La tinta del séptimo arte.

mplaaura
3 min readJan 13, 2023

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¿Alguna vez has visto un tatuaje en la gran pantalla?

En nuestro caso, la respuesta es afirmativa. Realmente, es un detalle al que nunca le habíamos prestado especial atención, pero a raíz de nuestro trabajo, hemos decidido investigar qué papel desempeñan los tatuajes en el cine.

Para nuestra sorpresa, los tatuajes llevan apareciendo en el cine desde antes del siglo XXI, aunque con un enfoque diferente al actual. Como sabemos, los tatuajes en la antigüedad se utilizaban principalmente como muestra de integración social, como símbolo de pertenencia a un grupo, que te asignaba una identidad y te diferenciaba de otros, y en el cine aparecían con esa finalidad. Sin embargo, con el paso del tiempo y con el auge de los tatuajes, el cine ha modificado el significado que transmiten, o mejor dicho, lo ha adaptado a la actualidad.

En nuestra investigación hemos encontrado que el tatuaje es una forma de comunicación muy potente, no se trata de una representación que aparece por casualidad, va cargada de significado. Generalmente, los tatuajes tienen la función de caracterizar al personaje que los lleva, es decir, es un método para otorgarle una cualidad que lo haga diferente al resto de personajes. En muchas ocasiones, el propio guion de las películas requiere la presencia de tatuajes en un personaje para completar el significado del mismo.

Uno de los aspectos que más nos fascinan es la capacidad de transmitir la evolución de un personaje a través de los tatuajes. En muchas películas o series, dicho personaje puede comenzar con escasos tatuajes pero a medida que se profundiza en la trama, la personalidad de este va evolucionando y se puede transmitir muy bien a través de los tatuajes.

Actualmente, la función principal de los tatuajes en el cine es asignar al personaje que los lleva el rol de persona conflictiva, con relaciones peligrosas, enfermedades mentales, problemas de adicción… Un perfil bastante presente en la mayoría de películas actuales. Esta práctica surgió con la concepción social de que los tatuajes eran “cosa de macarras y delincuentes”, estereotipos creados por una sociedad prejuiciosa, que consiguió llevar su “idea” sobre los tatuajes a la gran pantalla.

Aunque esta idea, por suerte, ha evolucionado mucho a nivel social y la concepción sobre los tatuajes es muy diferente a hace varios años, en el cine se sigue manteniendo esta caracterización.

Por otro lado, los tatuajes en el arte cinematográfico tampoco se libran de la desigualdad de género. Aunque el cine ha tenido en cuenta la interpretación realizada por la sociedad sobre los tatuajes en cada momento, ha obviado por completo el hecho de que, en la antigüedad, los tatuajes eran mucho más comunes en las mujeres que en los hombres, y han invertido este suceso, siendo ahora los actores quienes llevan los tatuajes comúnmente. Para nosotros, sería muy interesante como espectadores observar cómo el cine da visibilidad a datos tan curiosos como que las mujeres fueran mayoritariamente quienes llevaban símbolos en la piel.

Con todo esto, nos gustaría dar a conocer el alcance de la pragmática de los tatuajes en el cine y remarcar la importancia que tiene en la perseveración de ciertos estereotipos sobre ellos en la sociedad. Es hora de hacer cambios cinematográficos y mostrar la cara oculta, hasta ahora, de los tatuajes. Tatuajes que no tienen que estar relacionados con la cárcel, que no se hacen como una locura una noche de fiesta, que no tienen porqué expresar nuestras ideas más extremistas y que no son propios de personas con poca salud mental. Porque los tatuajes son mucho más que eso. A lo largo de nuestras anteriores publicaciones en el blog, hemos intentado expresar el lenguaje que hay tras estas marcas en nuestra piel y que, en ocasiones, el cine es capaz de utilizar, pero, en otras, podemos ver cómo simplifica cayendo en falsos estereotipos.

Referencia:

Timeva, P. V. (2018). El tatuaje en el cine: un medio universal de identificación y autotransformación. Universitat Politècnica de València. http://hdl.handle.net/10251/106351

Claudiaromeo, Nerea Navarro Castro, Víctor Quesada Moreno y Mayte Rodríguez Pérez

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