Coronavirus: el martillazo y el baile

Bou
25 min readMar 21, 2020

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Esto es una continuación de Coronavirus: por qué hay que actuar ya; un artículo con más de 40 millones de visitas y traducido a más de 20 idiomas, que describía la urgencia del problema del coronavirus.

Resumen del artículo: podemos hacer que las medidas más estrictas contra el coronavirus solo duren unas semanas y que luego no haya un gran pico de infecciones, a un precio razonable para la sociedad y salvando de paso millones de vidas. Si no tomamos estas medidas se infectarán decenas de millones de personas y muchas de ellas morirán, junto a todas las personas que requieran cuidados intensivos, porque el sistema sanitario se habrá colapsado.

En menos de una semana, países de todo el mundo han pasado de decir “esto del coronavirus no es para tanto” a declarar el estado de alarma. Pero todavía hay muchos países que no se mueven. ¿Por qué?

Todos los países preguntan lo mismo: ¿Cómo actuamos? Y la respuesta no les parece obvia.

Eso es lo que vamos a tratar hoy, con un montón de gráficas, datos y modelos con muchas fuentes:

  1. ¿Cuál es la situación actual?
  2. ¿Qué opciones tenemos?
  3. Qué es lo único que importa ahora: el tiempo
  4. ¿Cómo es una buena estrategia contra el coronavirus?
  5. ¿Cómo deberíamos plantear los impactos económicos y sociales?

Cuando hayas acabado de leer el artículo, esto es lo que te quedará claro:

Nuestro sistema sanitario ya se está colapsando.

Los países tienen dos opciones: o pelean ahora con todas sus fuerzas, o sufrirán una epidemia masiva.

Si eligen la epidemia morirán cientos de miles de personas. En algunos países serán millones.

Y después de eso podrían venir otras oleadas de infecciones.

Si peleamos ahora con todas nuestras fuerzas, reduciremos las muertes.

Aliviaremos nuestro sistema sanitario.

Nos prepararemos mejor.

Aprenderemos.

El mundo nunca ha aprendido tan rápido sobre algo. Jamás.

Y falta nos hace, porque no sabemos casi nada sobre este virus.

Y todo esto valdrá para algo fundamental: conseguir tiempo.

Bueno, vamos allá.

1. ¿Cuál es la situación?

La semana pasada mostré esta gráfica:

En ella se veían los casos de coronavirus fuera de China, pero solo destacaban Italia, Irán y Corea del Sur. Así que tuve que ampliar la esquina inferior derecha para destacar los países que entonces empezaban a tener caso. Y mi predicción era que al poco tiempo se habrían puesto casi a la altura de los otros tres países.

Veamos cómo ha evolucionado la cosa.

Tal como predije, el número de casos ha despegado en docenas de países. Y eso que solo he mostrado países con más de 1.000 casos. Un par de cosas importantes:

  • España, Alemania, Francia y Estados Unidos tienen más casos de los que tenía Italia cuando inició la cuarentena.
  • Otros 16 países tienen más casos de los que tenía Hubei cuando inició la cuarentena: Japón, Malasia, Canadá, Portugal, Australia, Chequia, Brasil y Catar tienen más que Hubei, pero no llegan a los 1.000. Suíza, Suecia, Noruega, Austria, Bélgica, Holanda y Dinamarca superan ese número.

¿Notas algo raro en esa lista de países? Aparte de China e Irán, que han sufrido brotes enormes e innegables, y de Brasil y Malasia, todos los países de la lista están entre los más ricos del mundo.

¿Crees que este virus solo va a por los países ricos? ¿O es más probable que los países ricos lo estén identificando mejor?

No es probable que los países pobres estén indemnes. El clima cálido y húmedo puede que ayude, pero no basta para prevenir un brote. De lo contrario no habría brotes en Singapur, Malasia y Brasil.

Lo más probable es que al coronavirus le haya llegado más llegar a esos países porque están más aislados, o que ya esté allí pero esos países no se hayan enterado porque no pueden gastar dinero en pruebas.

En todo caso, si eso es cierto, la mayoría de países no podrán escapar del coronavirus. Es cuestión de tiempo que tengan brotes y necesiten tomar medidas.

