Claudia
11 min readNov 27, 2023

(4) Tears of the Kingdom: una revisión al legado de los sabios a través de la música — El legado zora

La expresión de los movimientos del agua a través de la musicalidad de los zora opera sobre una serie de decisiones que son constantes: una de ellas es la ejecución de las pulsaciones con el uso de instrumentos como el piano, la celesta o el arpa, que mediante notas agudas e intervalos de duración regular entregan esta idea de goteo constante y límpido: esto en cierto modo tiende a elevar su expresión a algo que se sostiene en una pureza que roza lo etéreo. Estas manifestaciones pulsadas, en mayor o menor medida, se acompañan también de otros sonidos envolventes, que pueden ser sintetizados o, como se verá más adelante, abarcar otro tipo de instrumentos orgánicos.

Relevantes son también los diversos y repentinos cambios de acordes, o modulaciones, que se contextualizan como hallazgos en las profundidades o regresos a la superficie. Esto resulta en una expresión de matices emocionales cuya progresión y resolución tienden a sentirse muy satisfactorias, como la evocación de algo agradable, ya sea nuevo o conocido.

En la música zora, además, se exploran los conceptos de contención y expansión mediante la reducción o aumento de instrumentos en cada una de sus piezas, pues estas elecciones representan aproximaciones micro y macro de lo narrativo y lo emocional. Esto es especialmente llamativo en esta raza por sobre el resto por las personalidades de sus representantes más significativos: Mipha y Sidon.

La campeona

♪ — El tema de Mipha

Mipha sabe que las cosas que son extremadamente sencillas fluyen en la mera virtud de ser, y las admira por pequeñas que sean. Sus ojos siguen la corriente modesta de un arroyo y le maravilla que haya tanta vida en él como en la más imponente de las cascadas. Pero tan libre es lo que fluye como lo que se decide. Cada pececillo que se sumerge en contra, cada uno de los suyos que hace el día a día en la Región Zora le hacen pensar en su propio lugar en el mundo. Las heridas cierran poco a poco y por sí solas, pero si ella puede aligerar el ritmo con el poder de sus manos no duda ni un segundo: decide, y fluye. Es tan simple, y ella tan pequeña, y el gesto tan grande. ¿Es el equilibrio siempre así de sencillo? Vah Ruta amansa en la quietud del embalse junto a ella; este es el lugar de un recuerdo, de la esperanza del retorno y el anhelo de la permanencia. El tiempo, como el agua, fluye desde el pasado y cuando toca su corazón se estremece ante el futuro que teje con esmero, con sus propias manos. Es tan sencillo sonreír cuando piensa en él que llega a dolerle un poco; apenas lo justo para sentirlo.

El tema de Mipha es la expresión máxima del minimalismo zora, de la contención. Su carácter introvertido, melancólico y dulce no requiere de más instrumentación que un piano, en torno al cual suena discretamente un sintetizador de cuerdas que hace el acompañamiento armónico, así como de una flauta breve y una celesta que aparece al final. Esto, desde luego, no impide tampoco que la ejecución de la pieza sea tan intensa como presente, y cada nota, cada goteo puro y claro es también muy sentido. Mipha es pequeña, comedida y muy amable, pero es además alguien que se arraiga con mucha fuerza a su propio ser. Como princesa de los zora, su entrega en lo general es siempre desinteresada, pero en lo particular salvaguarda la conservación de lo más íntimo de sí, para sí.

La melodía es suave y lenta, contemplativa incluso. Una vez superado el dulce pasaje inicial y ejecutado un nuevo cambio de modulación, tan solo ligeramente más grave, alcanza a asomar una expresión de dolor escondida una vez más en las calmas aguas de la superficie. El regreso al motivo inicial es el regreso a la Mipha que se deja ver, con un agregado ascendente de piano que delata la amplitud de sus anhelos. La contención no es carencia sino que un cúmulo, el resguardo que espera jamás tener que desbordarse. La hiperfijación de Mipha se torna, así, clara: su ser se inclina en una corriente definitiva y constante, pero se ancla al tiempo con timidez y delicadeza. Esta es señal de que ha atesorado las intimidades de su corazón.

«Padre, perdóname. Siempre fui… siempre fui muy egoísta… y te hice sufrir. Si fuera posible quisiera… verte una vez más».

♪ — La Bestia Divina Vah Ruta

La progresión en el tema de interior de Vah Ruta es quizás la más abiertamente dolorosa y devastadora de todos los temas de las bestias divinas. Ni tan siquiera alcanza a operar el sentido de la resistencia, tal vez apenas un asomo de precaución entre pianos poco alentadores y el impulso instintivo de pedir ayuda en código morse tan pronto como inicia la pieza. Mipha tal vez podría habituarse a ese repetir oscuro y suave, a entender el miedo para poder enfrentarlo, pero todo es descenso y el activar del primer terminal no hace más que empeorar sobre la base emocional del miedo y la base musical de la disonancia.

