Productos digitales y psicoanálisis

Sergio Borromei
8 min readJul 13, 2018

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Sé que muchos pensarán que un título de esta naturaleza bien podría estar en Cambalache. Puede ser. Si Enrique Santos Discépolo viviera en este siglo probablemente algo tendría para decir al respecto ¿acaso en un update 2.0 de su famoso tango? Tal vez.

“Hoy volví cansado de hablar de mí”, dijo ese otro gran artista porteño que alguna vez supo vivir en Santiago. Y cualquiera que haya vivido el tiempo suficiente en la ciudad de la furia sabe que el psicoanálisis atraviesa (no sólo) la Avenida Alcorta como una gran cicatriz.

Un privilegio que no se suele dar en otras latitudes. ¿Entonces por qué no?

En esta entrega me quise aventurar a dialogar con la Lic. Mercedes de la Iglesia, psicoanalista, formadora y frecuente expositora de paneles y congresos internacionales de psicoanálisis (y además mi mamá!), para ver si podemos encontrar una perspectiva diferente a lo que comúnmente encontramos en un blog de tecnología.

No la busquen en LinkedIn, no es la red social favorita de los psicoanalistas. Solo rescuéstense en el cómodo diván de su consultorio y veamos que podemos sacar de nuestro discurso.

En el diván

Estamos atravesando cambios en los paradigmas tecnológicos. La robótica y la inteligencia artificial no solo están reemplazando tareas físicas reiterativas sino que además interviene en las de índole intelectual.

Ayer donde era requerido el ojo experto de un especialista, hoy las máquinas parecen ganar terreno cada vez más rápido. La visión de una computadora puede detectar un lunar cancerígeno con mas celeridad y precisión que un médico con años de experiencia. Algoritmos de análisis de riesgo amenazan con llevarse millones de puestos laborales de analistas. El Big-Data-Brother nos dice que serie debemos ver y cual será el próximo gran artista pop.

Uno de los grandes interrogantes de los pensadores de la revolución industrial era cómo motivar al trabajador especializado en la línea de ensamblaje, que se encontraba sometido a una rutina diaria y pautada hasta en los detalles más superfluos. Aquellos tiempos parecieran estar llegando a su fin, sin embargo, el problema de la motivación en el contexto de una empresa parece renovarse con un el nuevo matiz de los avances tecnológicos de esta era.

S: ¿Qué es lo que motiva a un trabajador de la era digital?

M: Podríamos preguntarnos: ¿Qué móviles motivan a un ser humano? ¿Qué lo estimula? ¿Por qué hay trabajos que hace con sumo agrado y otros que lo enajenan? Todos hemos escuchado decir ante una tarea que no complace: “No me queda otra pero algo tengo que hacer” y ese algo está más ligado al deber que al deseo.

La Segunda Guerra Mundial provocó emigraciones. Muchos investigadores tuvieron que partir a EEUU encontrándose con una sociedad pragmática, que buscaba resultados y dónde el progreso económico y el éxito logrado eran impulsados, según Max Weber, por el racionalismo económico como clave del éxito.

La Psicología de las Organizaciones y la Psicología laboral aplicaron de manera algo renovada la fórmula Estímulo-Respuesta. El mundo empresarial abrió departamentos de RRHH como opción indefectible para economizar tiempo, recursos y lograr los mejores resultados posibles.

Actualmente una empresa exige productividad y en general motiva a sus empleados compensándolos económicamente, proporcionándoles ambientes agradables y más saludables, flexibilizando los horarios, la modalidad work-at- home entre otros beneficios.

Parecieran avances significativos. Sin embargo sigue vigente la pregunta por la motivación. Cambió la modalidad, cambiaron las condiciones, pero no se logró la satisfacción garantizada y no se va a lograr porque la estructura del ser humano no responde a la lógica de que todo es posible. Esta falta estructural es el acicate por el cual el sujeto sostiene su afán por el progreso continuo en la actividad que desempeña.

Si el Psicoanálisis tiene algo que aportar en relación a la motivación es abrir la pregunta por el deseo en el ser humano. Es un tema interesantísimo, y que requiere dedicarle tiempo y espacio.

S: Actualmente en el espacio del diseño de productos digitales se han reflotado conceptos asociados a la motivación como la Teoría de la Autodeterminación (1970, Edward Deci y Richard Ryan), y que establece que el ser humano responde a tres necesidades psicológicas innatas:

  • Competencia: Buscamos controlar lo que hacemos, experimentar el dominio de las habilidades.
  • Autonomía: Buscamos ser los directores de nuestra propia vida.
  • Relaciones: Buscamos interactuar, estar conectados y preocupados por los demás.

Estas tres necesidades se conjugan en otro concepto de la teoría que es la motivación intrínseca, la cual consiste en el deseo humano de buscar nuevos desafíos y cosas, analizar las capacidades propias, y observar y adquirir nuevo conocimiento.

Desde la perspectiva del psicoanálisis ¿Podemos interpelar estos conceptos?

M: El sistema neurológico de un ser humano es como un hardware que necesita de un software para funcionar. A este software lo llamamos lenguaje, proviene de “otro” y es lo que denominamos lengua materna. Por el lenguaje nuestra relación con la naturaleza se corrompe y entramos en lo que llamamos cultura. Un animal puede emitir sonidos refiriendo conceptos básicos como “peligro”, “miedo” o “hambre”, pero solo el ser humano puede comprender la complejidad contenida en un chiste, una mentira, una metáfora o un poema.

