En La Plata, no hay plata

Diana Rogovsky
6 min readJan 18, 2018

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René trajo dos propuestas a La Convi, la residencia-convivencia para artistas que hicimos en enero de 2018.

La primera fue propiciar un debate respecto de los roles en la creación y producción artística. Él observaba que había un depósito de autoridad excesivo en el director, como si su deseo tuviese que ser el que predominaba siempre.

“¿Qué pasa con el deseo de los intérpretes?¿Qué pasa con el/los de la escenógrafa, el iluminador? ¿Quedan subsumidos al del director?¿Quedan en otra jerarquía?¿Están estos artistas habituados a la pasividad?” Fueron las preguntas que aparecieron a lo largo del debate.

¿Porqué trabajamos gratis y hacemos cosas que no nos gustan?dijo René por último.

Fue como detonar las bases mismas del hacer, de tantos años y cosas.

Discutimos apasionadamente acerca del deseo. ¿De dónde surgía, era propio, prestado?¿Es suficiente, es lo más importante?¿Y el equipo de trabajo, y la relación al público que papel juegan?¿Estamos formados para responder de este modo en los proyectos artísticos? ¿Los medios de comunicación, las plataformas curatoriales, el mercado del arte no valoran permanentemente la figura individual , al/a la talentoso/a por sobre el colectivo de trabajo?

Me viene a la memoria una palabra, un concepto que usó Iván y me pareció formidable, él lo dijo al final y en otro contexto pero yo lo escribo ahora: afecto. El director se hace cargo de un afecto inicial que motoriza y desencadena en otros otros afectos, ideas, propuestas. Después habrá que ver como ese equipo tramita, aloja y da forma a las intervenciones de cada uno, de cada una.

Entonces se evidenciaron diferentes problemas: la relación entre obra y modo de producción, la relación entre obra y contexto. En ese sentido, puntualizo aquí dos posiciones que confrontamos:

Una mantiene una suerte de autonomía de la obra: si esta es buena, si conmueve, no importa el clima de trabajo (actores como objetos, sadismo del director incluso a fines de hacer la obra extraordinaria). El feminismo ha puesto sobre el tapete este tema, pensemos por ejemplo en el arte de Woody Allen, Klaus Kinski en las películas de Herzog o Ultimo tango en Paris, en la que Maria Schneider fue violada para una escena y durante toda su vida quedó dañada, como es obvio. Estos ejemplos los traigo yo ahora, no fueron los que dimos si no que tomamos ejemplos menos extremos y de artistas próximos que no nombraré aquí por decoro.

Pola Kinski y su padre, acusado de abusador, maltratador y violento

Debo decir que encuentro en la transferencia de muchas disciplinas artísticas la idea implícita, claro está, de que debe haber un poco de sadismo para que la cosa funcione. La letra con sangre entra, se decía antes. Como una lucha, una resistencia irreductible contra la que debe arrasarse para que algo de una persona, de una comunidad, entre en otra. Lo he visto en la danza, en la música, en el teatro como hábito instalado y sistema de educación. Docentes que son groseros con sus estudiantes, que jamás evalúan progresos y logros si no déficits y fallas. Muchos/as estudiantes de hoy tampoco dejan pasar esto y en cuanto pueden (porque a veces su posición es sumamente asimétrica y el miedo opera en lo real con suma eficacia) lo señalan y buscan que cambie. Ya lo dijo Freud, la dupla sado-masoquista va como anillo al dedo. Ellos/as aprendieron así y lleva tiempo modificar esta naturalización, esta aceptación de una posición tan fálica pero también ya extemporánea.

El otro aspecto de esta postura tenía que ver con el contexto. O sea, ¿puedo apreciar y disfrutar de una obra más allá de si conozco o no a sus creadores e intérpretes, si sé si hubo muchos o pocos recursos para financiarla, si conozco o no la trayectoria previa de estos artistas, si puedo articularla con otras obras, con mi propia historia con lo que vivo a diario en mi lugar de trabajo, en mi ciudad? Si esto es posible, podríamos hablar de una suerte de escisión entre un yo espectador y un yo histórico-afectivo.

Esto abre nuevos campos de discusión que no cerrarán aquí, pero señalo: la posibilidad de existencia de un arte para especialistas o un arte con mayores alcances.

Un libro muy didáctico

Dos. Esta posición planteaba que el modo de trabajo, de gestión y producción se refleja en la forma, la energética, la interpretación de la obra y podemos percibirla.

Además, el saber acerca de las condiciones de producción y gestación del proyecto ocasiona determinadas expectativas y no otras en los espectadores y ello influye tanto en la apreciación de la obra como en su disfrute y las cualidades de la experiencia posibles.

Nuevamente, traigo un ejemplo más lejano para poder tomar perspectiva.

El de Fassbinder. Hasta dónde sé, por sus películas y su biografía, se inmiscuía en todos los roles del cine y teatro (escritura, actuación, dirección) y se vinculaba fuertemente con su equipo de trabajo tanto fuera como dentro de sus películas.

Perdonen la falta de subtítulos en castellano

Estas líneas de debate posibles reaparecieron luego en la convivencia, respecto de las propuestas de otros artistas y se continuaron reformulando.

La segunda propuesta de René tenía que ver con la posibilidad de comprender y explorar posibilidades de experimentación con las luces DMX. Este es un campo que viene investigando hace ya años y actualmente en la sala que conduce junto a su pareja tiene la oportunidad de probar, hacer la instalación y trabajar esa relación entre aspectos técnicos referidos a la electricidad y electrónica y aspectos en relación a la puesta en escena que hacen a la estética y el discurso artístico.

Debo decir que soldó con níquel, ayudado por Nahuel in situ y fueron armando la plaqueta. Estuve un ratito en esta tarea que fue muy interesante.

René dice que es capaz de pensar una obra a partir del diseño de un dispositivo. En este caso es un poco robótico, puede manejarse a control remoto y eso libera en el momento al operador, o lo habilita para hacer otras tareas.

Otra investigación para el futuro.

Hay otra cosa que vi.

Fuera de programa.

Fue su modo de ejercer la paternidad. La asume. Toma de aquellos viejos padres el cuidado, la voz grave para poner límites, el modo de referirse a la madre, la dedicación al juego, los relatos de la historia posible de la familia.

Y de los nuevos, la ductilidad en las tareas, el compartir las funciones simbólicas con la madre en un relevarse dinámico. Debo decir que me resultó muy auspiciosa esta manera para lo que vendrá, que a veces resulta tan atemorizante, y además se veía a su hijo y a su amiga, la niña que también estaba con nosotros, serenos y alegres, integrados a la vida que hacemos.

Último pero no menos importante

Un juego de palabras

Plata.

Río de La Plata.

Remontar un río: el Paraná, el Amazonas, el Orinoco.

El de “Aguirre, la ira de Dios”, de Herzog.

En busca de ElDorado

la ciudad de oro

la ciudad perdida

la que no está

la promesa

que no se cumplirá.

La selva, el delta, la pampa que horadan

la locura, el contrabando, las fiebres.

Habrá que fundar una nueva ciudad.

Calandria mirándonos

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Diana Rogovsky

¡Hola! Soy artista, gestora, docente. Me gusta compartir los conocimientos, recibirlos de otras personas. Por eso estoy acá: danza, escritura, música, teorías.