¿Y qué medidas pueden tomar los países?

2. ¿Cuáles son nuestras opciones?

Desde el artículo de la semana pasada, el debate ha cambiado y muchos países han tomado medidas. Aquí están los principales ejemplos:

Medidas en España y en Francia

En un extremo tenemos a España y a Francia. Esto es lo que ha hecho España:

El jueves 12 de marzo el Presidente rechazó las insinuaciones de que las autoridades españolas habían subestimado la amenaza sanitaria.

El viernes declaró el estado de alarma.

El sábado tomó las siguientes medidas:

  • Se prohibió salir de casa excepto por motivos muy justificados: para hacer la compra, trabajar, ir a la farmacia, al hospital, al banco, al seguro…
  • Se prohibió expresamente sacar a los niños a pasear y ver a los amigos y a la familia (excepto para cuidar a los necesitados, y siempre manteniendo medidas de higiene y distanciamiento).
  • Se cerraron todos los bares y restaurantes, salvo el reparto a domicilio.
  • Se cancelaron todas las formas de entretenimiento: los deportes, el cine, los museos, las celebraciones…
  • Las bodas no pueden tener invitados, y los funerales solo pueden tener unos pocos.
  • El transporte público sigue abierto.

El lunes se cerraron las fronteras terrestres.

Hay personas a las que esta lista les parece fenomenal, y otras se echan las manos a la cabeza. Esa diferencia es la que este artículo va a tratar de reconciliar.

Las medidas de Francia son parecidas, solo que las tomaron después y que son más agresivas. Por ejemplo, a las PYMEs les han suspendido los alquileres y las contribuciones.

Medidas en Estados Unidos y en Reino Unido

A estos países les ha costado mucho empezar a aplicar medidas, igual que a otros países como Suíza y Holanda. Esto es lo que ha hecho Estados Unidos:

  • El miércoles 11 prohibió los viajes.
  • El viernes declaró el estado de alarma, pero no estableció medidas de distanciamiento social.
  • El lunes se pidió que la población evitase los bares y los restaurantes, y que no acudiese a eventos con más de 10 participantes. Pero no existe prohibición.

Muchos estados y ciudades están tomando la iniciativa y aplicando medidas mucho más estrictas.

Estos dos grupos de países ilustran las dos estrategias que se están aplicando para luchar contra el coronavirus: la mitigación y la supresión. Veamos qué quieren decir.

Opción 1: no hacer nada

Pero antes de ver eso, veamos qué le pasaría a un país como Estados Unidos si no hiciera nada en absoluto:

Esta estupenda calculadora de epidemias nos puede ayudar a entender qué pasaría en distintos escenarios. Abajo he pegado las características clave del virus. Lo importante es que el pico de infectados (en rosa) está en varias decenas de millones, y en que la tasa de mortalidad llega al 4% por el colapso sanitario.

Si ni hacemos nada: todo el mundo se infecta, el sistema sanitario se ve desbordado, la mortalidad se dispara y unos 10 millones de personas mueren (las barras azules). A modo de referencia, eso es 25 veces el número de estadounidenses que murieron en la Segunda Guerra Mundial.

Y puede que digas: “eso es un montón de gente, yo he oído cifras muy inferiores”.

¿Cómo pueden bailar tanto las cifras? Con tanto número es fácil confundirse, pero al final solo hay dos factores que importen: qué porcentaje de la población coge el virus y enferma, y qué porcentaje de esas personas muere. Si solo enferma el 25% (porque el resto coge el virus pero no muestra síntomas) y la mortalidad es del 0,6% en vez del 4%, las muertes son solo 500.000. Sigue siendo un montón, pero es 20 veces menos.

¿Cómo deberíamos plantear la mortalidad?

Esta gráfica es la misma de arriba, pero ahora no muestra infectados y muertos sino gente hospitalizada.

La parte clara son las personas que tendrían que ir al hospital, y la oscura son los que tendrían que ir a la UCI (cuidados intensivos). Ya ves que ese número llegaría a unos 3 millones.