Ese “otro” que provee el lenguaje (madre, padre o quién que ejerza esa función) no tiene un deseo transparente porque viene de un proceso semejante, transmitido a través de generaciones y que no aporta demasiada claridad en los decires conscientes. Es comandado desde el inconsciente y lo podemos leer desde formaciones como actos fallidos, equivocaciones, chistes, lapsus. Esos quiebres del discurso nos aportan una verdad inconsciente.

Por lo tanto, no hay autonomía del Yo. Desde el punto de vista del psicoanálisis, el concepto de competencia al que refiere la teoría de autodeterminación, depende mucho del software que nos habita, y por lo tanto de las identificaciones a otros seres humanos. En ese sentido la teoría de autodeterminación es una sobre-simplificación de un proceso mucho más complejo que la mera búsqueda de controlar lo que hacemos.

No obstante, si reconocemos que el software que nos habita proviene de otro, y que no está exento de desperfectos, tendremos una muy buena oportunidad para relanzar nuestro deseo y poder reescribir nuestros propios programas. Es decir que reconocemos el límite y desde ese vacío surge la idea creativa.

S: Con respecto a las relaciones: ¿Qué es lo que nos lleva a conectarnos con otras personas en las redes sociales?

M: Los griegos que practicaban el encuentro con el semejante, se reunían para beber, pensar y dialogar. En esos encuentros, Sócrates bajo la pluma ávida de Platón se pregunta y nos pregunta: ¿Se desea lo que se tiene o lo que se carece?

Al estar habitados por un software transmitido a través del lenguaje, el Yo no es autónomo, es heterónomo. Necesitamos del otro social, interactuar desde la disparidad existente para poder encontrarnos con lo que carecemos, lo que nos falta.

Dado que el deseo no es transparente, no podemos comunicarnos con total precisión, por lo que en esta interacción no ocurre un proceso de feedback complementario mediante el cual podamos incorporar aquello que no tenemos. Aún así la riqueza está en las diferencias, y nuestra capacidad para poder reconocer lo faltante, el gap entre el software que me habita y el software que habita al otro. Ergo, deseamos lo que carecemos.

Esta carencia anudada a los recursos disponibles, el “software que nos tocó”, es lo que nos lleva a un movimiento propiciatorio para nosotros y para quienes nos rodean: nos impulsa a preguntarnos por lo que no sabemos. La docta ignorancia es una buena carencia. Nos entusiasma y nos permite pasar de la doxa a la episteme. Para nosotros, verdad deseada aunque nunca lograda completamente.

¿Por qué vamos a congresos? Escuchar a otros nos hace encontrar con lo que nos falta y propicia la buena rivalidad. El encuentro con el semejante propicia la creatividad.

S: Pienso en las horas que pasamos “navegando” dentro de productos digitales como redes sociales, videojuegos, incluso la misma internet, buscando quién sabe qué…

M: Quienes navegamos buscamos un objeto que no vamos a encontrar en su completitud, por esta carencia estructural de la que hablamos.

Zenón de Elea, pre-socrático, discípulo de Parménides nos transmite a través de los siglos la paradoja de Aquiles y la tortuga. Esta paradoja nos sirve como metáfora para explicar que entre el placer buscado y la satisfacción encontrada siempre va a existir una diferencia. El placer no se encuentra en hallar el objeto sino en el camino para buscarlo. El encuentro es solo un destello.

Disfrutamos de aquello que aspiramos lograr, pero una vez alcanzado, deseamos algo más, transformándose en el punto de partida que nos lleva a descubrir nuevos territorios. Muchas veces y sin proponérselo, buscando quien sabe qué, aparece un éxito inesperado.

S: ¿Qué es lo que nos atrae tanto de los productos digitales de esta era? ¿Es algo que podemos conceptualizar en un proceso de diseño?

M: Es evidente que independientemente de la función para la que fueron diseñados y las proezas que realiza, mucho del atractivo reside en la fascinación estética y sobre todo, en la accesibilidad operativa que sigue una lógica intuicional. Los productos digitales exitosos de esta era parecieran saber revelarse así mismos. No es como en las época que existían la videograbadoras y que requería de un manual para poder ser operada y obtener un usufructo.

La búsqueda, la intuición, la prueba y error, el descubrimiento, la novedad y cierta inmediatez en la obtención de éxito parecieran ser los ingredientes de un terreno fértil para un producto atractivo.

S: ¿Qué espacios inexplorados crees que merecen un poco mas de atención?

Como usuaria puedo decir: ¡Qué buenos son los productos digitales para quienes se encuentran en una situación de encierro!

Por ejemplo: adultos mayores que no pueden salir en los días fríos de invierno por riesgo a enfermarse. Su hardware comienza a deteriorarse con los años pero el software que lo habita posee excelente información. Este es un campo poco desarrollado porque se rinde culto al cuerpo joven pero es un espacio que se tendría que explotar con algún invento que vaya más allá del Candy Crush o juegos similares.

Actualmente los adultos mayores manejan bastante bien lo digital y hay un incremento en la expectativa de vida. Sería importante que los jóvenes diseñadores vayan previendo una situación que vivirán con su propia experiencia.

S: ¿Podemos extraer una conclusión de todo esto?

M: Pienso, que la cuestión está en soportar que la estructura humana funciona desde la falta, la carencia. Para que un sistema funcione tiene que faltar al menos un elemento, si está completo, se imposibilita el movimiento.

Un destello de satisfacción permite que el sistema pueda seguir en movimiento. Relanza la apuesta: abre, cierra y vuelve a abrir y en cada apertura se da el destello, la posibilidad del programador de seguir creando y la del consumidor de seguir deseando.

En el ser humano la buena carencia, no la que empuja al abismo, es provocadora de deseo y por ende de movimiento creativo productor de nuevos conocimientos y tecnologías.

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