Condiciones sociales para el Amor Libre

Danilo Castelli
6 min readSep 30, 2016

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¿Qué es el Amor Libre y qué es la monogamia?

El Amor Libre es relacionarse sexo-afectivamente con otras personas desde la equidad, el respeto y el cuidado, desde el compartir momentos y proyectos y no desde la posesividad del otro, sin poner a la otra persona en la posición de que está ahí para satisfacer todas tus necesidades y deseos en la vida, y por supuesto sin restricción alguna para finalizar la relación. Todo esto requiere una situación de igualdad y una dosis de comunicación activa para llegar a acuerdos, a consensos y respetar consentimientos en el inicio, la duración y el fin de la relación.

El Amor Libre no es sinónimo de relaciones poli (de a 3 o más personas). Pueden haber relaciones poli que no sean libres y relaciones de a 2 que sí lo sean. Una relación es libre si no hay posesividad ni control.

El Amor Libre (AL) no es masivamente posible en sociedades donde las relaciones sexo-afectivas están fuertemente reguladas, no sólo por normas culturales sino por leyes y condicionamientos económicos que son bastante coercitivos. En algunas sociedades, sólo es posible para una minoría de individuos.

En nuestra sociedad se impone a la monogamia como contrato estándar (en realidad, único) para todas las relaciones sexo-afectivas. Esto significa que las relaciones sexo-afectivas sí o sí tienen que ser de a dos con exclusividad de terceros. Cuando las personas no sienten atracción por terceros, la cláusula de exclusividad se ve como libre. Pero cuando existe atracción por terceros, la cláusula de exclusividad aparece en su carácter coercitivo, por lo tanto no se puede hablar de libertad por más que la unión haya sido voluntaria. (Se puede aceptar voluntariamente una relación que no es libre, así como uno acepta voluntariamente un empleo donde estará al mando de alguien por x horas a la semana porque necesita el salario.)

Para que el Amor Libre tenga lugar no es necesario impedir que la gente se relacione de manera monogámica, pero sí es necesario abolir la imposición social de la monogamia.

¿Qué necesita una persona para practicar el Amor Libre?

Las condiciones que los individuos necesitan para practicar el AL pueden clasificarse en:

  1. Independencia económica
  2. Apoyo del entorno
  3. Seguridad jurídica
  4. Madurez psicológica
  5. Información
  6. Tiempo

Cuando se depende económicamente de un cónyuge (o de la familia), es imposible practicar el AL si el proveedor no está de acuerdo. Forzada a optar entre la supervivencia sin AL y el AL con precariedad económica, mucha gente elegirá la primera opción, especialmente si es responsable de terceros y no sólo de sí misma.

Sin apoyo del entorno, practicar el AL puede tener costos sociales como el abandono familiar, la hostilidad en ambientes laborales y de estudio, la estigmatización pública. De manera que mucha gente que lo practica se ve forzada a optar por mantenerse “en el closet” en aquellos ámbitos donde calcula que sufrirá un gran perjuicio si habla sinceramente de su estilo de vida.

Sin seguridad jurídica, en un entorno conservador como el que estamos, puede ocurrir que una ex pareja con la que se comparte un hijo recurra a un juez para aducir, por razones morales, la quita de la tenencia o del régimen de visitas. Además, 3 o más personas que quieran compartir una vida en conjunto no accederán a las mismas ventajas que los matrimonios o uniones civiles entre 2 personas. Ni hablar de países donde se penaliza la homosexualidad.

Sin madurez psicológica no hay posibilidad de sostener un vínculo de AL pues se meterán en el medio toda una serie de concepciones y conductas propias de la actual socialización hegemónica, a saber:

  • Mononorma: donde la monogamia es establecida como lo normal y todo lo demás como anormal o perverso.
  • Heteronorma: donde las parejas entre un hombre y una mujer (ambos cisgénero) son “lo natural” y las demás parejas son, en el mejor de los casos, “de segunda”.
  • Machismo: donde se refuerzan los roles de género patriarcales para hombres y mujeres, con una relación de subordinación de las mujeres hacia los hombres.
  • Amor romántico: el uno para el otro, la media naranja, juntos para siempre, glorificación de los celos, de la posesividad y de la dependencia emocional.
  • Lógica de la escasez: el amor es un bien finito, no hay afecto/sexo para todo el mundo, cada persona tiene que asegurarse su porción de afecto/sexo y vigilar que no se la quiten. (La promiscuidad solo es aceptada en situación de soltería)

Superar estas cuestiones no es algo de la noche a la mañana. No solo requiere acceso a información sino un acompañamiento en la transición y, en muchos casos, terapia. Es oportuno señalar el carácter conservador e incluso anti-ético de muchos terapeutas cuando atienden a pacientes/clientes con relaciones no-monogámicas y las juzgan para empujarlas a la monogamia.