Bueno… pues ahora mismo en Estados Unidos hay unas 50.000 camas destinadas a cuidados intensivos, aunque usando otros espacios podríamos obtener el doble. Esa es la línea roja de puntos.

Todo el mundo por encima de la línea estaría en estado crítico, no podría recibir los cuidados necesarios y muy probablemente moriría.

Por eso murió tanta gente en Hubei, y por eso ahora está muriendo tanta gente en Italia y en Irán. En Hubei pudieron mitigarlo parcialmente porque construyeron dos hospitales de un día para otro. Pero muy pocos países pueden hacer lo mismo, y desde luego Italia e Irán no pueden, así que ya veremos lo que acaba pasando allí.

¿Que por qué hay una mortalidad del 4%? Porque si el 5% de tus casos necesitan cuidados intensivos, y a la mayoría no se los puedes dar, esa gente se muere. Así de sencillo.

Daños colaterales

Estas cifras solo muestran a la gente que se muere de coronavirus. Pero si tu sistema sanitario está colapsado por gente con coronavirus, otra gente se muere de otras cosas.

¿Qué pasa si tienes un infarto pero la ambulancia tarda 50 minutos en vez de 8 (porque hay demasiada gente con coronavirus) y al llegar al hospital no hay médicos disponibles ni camas en la UCI? Que te mueres.

En Estados Unidos ingresan en la UCI unos 4 millones de personas al año, de las cuales muere el 13% (unas 500.000). Sin camas en la UCI esa cifra se acercaría al 80%; pero con que fuese del 50% ya habría 1.500.000 muertes extra anuales, solo en daños colaterales.

Esto se aplica a casi todos los países, porque su número de respiradores y de camas en la UCI es similar al de Estados Unidos. Si el coronavirus no se controla el sistema sanitario se colapsa, y las muertes se disparan.

Opción 2: la estrategia de mitigación

Espero que haya quedado claro que algo hay que hacer. Y las dos opciones son la mitigación y la supresión.

La mitigación sigue esta lógica: “Ahora ya es imposible impedir el coronavirus, así que por lo menos vamos a intentar que la gente se contagie poco a poco y que la curva se aplane para que el sistema sanitario no se vea tan desbordado”.

Esta gráfica aparece en un paper muy importante. El Imperial College London lo publicó el fin de semana y, aparentemente, logró que los gobiernos de Estados Unidos y de Reino Unido cambiasen su plan de acción.

En esta gráfica la linea negra representa lo que hemos dicho que pasará si no se hace nada, y las otras son lo que pasará si aplicamos medidas más y más duras de distanciamiento social. La línea azul muestra las medidas más duras: aislar a los infectados confirmados, poner en cuarentena a los casos sospechosos y recluir a los ancianos. Todo esto se corresponde con la estrategia actual de Reino Unido; pero por el momento solo están sugiriendo, no obligando.

Y de nuevo, la línea roja representa la capacidad de la UCI de Reino Unido. La línea está muy cerca del fondo, y todo lo que queda por arriba son pacientes que probablemente morirían por falta de cuidados.

Es más: al aplanar la curva se provoca que la UCI pase más meses colapsada, aumentando el daño colateral. De forma que cuando te dicen “vamos a mitigar” lo que te están diciendo en realidad es “vamos a saturar el sistema sanitario a sabiendas, y a multiplicar por diez la mortalidad, como mínimo”.

Esto ya pinta mal de por sí. Pero todavía no hemos acabado, porque la estrategia de mitigación se basa en una hipótesis clave que se llama “inmunidad de grupo”.

La inmunidad de grupo y la mutación del virus

La idea es que todo el mundo que se infecta y se recupera se vuelve inmune al virus. “Mirad, sé que esto va a ser duro durante un tiempo; pero cuando hayamos acabado y unos cuantos millones de personas hayan muerto, el resto seremos inmunes y el virus dejará de extenderse y adiós coronavirus. Así que mejor nos ponemos ya, porque la alternativa es pasar un año aislados o arriesgarnos a que luego haya un pico”.

Todo esto depende de que el virus no mute mucho. Si no muta mucho la gente se inmuniza, y la epidemia se acaba.

¿Pero cómo es de probable que el virus mute? Aparentemente ya lo ha hecho.

