Los ahorradores imprudentes
Uno de los grandes trabajos fuera del trabajo mismo es encontrar ofertas, cupones o algún tipo de descuento o estrategia que nos permita garantizar que el dinero que fue ganando con tanto sudor, sangre y lágrimas, rinda con mayor eficiencia. Todos amamos un buen descuento, no sólo porque tenemos más dinero para gastar en otras cosas sino porque también percibimos que el mercado de bienes nos está regalando algo, y si existe algo mejor que un descuento es el sentimiento de recibir algo gratis.
Además, la economía de mierda que tiene la sociedad actual justifica de honorable manera esta tan noble cruzada de ahorrar.
Pues la verdad es que no existen intenciones nobles. La verdad es que muchas veces las supuestamente llamadas intenciones nobles realmente sólo son excusas para justificar comportamientos cuestionables. Guerras se han librado con intenciones nobles. Bien dicen que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones.
Quizás este panorama tan fatalista que plantee aplica cuando nuestra meta es ahorrar a TODA COSTA. No estoy comparando a las personas tacañas con la gente que derrama sangre inocente por guerras mal orientadas. Mi punto es que a veces perdemos la visión de qué tan favorable es un ahorro por no conocer el concepto de costo de oportunidad.
Voy a plantear un ejemplo sencillo. En El Salvador, cada dos semanas, los lunes publican las variaciones de los precios del galón de combustible; hace unos cuantos años todos en la oficina esperaban con ansias ese día de juicio. ¿Seríamos aliviados con una baja en los precios del combustible o seríamos castigados con un alza? Si el pulgar apuntaba hacia arriba significaba un descuento y por ende alegría; por otro lado, si el pulgar apuntaba hacia abajo quería decir que el día siguiente habrían precios más altos.
No necesito pintar la escena, pero lo haré: ese lunes la gasolinera parecía un banco en día de pago. Es más, parecía supermercado en día de pago después de que el proletariado cobró sus cheques. Más aún, parecía un supermercado en día de pago de un viernes en que el supermercado, por estar previo a domingo de elecciones, había ofrecido jugosos descuentos en todo su licor para poder vender antes de que comenzara la ley seca. El punto es que la gasolinera estaba más ocupada que una puta en día de pago.
Pero nunca me quedó claro porqué esa oficina LLENA DE INGENIEROS nunca se detuvo a hacer los cálculos de cuánto estaban ahorrando realmente al arrebatarse a hacer esas largas y tediosas esperas en las abarrotadas gasolineras para comprar combustible antes de que le subieran precio. Yo lo hice y descubrí que, en la mayoría de casos, el ahorro era insignificante.
Planteemos la situación. Asumamos que 1 galón de combustible vale US$5.00. Hice unos cálculos en una hoja de MS Excel porque A) me encanta jugar con hojas de cálculo y B) quiero ejemplificar diversos escenarios de descuento. En el Cuadro 1 podemos ver cuántos galones adicionales compramos cada vez que sucede un descuento:
Usualmente las variaciones de aumento de precio son de alrededor de US$0.15 en promedio, mientras que las de descuento alrededor de US$0.05 en promedio también; es bonito como las bajas siempre son menores a las alzas. Si se dan cuenta, hay 0.09 galones en juego cuando el precio sube o baja US$0.15; adicionalmente el precio tendría que experimentar una baja de US$1.00 completo para tener finalmente comenzar a percibir un beneficio, casi un galón más o un 12.5% de descuento.
Por otra parte, si el escenario es comprar una cantidad de galones específica, digamos 3.0 galones (como muestra el Cuadro 2), podemos apreciar otros matices de este ejercicio de descuentos. Cuando bajan el precio del galón en US$0.15 por galón tenemos US$0.45 adicionales y podemos decidir si comprar más de 3 galones o quedarnos con el resto; podríamos comprar 0.09 galones adicionales.
Creo que queda claro que cuando la gasolina baja US$0.15 (y esa baja en el precio es en una buena y extraordinaria semana), el valor incremental que ganamos es muy bajo. Es más bajo si aplicamos el concepto de costo de oportunidad.
Supongamos que alguien gana US$1,000.00 mensuales, lo cual se traduce en aproximadamente US$5.70 la hora. Este número de dólares que te pagan por hora es otra manera de decir “esto vale tu tiempo” como profesional, como persona. ¿Vas a botar una hora de tu vida o media hora (US$2.85) para poder comprar 0.09 galones adicionales de combustible? Las matemáticas no hacen sentido y tu tiempo vale más que eso.
El Costo de Oportunidad no es otra cosa que el “costo” o pérdida en la que se incurre cuando se toma una decisión, cuando se opta por una opción B en lugar de una opción A cuando solamente se puede elegir una.
Es un concepto de economía que aplica a la vida. ¿Cuál es el precio de compartir una hora con tu hijo o hija? ¿Cuánto valen los besos y abrazos que vas a perder por llegar una hora tarde a ver a tu pareja? ¿Cuál es el precio de tener una hora menos para darte placer a ti mismo después de venderle 10 horas de trabajo al hombre? No creo que le podamos poner precio a estas “cosas”, pero si realmente lo intentáramos, mi primera suposición es que valdría un poco más de un dólar.