El piano que la descifraba tan dulcemente ahora construye una tonada opresiva y letárgica, que riega claustrofobia en un lugar antes seguro y querido, y que ahora se fragmenta a cada cambio de acorde. Especialmente cruel es el uso de la celesta, que reverbera fría y distorsionada como una caja musical que se quiebra y se entrega a la disonancia cuando la nota de piano torna en una caída abrupta: las ejecuciones operan como el descenso eterno, gota a gota, de una catarata que Mipha no podrá conquistar. Todo lo que se resolvía anteriormente a favor de las virtudes de los zora se deconstruye poco a poco en esta tonada: esta es la ausencia de consuelo y ternura, este es el odio glacial que empieza a consumir el entorno. La desarticulación transmite una sensación terrorífica y densa, que podría sugerir que Mipha ha comenzado a sentirse vencida por el miedo y así se guarda aún más en sí misma. Las activaciones del segundo, tercer y cuarto terminal manifiestan su crueldad cuando lo envuelven todo con la intención de imponer, no de acompañar. Las contribuciones a una caída sin retorno incluyen sintetizadores distorsionados, una línea que no pulsa, sino que se prolonga agónica y aguda a cada cambio de nota, y una percusión lenta, apagada y sardónica que se toma su tiempo.

El tempo acelerado del último terminal no es más que una señal de lo inevitable, del terror que ha tomado fuerza y que arrasa con todo lo que encuentra. Mipha no puede ir contra la corriente, y lo único que le queda es rogar porque la oscuridad no consuma los tesoros de su corazón.

El sabio

♪ — El tema de Sidon

Sidon observa el trono, pero aún parece demasiado grande para él. Será que un reino es también su gente, y sus aguas, y que sumergido en ellas no está seguro de si está listo para mirar desde arriba. No cuando la dirección del hacia, no cuando sus ojos los dedicó por siempre a Mipha, la campeona, la hermana perdida, la hermana querida. Cuando nada cascadas arriba a los dominios en los que flota el Templo para salvarlos a todos, se da cuenta de que no le cuesta. Será que piensa en ella, será que aún la llora; será que la pérdida lo ha vuelto más liviano. Pero también, cuando piensa en el reino y en la gente y en las aguas se siente tan fuerte, tan capaz de llenarlo todo, de darlo todo por todos sin agotar su presencia, sin olvidarse de sí mismo ni de su tristeza, pero tampoco de su sonrisa. Si él puede ser libre, todos pueden serlo a su lado.

El núcleo del tema de Sidon comparte las mismas notas que el tema de Mipha, como si ambos cantaran lo mismo en modos personales, sin romper la hermandad medular. En principio son el tempo y el rubato los que marcan la notoria diferencia, los que distinguen el carácter opuesto; pero además, ahí donde Mipha eligió la contención y la intimidad, Sidon tomó el camino de la apertura y la expansión a través de un canto polifónico que aúna cuerdas, vientos, percusión y piano. Al igual que su hermana mayor, Sidon se entrega de manera desinteresada a los demás, pero a diferencia de ella su expresión particular también involucra al resto, pues su carácter extrovertido le motiva a alcanzar algo que es más grande que él.

El viaje musical de Sidon lo lleva a evaluar todo lo que le antecede para incorporarlo, pero eso requiere evaluarse también a sí mismo.

«Vine aquí con la intención de salvar a la región. Y pensar que ahora debo defender a todo Hyrule. ¡Cumpliré con mi deber, tal como lo hizo mi antepasada! ¡Heredaré la piedra secreta!»

♪ — Ataque a la Bestia Divina Vah Ruta

La primera misión de Sidon le posiciona de inmediato en un papel para el que siempre pareció hecho: un salvador. Como el príncipe de su raza, su deber es ponerse al frente y sortear los peligros antes que nadie, pero este cometido es también profundamente personal. Desde la música, Sidon imprime vigor, esperanza y las voces de la polifonía en esta pieza, todas características que irá ajustando conforme avance en su camino.

Liberar a Vah Ruta no solo aliviará a los zora del llanto eterno y salvará al reino de una catástrofe fluvial, sino que también liberará el alma de su hermana, así que Sidon no lo duda y se lanza. Un glissando de cuerdas frotadas señala el punto de partida y se repite siempre ascendente en esta nueva travesía, y aunque es primera vez que surge en la sonoridad zora no es el único instrumento presente. Un coro majestuoso y compasivo, cuerdas firmes al bajo, un piano intenso, y una percusión potente y constante a la vez amortiguada por las pulsaciones optimistas de un xilófono le acompañan en su impulso armónico de valor y entrega. Además de las muestras de goteo ya características de los zora, aquí se incorpora con más fuerza la idea de la fluidez: la melodía solemne del oboe, enfocado y reforzado al tiempo por el aliento de una flauta y una trompa, se articulan como movimientos ininterrumpidos que no solo dan forma al agua, sino que también la transitan. Con todas estas voces acompañando a Sidon y trascendiendo las bases de su propio pueblo, es como si llevara consigo y para todos la promesa del triunfo.

