro y confianza. Darlas apoyo inquebrantable y total si quieren denunciar y expresar el ofrecimiento a ser testigos si fuese necesario. Sin medias tintas.
  • Esta comunicación debe ser liderada por una o dos personas como mucho para no aumentar el agobio, confusión y nerviosismo. Mediadoras con unos valores sólidos que sean capaces de cometer los menores errores posibles y que tengan muy claro en cada minuto que la prioridad son ellas.
  • A nivel externo, consensuar estas prioridades entre todas/os y tener una organización y toma de decisiones firme como grupo teniendo claro los valores y siendo consecuentes de forma colectiva.
  • Mostrar un tajante rechazo social hacia el agresor ya sea en persona, comunicado o como mejor se considere. Marcar una línea roja y hacerla pública. Sus actos muy graves tienen que tener consecuencias muy graves en su vida.
  • La probabilidad de que consiga cambiar tras una larga terapia psicológica es del 1%. Teniendo en cuenta este dato, se le pueden poner condiciones para su reinserción, por ejemplo que no vuelva a formar parte del entorno hasta que un/a psicóloga no confirme que hay un cambio de actitud como puede ser aceptar errores, asumir sus actos, etc.
  • Libertad vigilada, si vuelve a formar parte, debe ocupar siempre un papel totalmente secundario y ya sin poder gestionar ni organizar ningún tipo de evento, decisión u organización en ningún grupo o colectivo. Debe estar vigilado y limitado ya que es muy probable que reincida. Es muy importante tener un control colectivo del maltratador, si está en el entorno la gente debe limitar y vigilar sus actitudes y acciones. En este caso tan grave lo mejor sería evitar a toda costa que vuelva a tener pareja o relaciones, ya que la probabilidad de reincidir es del 99%.
  • Cada paso debe ser firme y pensado, teniendo siempre en cuenta los sentimientos y necesidades de las agredidas, su vulnerabilidad y su inseguridad. Es el momento de reparar un poco el daño causado, lo importante siempre son los hechos.
  • Responsabilidad colectiva, es importante que nadie se lave las manos, el entorno ha sido parte activa porque veían cosas y lo sabían en mayor o menor grado, pero o bien por ser parte de su normalidad o por no saberlo identificar o por miedo o por hipocresía no se dijo nada. Lo mejor es pararse a reflexionar y hacer autocrítica y evitar acciones individuales precipitadas como ir a pedir perdón a las agredidas o contar la bola de que ya con el agresor no había mucho trato, porque es una huída hacia delante que retrata una vez más el machismo imperante.
  • Crear una red femenina como medida de prevención y seguridad hacia todas. Una comunidad interna de mujeres feministas para poner en común toda la información de cada hombre con transparencia y creando unas dinámicas de cuidados. De esa forma, visibilizar y compartir todas las actitudes machistas con la finalidad de protegernos entre todas.

Es importante recalcar que este protocolo de actuación se pensó y redactó exclusivamente para este caso teniendo en cuenta que el perfil psicólogico del maltratador era el de un perverso narcisista. No aplicar de forma general como si fuese un dogma, lo primero siempre es buscar ayuda en las profesionales que trabajan en violencia de género que para eso se han formado.

Este texto está basado en los hechos que acontecieron en abril de 2020 en Salamanca. Actualizado en mayo 2020.

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