Curiosa
4 min readApr 10, 2018

Hay un monstruo debajo de mi cama y se llama “Depresión”.

En realidad, el monstruo no está nada más allí. Está a mi lado, siempre. Cuando me despierto, cuando como, cuando salgo a correr, cuando voy a dar mis clases, cuando hablo con mis amigos, pero sobre todo, cuando estoy sola, cuando me voy a dormir.

Para la depresión no hay horario así como tampoco hay un cara que delate tu estado de ánimo si eres bueno en ocultarlo.

Yo siempre me he identificado con la canción de Freddie Mercury, “The Great Pretender”:

Oh yes I’m the great pretender / Oh, sí. Soy el gran simulador
Pretending I’m doing well / Pretendiendo que estoy bien
My need is such I pretend too much / Mi necesidad es tal que finjo demasiado
I’m lonely but no one can tell / Estoy solo pero nadie lo puede notar

Oh yes I’m the great pretender
Adrift in a world of my own / A la deriva en un mundo propio
I play the game but to my real shame
You’ve left me to dream all alone

Too real is this feeling of make believe
Too real when I feel what my heart can’t conceal / Demasiado real cuando siento lo que mi corazón no puede ocultar

Ooh, ooh yes I’m the great pretender
Just laughing and gay like a clown
I seem to be what I’m not (you see) / Parezco ser lo que no (tú no ves)
I’m wearing my heart like a crown / Estoy usando mi corazón como una corona
Pretending that you’re still around

No todo el tiempo estoy tan mal y hasta no hace mucho nadie tenía ni idea, pero no vi la razón para que la gente no supiera porque sé que con unos pocos que hablemos sobre esto muchos que tienen temor de enfrentarlo o de hablarlo se sentirán identificados y podrán dar ese paso de comunicación y pedir ayuda. Porque hace falta y es necesario.

Si sufres de depresión, sea en la medida que sea, ¡no tienes porqué sentir vergüenza ni pena!

Yo lo veo así. No todos son buenos en matemáticas, yo soy la peor. Pero no todos son tan curiosos como para aprender cosas nuevas todos los días y estar un paso adelante en muchos en aspectos que otros no pueden. Yo sí puedo.

Es así como voy llevando esto. Soy buena en muchas cosas y en otras no soy tan buena y cuando me siento mal lo digo, lo escribo, trato de exteriorizarlo.

Tampoco todo es tan bonito. Me he conseguido a muchos “amigos” que se han alejado porque “te la pasas triste”, “todo es un drama”. Ese tipo de gente me hunde sin saberlo, saca al monstruo de debajo de la cama y me lo monta en los hombros y bajarlo de ahí cuesta mucho.

¡Hace falta mucha educación con respecto a la depresión!
¡Hace falta mucha empatía en este mundo!

Desde la muerte de Alejandro Cañizales (Ale) he estado tambaleando entre sentimientos, me debato con el monstruo, me da pelea y yo le doy pelea a él. No ha sido fácil porque me identifico con su sentir, porque me he sentido así. El que no haya cruzado ese puente no significa que no lo haya pensado.

Si les dijera cuántas veces se piensa en cruzar ese puente seguramente se asustarían.

Algunos pueden manejarlo mejor que otros. Algunos días es más fácil manejarlo que otros. Algunas veces se puede. Otras veces simplemente no.

No tiene nada que ver con tener o no tener gente que te quiera a tu lado. Ese monstruo crea un vacío HORRIBLE en tí y sientes eso…puro vacío. Nada te llena.

En octubre escribí por primera vez sobre esto en un post que habla sobre la depresión, mi primeros ataques de ansiedad y el correr.

De hecho, quiero volver a recalcar algo que comenté hoy con el coach Mikhail en el Parque del Este: Correr no te quita la depresión. La depresión no se quita como un granito. Correr puede ayudar, porque te mantiene distraído, enfocado en otra cosa, PERO (al menos en mi caso) el bajón que da luego que terminas de correr puede ponerte mucho peor.

La adrenalina es maravillosa cuando vas corriendo o rodando en la bici, pero una vez que te paras y vuelves a la realidad necesitas ponerte el traje de “Pretender” y seguir luchando con el monstruo. Pasitos de bebé. Días buenos y días malos.

La depresión no significa que no cuento chistes, que no lloro de risa, que no disfruto lo que me gusta. Puedes hacer todo eso y sufrir de depresión.

Leí el viernes a alguien que dijo: “Cuando le pregunten a alguien cómo está y te diga que bien no se queden con ese “bien”. No siempre lo están”. ¡Es verdad! Pero también es verdad que cada quien tiene sus problemas y uno no quiere montarles el monstruo encima porque llega un momento en que ellos se van a cansar de ti, del monstruo y de todo.

Es difícil hacer esa llamada a un amigo o amiga que te dice que la llames si te sientes mal. ¿Qué le dices? “Hola, chama. Tengo un ataque, estoy mal. Ven, abrázame.” Yo al menos siempre pienso en que me da pena, en que la persona puede estar ocupada, en que puede estar pasando un mal momento, etc.
En fin, rara vez llamo y sé que no debería hacer eso. Porque el monstruo se queda conmigo más tiempo del que necesito.

No me voy a extender más. Les voy a dejar dos videos que resumen un poco todo esto.

Este video demuestra muy bien lo que se siente.

En este otro hay cosas con las que difiero, como decirle Perro, porque para mí los perros han sido una bendición en mi vida y la depresión ha sido mi monstruo desde los 9 años. Un monstruo que no pudo identificar ningún psicólogo. Seguro por eso más nunca visité uno.

Curiosa

Una bloguera y publicista que trabaja en Social Media, que curiosea para aprender y descubrió una nueva pasión: Correr