Sin información mucha gente disconforme con las formas hegemónicas de relación sexo-afectiva no conoce que existen alternativas, está atrapada por prejuicios sobre las relaciones no-monogámicas, o no tiene un nombre para ponerle a aquello que practica.Y por último, sin tiempo para relaciones, tampoco es posible vivir el AL. Por ejemplo, quien trabaja 12 horas por día y además tiene 3 hijos chiquitos y nadie que le ayude a cuidarlos.

Hace falta activismo, pero…

Es claro que no basta con aumentar la tolerancia social hacia la pluralidad de relaciones sexo-afectivas posibles, también hace falta que esa pluralidad sea realmente accesible para todos los individuos.

Lo que más fácilmente podemos empezar a hacer para lograr eso es socializar información escrita, gráfica y audiovisual a través de la web o de cines-debate, charlas abiertas, folletos, ir a los medios.

Lo segundo más fácil es crear redes de apoyo que cumplan el papel de acompañar a individuos en transición hacia el AL. En un estadio más avanzado de esas redes, podrán proveer ayuda psicológica, legal y económica a individuos que sufran consecuencias negativas por practicar el AL.

Pero todo esto, valioso como es, solo logrará propagar el AL a la minoría social que no cuenta con obstáculos demasiado pesados para practicarlo y a la minoría que por una cuestión de carácter y convicciones, o por ya sufrir de una marginación de hecho, ya está jugada por practicar un estilo de vida contrahegemónico incluso a costa de sufrir precariedad económica, discriminación y problemas legales.

… también hacen falta cambios en las instituciones de la sociedad

Para llegar a una sociedad donde el AL sea la nueva normalidad (recordar: el AL es una ética, no una configuración relacional específica) necesitamos que la independencia económica, el apoyo del entorno y la seguridad jurídica sean un hecho para todo el mundo.

Para conseguir la seguridad jurídica necesitamos asegurarnos que si una persona tiene relaciones no-monogámicas, no corra peligro de que le quiten la tenencia o el derecho a visitar a un hijo, que quede excluida de la opción de adoptar, o cualquier otra discriminación. También necesitamos reconocimiento para las uniones de 3 o más personas, que se encuentran en la misma precariedad en la que se encontraban las parejas del mismo sexo y de gente trans antes del matrimonio igualitario.

Para conseguir el apoyo del entorno necesitamos afectar la producción de individuos desde la educación y la cultura de masas. Para esto hay que cambiar las currículas escolares, asegurándonos de que la pluralidad de relaciones sexo-afectivas posibles y la distinción entre relaciones sanas y no-sanas sea introducida en la educación sexual integral de las nuevas generaciones. También tiene que conseguirse una influencia en la programación de los medios masivos de difusión que constantemente reproducen la mononorma, la heteronorma, el machismo, el amor romántico y la lógica de la escasez.

Es necesario tener claro que la imposición social de la monogamia no solo se sostiene por ideologías reaccionarias e inercia cultural:

“La monogamia es un modelo que ofrece un mayor rendimiento económico debido a que limita el altruismo y la reciprocidad dentro de pequeños núcleos familiares de exclusividad afectivo-sexual mientras que promueve la posesividad y la competencia debido al afán de beneficio para la propia familia (por encima o a expensas del resto) y la acumulación de riqueza a través del sistema de herencia, generación tras generación. Una sociedad segregada en pequeños y estables núcleos económicos familiares, posibilita una organización económica más jerárquica y eficiente, y, por lo tanto, más productiva, más acomodada económicamente.” (Desmontando la cultura de la monogamia — Na Pai)

Para conseguir la independencia económica necesitamos eliminar toda discriminación laboral que pueda surgir para personas no-monogámicas y, yendo más a fondo, necesitamos una sociedad donde cada individuo tenga garantizada la satisfacción de sus necesidades básicas para eliminar la coerción por sobrevivir y acumular bienes que limita nuestros proyectos de vida.

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