Los últimos estudios sugieren que China ya ha visto dos cepas del virus: la S y la L. La cepa S era más mortal y afectó sobre todo a Hubei, pero la cepa L es la que se extendió por todo el mundo.

Y no solo eso: el virus continúa mutando.

Esta gráfica representa las distintas mutaciones del virus. Las cepas iniciales de China aparecen en morado, las cepas europeas son verdes y amarillas, y en Estados Unidos hay toda una familia de cepas en rojo. Y conforme pase el tiempo irán apareciendo más cepas.

Además, la mejor forma de que el virus mute es que tenga millones de oportunidades de hacerlo, y eso es lo que lograría una estrategia de mitigación: cientos de millones de personas infectadas.

Por eso hay que vacunarse de la gripe todos los años. Porque hay tantas cepas de gripe que una sola vacuna no nos puede proteger contra todas.

En otras palabras: la estrategia de mitigación no solo supone millones de muertes para un país como Estados Unidos o Reino Unido. También da por hecho que el virus no muta mucho, lo cual sabemos que hace. Y le da más oportunidades de mutar. Así que cuando hayamos acabado con los primeros millones de muertos habrá que prepararse para unos cuantos millones más… cada año. El coronavirus podría convertirse en un problema recurrente, como la gripe pero muchas veces más mortal.

Y si hacer nada no funciona, y la mitigación tampoco, ¿cuál es la alternativa? Pues se llama supresión.

Opción 3: la estrategia de supresión

La estrategia de mitigación no vale para contener la epidemia, solo para aplanar un poco la curva. Pero el objetivo de la estrategia de supresión es aplicar medidas estrictas para controlar rápidamente la epidemia. Concretamente:

  • Primero ordenar un distanciamiento social estricto para poner la situación bajo control.
  • Luego ir relajando las medidas para que la población recupere poco a poco sus libertades y pueda retomar algo similar a la normalidad económica y social.

¿Cuál es el resultado?

Todos los parámetros de esta gráfica son iguales que en la primera, salvo que el ritmo reproductivo de la enfermedad es R=0,62. Y como el sistema sanitario no se colapsa la mortalidad cae al 0,6%.

Con una estrategia de supresión, al final de la primera oleada las muertes se cuentan en miles, no en millones. ¿Y entonces por qué no la aplican todos los gobiernos?

Porque temen tres cosas:

  1. Que la primera cuarentena dure meses y a la gente le parezca inaceptable.
  2. Que una cuarentena tan larga destruya la economía.
  3. Que no resuelva el problema y solo logre posponer la epidemia, porque al volver a relajar las medidas se infecten y mueran millones de personas.

Y efectivamente: en la siguiente gráfica, la línea verde y la amarilla son las predicciones del Imperial College sobre distintos escenarios de supresión. Ya ves que la cosa no funciona bien; al relajar las medidas de aislamiento tenemos picos enormes.

Presentadas así, las estrategias de mitigación y supresión no parecen mu atractivas. O salvamos la economía y mueren millones de personas, o herimos la economía solo para posponer esas muertes.

Pero este planteamiento no tiene en cuenta el valor del tiempo.

3. El valor del tiempo

En mi anterior artículo expliqué el valor del tiempo a la hora de salvar vidas. Cada día, cada hora que esperamos para tomar medidas, la amenaza crece de forma exponencial. Vimos que un solo día puede reducir los casos en un 40% y los muertos todavía más.

Pero el valor del tiempo es incluso mayor.

Nuestro sistema sanitario está a punto de enfrentarse a la peor situación que se ha visto jamás. No estamos preparados porque no conocemos al enemigo. Y esa no es una buena posición desde la que luchar.

Si estuvieras a punto de enfrentarte a tu peor enemigo, y supieras muy poco de él, y te dieran dos opciones, correr hacia él o escapar para poder prepararte, ¿cuál elegirías?

Pues eso es lo que hay que hacer. El mundo se ha despertado, y cada día que retrasemos el coronavirus podremos prepararnos mejor.

Los siguientes párrafos explican en detalle qué podemos conseguir con ese tiempo.

