El Adecuado.

Valentina Ortiz de Retes
5 min readJan 23, 2022

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El Adecuado es la versión moderna de lo que en algún momento fue ‘La Adecuada’. Esa mujer que cumplía estrictamente con todo lo que el género opuesto, por razones prácticas, evolutivas o también por mero capricho (¿por qué no? ¿qué hay de malo con los caprichos?) esperaba de una mujer.

Nótese que dije “esperaba” y no “deseada” porque ese perfil no siempre fue el deseado por los hombres. Digo más: No siempre y no por todos, porque los hombres, así como las mujeres, no son un ente monolítico que funciona como una mente colmena que todo lo comparte. Digo “esperaba” y no “deseaba” porque lo que se esperaba es ni más ni menos que aquello que culturalmente nos enseñan como el éxito de “una buena mujer”. Y ya está. Se esperaba, a lo mejor, que fuéramos atractivas, cariñosas, y lo suficientemente empáticas e inteligentes como para poder entender y compartir su sentido del humor. Se esperaba que entendiéramos la carga con la que volvían ellos del trabajo (y no te hablo de hace cinco años, te hablo de hace cincuenta). Pero eso ha cambiado. Y ha cambiado porque el relato ha cambiado.

“¡Bien!” vitorean ahora las feministas. “¡El relato ha cambiado!”. Sí, ha cambiado, pero no cantemos victoria porque no ha cambiado hacia el apropiado. El relato ha cambiado y el relato ahora dicta que las mujeres, por el mero hecho de ser mujeres, son adecuadas. Hemos reforzado la idea de que no existe adecuación en las mujeres y que de existir, entonces todas lo somos en la medida en que nos proporcione felicidad. Ya no hay buenas mujeres y malas mujeres. Sólo mujeres. Y de haberlas, las malas mujeres son aquellas que no sustentan ese mismo relato.

Sigue existiendo la figura del “adecuado”, sólo que ahora son siempre hombres. Y llegué a esta reflexión observando el perfil de un influencer al que conozco y que no voy a nombrar por amor a la paz. El es adecuado. Es un hombre adecuado. Es perfectamente adecuado.

Aquel que sigue cumpliendo con la exigencia evolutiva de la mujer, siendo atractivo y masculino, pero no tanto como para convertirse en una parodia de sí mismo. Aquel que, además, viste elegante, pero no tan elegante como para parecer un pez gordo que le toca el culo a su secretaria (ojo, “parecer”, no ser). Aquel que despreocupada y naturalmente dice no entender el conflicto de los hombres con el feminismo, si él nunca ha tenido problemas mientras se ha “portado bien”.

Aquel que es tan adecuado que ni siquiera es tan radical como para plantarles cara a los hombres “inadecuados”, aquellos que el feminismo no avala. Él es el que dice “si yo los entiendo, antes yo era así”, y encuentra en ello el confort del no hacer nada. El adecuado es el que es tan adecuado, que jamás se mancha las manos de sangre por ‘la causa’, porque es tan adecuado que ha conceptualizado que la sangre es mala.

El adecuado es aquel que nunca ha dedicado un momento a reflexionar sobre su propio individuo, a reconocerse como hombre, como macho de la especie humana y por eso no es conciente de cómo le perjudica el pecado original que se le otorga a aquellos peneportantes con los que elige no identificarse. Por eso es que puede ser amigo de quien luego por Twitter espeta odiar a los hombres, o de la madre que cree que su hijo le pertenece y como su ex le ha puesto los cuernos, al niño no lo ve; o de la actriz que en su tiempo libre “desmiente” las denuncias falsas. Pero claro, el adecuado es el amigo y el novio nunca tan comprometido como para tener que dedicarse a estudiar y enfrentarse a su propia moral.

Por suerte, con eso no hay problema, porque si le preguntan, siempre puede recurrir al mantra que ha aprendido: “No me voy a apropiar de su lucha.”

Ese hombre, tan adecuado, que ni siquiera se pregunta por qué sus congéneres se oponen, en gran medida, a este feminismo que los castra.

Dije antes que ‘La Adecuada’ era mayoritariamente esperada, pero no siempre deseada. Lo mismo ocurre hoy con El Adecuado. El adecuado, en el taxatismo de la realidad, no atrae a todas las mujeres. Ni siquiera me arriesgaría a decir que atrae a la mitad, pero sí que cumple con lo que se espera del “hombre correcto” a ojos de muchas de ellas (otra cosa es que, en efecto, deseen aquello que perciben como “correcto”).

El Adecuado es la idea que el feminismo ha construido sobre lo que debe ser el hombre correcto, el hombre al que nos podemos sentir atraídas sin culpa. Y el adecuado, en mi experiencia, suele construirse sobre personas que guardan una necesidad latente de ser percibidos como indispensables, lo que termina por hacerles dependientes de seguir alimentando la imagen artificial que construyeron sobre ellos.

El adecuado también peca de creerse uno más de la tribu. No lo juzgo, ha invertido tantísimo en el papel que hoy interpreta que espera que lo mínimo sea ser tratado como a uno más, pero no se da cuenta de que tiene un sólo problema: Sigue siendo hombre. Y mientras todo su éxito se haya construido en base a ser el hombre adecuado, el día en que ya no se adecúe lo suficiente, lo perderá todo por la misma razón.

“¿Entonces los hombres deben comportarse como cerdos porque si no consiguen el éxito rotundo y definitivo entonces no vale de nada?” No. A los hombres (como a cualquier persona) les basta la empatía básica humana para no querer lastimar, dañar o perjudicar a otros.

“El adecuado” sólo sirve con el único propósito de ser una vara de medir para con el resto de hombres, y como no se de la perfecta y muy escasa casualidad de que, naturalmente, tu identidad te lleve a ser el hombre perfectamente adecuado hasta el último día de tu vida, llegará el punto, quizás dentro de muchos años, donde recuerdes a la persona que dejaste aparcada en 2015: Tu yo auténtico e inadecuado.

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Valentina Ortiz de Retes

Comunicadora, speaker y Activista por los Derechos de los Hombres. También Social Media Manager y Content Creator.