Toda la fuerza con la que Sidon lideró su primera misión encuentra un freno en Tears of the Kingdom cuando sus propios temores le recuerdan el dolor de la pérdida. Esto no lo vuelve incapaz, por el contrario: le redirige a considerar la mesura y a que actuar por los demás también significa actuar por sí mismo y seguir libremente su corazón.

♪ — El Templo del Agua

El viaje musical del Templo del Agua es uno que transita por las distancias con el propósito de la reconexión. Las expresiones de goteo incorporan, como un caudal que comienza a llenarse, ejecuciones progresivamente más fluidas hacia el enfrentamiento final. A diferencia del tema de interior de Vah Ruta, que es opresivo y se estanca en el terror, aquí se ofrece un camino de liberación que permite a Sidon un redescubrimiento y la entrega de algo propio. Su estructura puede dividirse de la siguiente forma:

  1. Una introducción distante pero vinculada a la ancestralidad
  2. El regreso paulatino al peligro presente
  3. El asentamiento del peligro
  4. El contraataque
  5. La coda

Es interesante notar la percepción de distancia en la introducción. Sonoramente, pareciera ser algo que atañe más a los zora en general que a Sidon en particular. A su vez, esta distancia no es solo por todo el aire existente, sino que porque se vuelca tanto a un conjunto de instrumentos como a un tempo reducidos. Un clarinete abre la pieza y revela que son el arpa y el coro, que actúan como los soportes principales de esta sección, los que parecieran apuntar más directamente al sentido ancestral de los zora. El viaje de Sidon comienza en la lejanía, y sus ascensos pulsados auguran profundidades.

En el regreso paulatino comienza a intuirse la presencia del peligro al son de las campanas y un piano que aterriza sin severidad, pero con un poco más de urgencia en armonía con el coro. Las cuerdas, por su parte, irán ascendiendo con más asertividad a cada avance de la pieza, como si trataran de alcanzar a Sidon en su travesía de reencuentro personal. Las arpas en glissando y la percusión de un xilófono proveen de la pureza requerida para enfrentar el presente y lo que ya está tan próximo: cada cambio de acorde es una advertencia, pero también el anuncio de un desborde necesario. El peligro se asienta, pero también la fluidez. Cuando la tonada acelera y se vuelca a enfrentar la vicisitud en escalas descendentes, todas las voces se unen en un diálogo más apremiante, pero también más compenetrado. Todo lo que al comienzo era distancia, cautela y observación se consolida en algo que emana decidido e inclinado a la acción. Las voces sintetizadas en reversa comienzan a aparecer, pero también se afianzan las cuerdas frotadas y el viento en respuesta.

Es entonces que Sidon regresa en su glissando de contraataque. Es esa tonada familiar, esperanzadora y ascendente, pero también más contenida, sentida y vulnerable que su versión previa la que le permite luchar en su nombre, el de Mipha y el de todos los zora. Un oboe fluye con delicadeza, las cuerdas avanzan ininterrumpidas entre las gotas del piano, el viento metal da un soporte discreto y en el balance entre lo heroico y lo doloroso se revela un contrapunto importante: el reconocimiento de la pérdida delinea lo que necesita ser salvado. Es el coro lo que permite nuevamente redirigir el cauce y unir todas las voces. Esta batalla no le permitirá a Sidon ser egoísta: aunque es su deber pensar en sí mismo, volver a sí mismo y purgar los temores de su pérdida, su pueblo lo espera no solo en la pureza de sus aguas, sino que en los efectos de su acción.

La corriente de un caudal que ha recorrido toda su historia lleva consigo la fuerza suficiente para que Sidon pueda despertar ante la coda. Si triunfa ante las campanas, tendrá la oportunidad de mostrar los tesoros de su corazón al mundo.

Los zora

♪ — La Región Zora (versión diurna)

Los vaivenes de la musicalidad zora permiten expresar una naturaleza que, aunque definida en sus pulsaciones y acordes, les permite moverse con la soltura del agua. La contención y expansión son así posibles como manifestaciones de voluntad, al extremo de poder contar cada gota hasta el opuesto de desenvolverse en corrientes fluidas.

Mipha, a través de su impronta personal, ha legado a su pueblo paciencia e integridad. Sidon ha sabido recibir estos dones para legar por su cuenta entrega y protección. La travesía musical permitió reconocer las distintas y maleables formas del agua y lo que estas muestran y ocultan a destiempo en sus profundidades. Los tesoros están ahí para uno o para todos, pero son las corrientes las que los protegen o revelan a voluntad.