Reducir el número de casos

Con una supresión efectiva el número de casos reales cae en picado, como se vio la semana pasada en Hubei.

A día de hoy hay cero nuevos casos diarios de coronavirus en toda la región de Hubei, con sus 60 millones de habitantes.

Es probable que los casos diagnosticados sigan subiendo durante un par de semanas, pero luego empezarán a caer. Y cuando haya menos casos la tasa de mortalidad también empezará a caer. Y como el sistema sanitario ya no estará saturado, morirá menos gente por causas externas al coronavirus. Y los sanitarios infectados, que ahora están en cuarentena y aislados, se podrán bien y podrán volver al trabajo (en Italia el 8% de los contagiados son trabajadores sanitarios).

Entender el problema real: pruebas y seguimientos

Ahora mismo, el Reino Unido y los Estados Unidos no tienen ni idea de las cifras reales. Solo se sabe que las oficiales no están bien, y que probablemente hay decenas de miles de casos. Y eso pasa porque no están haciendo pruebas ni seguimientos.

Con unas semanas de margen podríamos prepararnos para empezar a hacerle pruebas a todo el mundo; y con esa información por fin sabríamos la dimensión real del problema, dónde hay que ser más agresivos y qué comunidades están a salvo y se puede levantar en ellas la cuarentena.

Los nuevos métodos de prueba podrían acelerar los resultados y reducir sustancialmente los costes.

También podríamos poner en marcha operaciones de seguimiento como las de China, donde se identifica a todas las personas que han estado en contacto con un enfermo y se las pone en cuarentena. Esto nos daría muchísima información que podríamos usar después al aplicar medidas de distanciamiento social: si sabemos dónde está el virus, podemos aplicarlas solo ahí.

Así es como los países asiáticos, como Corea del Sur, controlaron la epidemia sin tener que imponer las medidas draconianas de distanciamiento social que están empezando a hacer falta en otros países.

Aumentar nuestra capacidad

Los Estados Unidos (y en principio el Reino Unido) están a punto de ir a la guerra sin armadura.

Tenemos mascarillas para solo dos semanas y muy pocos equipos de protección personal, respiradores, camas en la UCI, máquinas de oxigenación… por eso habría tanta mortalidad con una estrategia de mitigación.

Pero si conseguimos tiempo podemos darle la vuelta a la situación y empezar a producir el equipo necesario. Y no hacen falta años para conseguir la armadura, solo semanas si hacemos todo lo que podamos para empezar ya a producir. Los países se han movilizado y la gente está siendo creativa y, por ejemplo, usando impresoras 3D para crear piezas de respiradores. Podemos hacerlo, solo necesitamos más tiempo. ¿No esperarías unas semanas para conseguir una armadura antes de enfrentarte a tu enemigo mortal?

También necesitamos más trabajadores sanitarios lo antes posible. Necesitamos entrenar a gente para que ayude a las enfermeras, y necesitamos recuperar a trabajadores médicos retirados. Muchos países ya han empezado a hacerlo, pero lleva a tiempo. Podemos hacerlo en un par de semana, pero no si todo se viene abajo.

Hacer que la gente sea menos contagiosa

El público está asustado. El coronavirus es nuevo y todavía no sabemos cómo hacer muchas cosas. La gente todavía no ha aprendido a dejar de dar la mano. Se siguen abrazando. No abren las puertas con el codo. No se lavan las manos después de tocar un pomo. No desinfectan la mesa antes de sentarse.

Cuando tengamos bastantes mascarillas podremos empezar a usarlas también fuera del sistema sanitario para evitar que unas personas contagien a otras; hasta entonces lo mejor es guardar las mascarillas para los médicos, y recordar que llevar algo siempre es mejor que no llevar nada.

Todas estas formas de reducir el ritmo de transmisión son bastante baratas. Cuanto menos se propague el virus menos medidas necesitaremos para contenerlo, pero hace falta tiempo para enseñarles estas medidas al público y darle el equipo que necesita.

Entender el virus

Sabemos muy poco del virus, pero cada semana aparecen nuevos estudios.

