Epílogo

Misha
7 min readSep 28, 2021

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Hola, hoy ya no tengo veintitrés sino veintisiete años.

Llevo mucho tiempo queriendo ampliar “Cómo llegué a ser camgirl o el horrible panorama laboral para una millenial con carrera trunca”, porque teniendo completa sinceridad, creo que pinté algunos aspectos de la industria de forma poco realista. Estaba haciendo un esfuerzo por escapar del estigma que nos atraviesa a las trabajadoras sexuales, escapar del rechazo que enfrentamos ante un mundo que piensa que somos estúpidas, sucias, robamaridos (robacarteras quizá sería más apropiado, el marido qué), que el trabajo es fácil, que somos una amenaza al bienestar social, que somos personas desechables, etc. etc. Estigma que también sostenía en mi interior en ese entonces, al menos en parte. Pero antes que nada, quiero que sepan algo: sigo completamente convencide de que el trabajo sexual es el mejor trabajo que existe para mí en este mundo horrible y capitalista, al menos por el futuro previsible, y quiero que tengan presente que voy a pelear con uñas y dientes contra cualquiera que intente quitármelo, o hacerlo más inseguro, o más difícil. Voy a señalar y exhibir a cualquiera que se dedique a difundir propaganda misógina “abolicionista de prostitución”, discurso que revictimiza a las víctimas de trata para intentar convencer a lesgisladores de jodernos la vida a las trabajadoras sexuales, sin ayudar ni a un grupo ni al otro, por supuesto. ¿Estamos? Estamos.

Ahora sí, ¿a qué me refiero con que pinté la industria de forma poco realista? A que me enfoqué exclusivamente en los aspectos positivos. Había muchas cosas que no me habían pasado y otras que no quería admitir que me estaban pasando, porque me daba vergüenza reconocer que había tomado decisiones imperfectas a pesar de ser lo mejor posible para mí, me dolía haber perdido el apoyo del feminismo girl boss querer-es-poder y pensaba que mostrando los aspectos positivos de mi nuevo trabajo podía recuperarlo. Quiero enfatizar que casi todas las consecuencias negativas de ejercer trabajo sexual están relacionadas con la naturaleza humana y cómo la gran mayoría de la gente actúa ante personas que percibe como inferiores, o devaluadas, y no necesariamente con el aspecto sexual del trabajo. Muchas de éstas experiencias negativas y violentas también las enfrentan otras personas en la industria del servicio, sobre todo en las áreas que son trabajos feminizados: quienes limpian tu casa o tu lugar de trabajo o transporte, quienes confeccionan tu ropa, quienes te sirven la comida, quienes cuidan personas en hospitales y hospicios, etc. El problema de trata de personas es mucho más común en la industria textil que en la industria sexual, por poner un ejemplo.

Pero empecemos por el principio: Cuando publiqué esta historia originalmente, marzo 5 del 2018, fue el último mes que existió la industria sexual sin la presencia de FOSTA/SESTA, un paquete de leyes federales estadounidenses que entró en vigor el 11 de abril de 2018, y cuyo propósito es básicamente censurar a las trabajadoras sexuales en internet. FOSTA/SESTA representa un problema a nivel global porque la mayoría de los sitios de internet y las redes sociales tienen que cumplir con las leyes estadounidenses, a pesar de que operen prácticamente en todo el mundo. Por supuesto que esta serie de leyes no fue presentada así, como leyes de censura, sino como una herramienta “anti trata” (que tuvo mucho apoyo de las fundadoras del feminismo radical, por cierto) para teóricamente reducir la cantidad de anuncios de servicios sexuales que involucraban a víctimas de coerción y explotación. La realidad es que a ni a la policía, ni a los legisladores, ni a los bancos, ni a las feministas radicales institucionales realmente les importa el bienestar de las víctimas de coerción y explotación, y FOSTA/SESTA sólo ha sido un pretexto muy útil para perseguir a trabajadoras sexuales independientes y organizadas a través del internet. Todo el tiempo nos están tirando plataformas de trabajo, sitios donde podemos organizarnos entre sí, sitios donde podemos anunciarnos, cuentas de redes sociales, cada vez es más difícil mantener contacto entre nosotras y con nuestros clientes, cada vez es más difícil darse a conocer con clientes nuevos, y los costos han sido incalculables: para mí significó perder una cuenta de banco y una porción muy grande de mis ingresos que me tomó años reconstruir, apenas a mediados del 2020 podría decir que me recuperé por completo. A muchas otras les ha costado su independencia, y tuvieron que volver a trabajar bajo el control de agencias o terceros potencialmente abusivos (muy irónico, ¿no?), a otras incluso les ha costado la vida.

