LA IGLESIA DE JESÚS MARÍA Y MONASTERIO

Cultura Para Lima
4 min readDec 19, 2016

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Ubicada entre el Jr. Moquegua y Jr. Camaná — Centro Histórico de Lima.

La construcción del templo del monasterio está íntimamente ligada a la casa establecida por el sastre chiclayano Nicolás de Dios Ayllón y por su esposa María Jacinta Montoya, mejor conocida como la hermana María Jacinta de la Trinidad. Ambos se dedicaron a recoger en su domicilio a jóvenes en peligro moral o aquellas de acentuada religiosidad. Muerto Nicolás Ayllón, en 7 de noviembre de 1677, deja gran fama de piedad, lo que aumenta la ayuda de personas influyentes de Lima, con lo cual puede levantarse un oratorio en el que se celebra la primera misa, el 1º de enero de 1678: debido al creciente número de beatas, en local resulta estrecho y construye una capilla, costeada por Don Sebastián de los Ríos, donde celebra la primera misa Fray Fernando de Valdés, el 18 de abril de 1678.

A instancias de la mestiza María Jacinta de la Trinidad, se logra finalmente la licencia para levantar allí el Monasterio. La Licencia definitiva la da Felipe V, el 8 de octubre de 1707; anteriormente había dado otra Carlos II, el 3 de diciembre de 1698.

El terremoto del 17 de junio de 1678, deteriora la capilla, siendo así que se la arregla y amplía dándosele otra pieza grande y sacristía. Para este objeto dona el terreno D. Francisco Mendoza y Cisneros.

El previsor D. Pedro Villagomez, manda colocar reja en frente del Altar Mayor, que dispone igualmente el Coro y Comulgatorio.

El gran terremoto de 1687 lastima la capilla cuya reparación empieza en noviembre de ese año, quedando terminada en marzo de 1688. Esta reparación se debió a la magnanimidad del sacerdote Juan Gonzales Santiago, el cual invirtió la suma de 100,024 pesos, no llegando a terminar la construcción del templo, debido a que fue promovido al Obispado del Cuzco, donde fallecido el 7 de noviembre de 1707.

Luego de muchas ayudas y donaciones, se termina el templo en los primeros días del mes de marzo de 1721. El total acabado de la iglesia y construcción del Monasterio fueron efectuados bajo la protección del Virrey D. José de Armendáriz, Márquez de Castellfuerte.

La Sacristía se construyó independientemente de la Iglesia y por cuenta de D. José de Ibáñez.

A consecuencia del terremoto de 1746, fue necesaria una nueva reparación. Dos cuadros al óleo existente en la sacristía atestiguan deber al virrey Manso de Velasco, la reconstrucción de la iglesia y monasterio. Por la época de su formación ocupaba una de aquellas calles retiradas, cercana a las amplias huertas, colindantes con las líneas meridionales de la muralla de Lima, a su lado izquierdo se encontraba el Monasterio de las Madres Capuchinas, del mismo nombre.

Pertenece al grupo construido por la iglesia de los monasterios.

De arquitectura simple, una sola nave de bóveda de cajón, con cúpulas de los cruceros, gran cuidado en los retablos: en el coro, reja de hierro tupida, con antiguos retablos.

El aspecto exterior revela una gran sensillez que se confunde con una expresión de pobreza, muros completamente lisos, de color rosa pálido, apenas ornamentado, con una delgada y poco prominente cornisa, que sigue la línea de muro. Esta complicada llaneza exterior contraste con sus complicados y magníficos tallados interiores.

Deslumbran los oreos reflejos de sus magníficos retablos. El coro alto es una sola nave de 39 mts. De largo por 8.80, se ve costado por un crucero de pequeños brazos laterales.

El vano está defendido por peculiar reja de hierro, de barrotes circulares y verticales y cuadrangulares horizontales, perforados a cincel y fuego. Es ornamentada por la interposición de grupos de curveadas hojas de hierro batido, unidas por bridas sencillas.

Forma la techumbre de esta iglesia, una bóveda de medio punto, seccionada por apareados resaltantes arcos fajones.

Los efectos decorativos de las pilastras pierden en parte por los grandes cuadros que cubriéndolo los invaden a los entrepaños los retablos de madera tallada y dorada, distribuidas simétricamente en la planta del edificio.

El primer retablo es aquel que primitivamente estuvo dedicado a Santa Ana, San Joaquín y a la Reyna de los Ángeles, hoy dedicado a San Cayetano. Siguiendo por el lado del evangelio, un poco más al centro, se halla el retablo de San Idelfonso, cuyo dorado y pintado se terminó en 1734.

El retablo del Calvario, mandado construir por el Oidor de la Audiencia de Lima D. Juan Calderón de La Barca en 1714, entre todos los retablos de este templo es el que mejor orden de columnas tiene.

El altar mayor fue mandado construir por D. José de Ibáñez. El escudo de la orden franciscana que lo remata hace suponer que corrió a cargo bajo la super vigilancia del fraile cuzqueño Nicolás de Arvide.

El pulpito es de una suntuosidad y magnificencia notables. Entre las valiosas alhajas que subsisten hasta hoy, tenemos la custodia y los cálices.

Extracto de Libro Lima Monumento Histórico. Cubillas Soriano, Margarita. 1996. Pág. 31–32.

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Cuenta oficial de la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima.