La pregunta.

Diego Seara
5 min readMay 2, 2022

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No ha sido una semana sencilla. Es frívolo decir esto en el contexto actual, pero permíteme el recurso. ¿Conoces esa sensación de paz, pero hastío a la vez? Esa pereza de siesta de domingo que te impide hacer nada que no sea soñar con nubes y pájaros durmiendo, al igual que tú, entre las ramas de los árboles. Así es como a veces me he llegado a sentir yo.

Esta semana, en la pausa de la comida, me sentaba al sol, Loles 🐶 mi compañera de aventuras se tumbaba a mi lado y desde la hierba me miraba curiosa. Yo miraba el fondo de mi taza de café. Siempre café. Y pensaba. Pensaba sin mirar el móvil, pensaba sin mirar a ningún sitio. Pensaba mirando dentro de mí y mirando al fondo de los ojos de mi perra. Iba y venía de los suyos a los míos. Pensaba en qué hacer. En cómo hacer. En si sí o si no. Pensaba en el futuro, con ojos del pasado, sentado en el presente. Loles cerraba los ojos y los abría para asegurarse de que seguía ahí, inmóvil, con la mirada perdida en Dios sabe dónde. Seguro que pensaba en lo fácil y sencilla que es la vida desde la hierba. Yo lo pensaba. Los minutos pasaban a una velocidad endiablada. Pensaba en nada. En todo. Y a la vez en las conversaciones o preguntas que me esperarían en el Teams. La pausa de mi comida debería de estar haciéndose larga para alguien a 3.000 kilómetros de aquel rincón en el que nos encontrábamos Loles y yo. Y me daba igual, pero me daba apuro. Maldita responsabilidad. Sólo quería terminar mi café, acariciar a mi perra llena de canas y saber qué diablos hacer con eso que me ronda la cabeza toda la semana.

Esta foto podría ser la parte de atrás de mi casa perfectamente . Photo by Jorien Loman on Unsplash

Me levanté del suelo cargando una bolsa de piedras de media tonelada en la espalda. Me movía lento. Pesado. La fotosíntesis de café y sol me había dejado grogui. Maldito Teams me dije a mí mismo mientras miraba a Loles y le rogaba telepáticamente que no me dejara solo delante del ordenador. Ella me escuchó y se levantó como yo, crujiendo cada hueso y mirándome a los ojos. Mi perra es de esos animales que se comunican a través de la mirada. Habla 15 idiomas.

Me senté delante de la pantalla. Mi chat continuaba vacío. Nadie me había hablado ni echado de menos. Mi archivo en Figma seguía a medias, justo donde lo dejé. El ratón empezó a moverse lento de una pantalla a otra. Mi cuerpo estaba allí pero mi cabeza seguía en el fondo de la taza de café, sentado en la hierba de detrás de mi casa.

— ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? ¿Sí o no? Joder.

Puse música para ahogar la pregunta. La primera canción que sonó era esta de Dvicio y Lali. Una canción que había aparecido por primera vez en mi Spoty esta semana.

¿En serio? Pensé. Me estoy convirtiendo en una de esas personas que empieza a ver señales por todos lados. Me pasó con mi primer hijo, no dejaba de ver embarazadas allá a donde iba. Cuando pensé en comprarme una Berlingo, de repente la autovía se convirtió en un escaparate de Berlingos de todos los colores y estilos inimaginables. Ahora las canciones me decían si sí o no según el género musical.

Algún chat del ordenador sonó para decirme algo de un copy mal escrito (cómo no) y una imagen que quizás no encajaba. Lo normal. El ratón empezó a moverse. Mi cabeza centró el tiro. Dibujé, escribí, reí un rato… pero yo seguía cantando en silencio:

No digas no, baby, no, baby no, no, no.

Aunque no terminé mi trabajo, ya eran las 18h de un viernes por la tarde y cerré el Mac. Me puse mi nueva camiseta de Jalen Rose de cuando jugó en la Universidad de Michigan. Me calcé mis zapas de basket, mis calzonas y me fui a jugar al baloncesto con mis amigos de toda la vida. Y entonces me olvidé de la pregunta por un rato. Sólo fue un ratito, pero me sirvió para cuando sonó el teléfono. Aquella pausa había ordenado mi cabeza.

Tenía la respuesta clara.

Pero al otro lado cambiaron la pregunta.

Todo me explotó por dentro. Y aunque me sentí tonto y hastiado. Cansado y abrumado, me reí. No tenía respuesta a esa nueva pregunta porque de repente era la contraria a la decisión que había tomado. Reía mientras maldecía mi suerte y llenaba mi boca de juramentos. Que ganas de complicarlo todo.

Y aquí estoy de nuevo, al sol, con Loles esta vez a la sombra escribiendo para ordenar mi respuesta.

¿Sí o no?

En Spotify está sonando esto ahora mismo:

Y no sé qué intenta decirme. 😒

A veces digo cosas más interesantes (I promise).

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Postcréditos…

PD. Dije que sí, y ahora ya sé cuál va a ser el título de mi próximo relato: Begin Again.

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Diego Seara

UX Designer. El que ríe el último... es porque piensa más despacio.