FOSTA/SESTA también ha significado que la industria está cambiando a una velocidad vertiginosa. Hace 4 años tener un instagram o un tumblr para promocionarse era una estrategia muy exitosa: podías hablar de tu trabajo, poner “pruebas gratis” y construir una audiencia bastante grande. Varias trabajadoras sexuales tenían cuentas con cientos de miles de seguidores, hoy en día la mayoría de esas cuentas ya no existen. Actualmente poner una fotografía en bikini, o incluso utilizar eufemismos como un emoji de berenjena o de durazno te pone en riesgo de que te saquen de facebook y por ende de instagram. Muchas personas aún usamos instagram, por ejemplo, pero pasó de ser un lugar donde podías encontrar clientela a ser una especie de marcador de libro: casi solamente te siguen personas que ya te conocen y subes fotos para recordarles que existes, eso si no te hacen shadowban. Cambios similares han ocurrido en twitter, en reddit, en youtube, en patreon y tiktok nació con toda esa serie de normas de forma preestablecida. Muchas de las guías de marketing digital para trabajadoras sexuales que estaban escritas hace años hoy son obsoletas, y una guía que se escriba hoy podría volverse obsoleta dentro de un año. Para la mayoría de nosotros ya no es viable aconsejar a personas nuevas que se interesen por entrar a la industria, en parte porque las promesas de prosperidad de antaño ya no son tan sólidas. No me siento en confianza de asegurarles que van a tener ingresos que valgan la pena el tiempo y el riesgo, porque para mí lo vale pero recuerden que mi segunda mejor opción es un callcenter que me daba ataques de pánico y donde me pagaban el mínimo. También llevo años en la industria, aprendiendo sobre ella, desarrollando habilidades y enfrenté todas estas dificultades con la ventaja de unos cuantos meses de experiencia previa. Cada vez la barrera de conocimientos necesarios para tener éxito en la industria es más alta. También es cierto que muchos tenemos que decidir entre usar nuestro tiempo para trabajar y mantenernos actualizados, o enseñar lo que sabemos. Yo, por mi lado, tengo un montón de consultas médicas a las que asistir y que pagar que llevo posponiendo desde hace prácticamente 10 años, y los días solamente tienen 24 horas.

El mensaje que aparece cuando te cierran tu cuenta de instagram

En el 2018 también mencioné que mis clientes son personas normales, y lo son, muchos (y alguna que otra morra y personas no binarias) genuinamente sólo quieren una conversación amena; o tener material para masturbarse con un tema, o características, en específico; o saben que los grupos de packs, el porno pirateado y las nudes de sus exes no son contenido sexual que sea ético conservar y utilizar; mientras que comprarlo de personas que es nuestro trabajo sí es ético y nos ayuda a poner el pan sobre la mesa. Pero muchos hombres normales también son posesivos, violentos, controladores, celosos y manipuladores… ¿tu ex que te gaslighteaba?, ¿tu tío el que hace comentarios misóginos en navidad? Probablemente han sido mis clientes, o los de alguna otra persona que ejerza trabajo sexual, y te garantizo que a largo plazo nunca nos tratan mejor que a ti. El nivel de riesgo que enfrentamos respecto a distintas violencias depende mucho de las formas en las que interactuamos con los clientes y con el mundo: Mi cara es pública en todos lados y eso me ha traído un montón de acoso. Los hombres, incluso muchos que son afines al feminismo, perciben a las mujeres como objetos que son propiedad de alguien, y consciente o inconscientemente piensan que cuando te dedicas al trabajo sexual eres “de dominio público”, entonces pueden hacer y decir sobre ti lo que les de la gana, cosas que jamás harían o dirían sobre sus novias o compañeras de trabajo. También me han robado fotos y se las han compartido incluso al familiar que me acosó sexualmente cuando yo tenía 10 años. A muchas trabajadoras sexuales las han doxxeado*, acosado en línea al punto de forzarlas a cambiar de alias o retirarse, a muchas madres les quitan la custodia de sus hijes, a muchas que tienen otros empleos las despiden cuando sus jefes descubren que también son trabajadoras sexuales, a muchas que son estudiantes o académicas las discriminan en las universidades, las que trabajan de forma presencial pueden ver en riesgo su seguridad física o sus vidas. Todo esto no es necesariamente el pan de cada día, si lo fuera no sería un trabajo sostenible, pero sí son cosas a las que nos enfrentamos con mayor frecuencia que quienes no ejercen trabajo sexual, y con las que tenemos que lidiar con mucho menos apoyo de la sociedad y prácticamente ningún apoyo de la policía o del estado.

Para finalizar, porque ya me extendí mucho más de lo que esperaba, quiero pedirles que recuerden que las trabajadoras sexuales somos personas, que tenemos necesidades particulares y necesitamos autonomía, seguridad y derechos laborales, no que nos rescaten como si fuéramos damiselas en peligro o una camada de gatos recién nacidos. Esa narrativa es increíblemente violenta y deshumanizante. Apoyar los derechos laborales de las trabajadoras sexuales es apoyar el bienestar y la seguridad de muchos grupos marginalizados, es apoyar los derechos de las madres solteras, de las personas con discapacidades, de personas migrantes, de personas racializadas, de personas trans y en general de la disidencia sexual y de género, grupos históricamente oprimidos y perseguidos por el estado, y tengan presente que hacernos convivir de cerca con la policía jamás va a ser más seguro que dejarnos en paz para auto gestionar estrategias de seguridad, de cuidado y de salida a otras alternativas laborales.

Trabajo sexual es trabajo.

Siempre con las putas nunca con la yuta.

*Es decir, terceros han compartido su información privada y personal, como nombre legal, dirección, fecha de nacimiento (si era privada), etc.

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Misha

Entrepreneurial clown, gender-fluid menace, dancer & ingovernable.