El planeta se ha unido por fin contra un enemigo común. Los investigadores de todo el mundo se están poniendo en marcha para entender mejor este virus: ¿Cómo se extiende? ¿Cómo se puede ralentizar el contagio? ¿Qué parte de portadores son asintomáticos? ¿Cómo de contagiosos son? ¿Cuáles son los mejores tratamientos? ¿Cuánto tiempo sobrevive? ¿Sobre qué superficies? ¿Cómo afecta el distanciamiento social al ritmo de transmisión? ¿Cuál es su precio? ¿Cuáles son las mejores formas de seguimiento? ¿Cómo de fiables son nuestras pruebas?

Si tenemos respuestas claras para estas preguntas, podremos ajustar la respuesta y minimizar el daño social y económico colateral. Y esas respuestas llegarán en semanas, no en años.

Encontrar tratamientos

¿Y qué pasa si encontramos un tratamiento en las próximas semanas? Cada día que arañamos nos acerca más. Ahora mismo ya hay varios candidatos, como el favipiravir o la cloroquina. ¿Qué pasa si resulta que en dos meses descubrimos un tratamiento para el coronavirus? ¿Qué cara se nos puede quedar si tenemos millones de muertos porque hemos seguido una estrategia de mitigación?

Entender el precio y las ventajas

Todos estos factores pueden ayudarnos a salvar millones de vidas, y eso debería ser suficiente. Pero por desgracia los políticos no pueden pensar solo en la vida de los contagiados. Tienen que pensar en toda la población, y en el precio que paga por las medidas de distanciamiento social.

¿No es difícil decidir qué medidas necesitamos a largo plazo si no sabemos su precio ni sus ventajas?

Unas pocas semanas nos darían tiempo para empezar a estudiarlas,
a entenderlas, a priorizarlas y a decidir cuáles seguir.

Reducir los casos, aumentar los medios, educar al público y entender mejor el problema, las ventajas y los costes de las distintas opciones… estas son algunas de las herramientas necesarias para combatir el virus, y solo necesitamos unas pocas semanas para desarrollar la mayoría. ¿No sería tonto si en su lugar nos arrojásemos ya en las fauces del enemigo?

4. El martillazo y el baile

Ya sabemos que la estrategia de mitigación es probablemente una elección espantosa, y que la estrategia de supresión tiene unas ventajas enormes a corto plazo.

Pero la gente tiene preocupaciones muy legítimas sobre esta estrategia:

  • ¿Cuánto durará en realidad?
  • ¿Cómo de caro será?
  • ¿Habrá un segundo pico tan grande como si no hubiéramos hecho nada?

Aquí vamos a ver qué pasaría al aplicar una verdadera estrategia de supresión. Podemos llamarla el martillazo y el baile.

El martillazo

Primero hay que actuar de forma rápida y agresiva, por todos los motivos ya mencionados. El tiempo es oro, así que queremos aplacar esto lo antes posible.

Una de las preguntas más importantes es cuánto tiene que durar. A la gente le da miedo tener que pasarse meses encerrada en casa, con las consecuencias económicas y psicológicas que eso tendría. Y desgraciadamente el famoso paper del Imperial College difundió esa idea:

¿Te acuerdas de esta gráfica? El paper recomienda la zona azul que va de abril a septiembre como periodo ideal para el martillazo (la supresión inicial con medidas estrictas de distanciamiento social).

Si eres político y ves que una opción es dejar morir a cientos de miles de personas con una estrategia de mitigación, y que la otra es parar cinco meses la economía y luego pasar por el mismo pico de casos y muertes, ninguna de las dos te parecerá muy atractiva.

Pero eso no tiene por qué ser así. El paper ha dado forma a las políticas actuales, pero también ha sido muy criticado por grandes defectos de fondo: no tiene en cuenta el seguimiento de contactos (que ha sido vital para las actuaciones de países como Corea del Sur, China y Singapur) ni las restricciones al viajar (que han sido críticas en China), ni el impacto de las grandes poblaciones…

El período necesario para el martillazo es de semanas, no meses.

Esta gráfica muestra los nuevos casos que ha habido en toda la región de Hubei (60 millones de habitantes) desde el 23 de enero. En dos semanas la ciudad estaba empezando a trabajar otra vez, en cinco semanas estaba completamente bajo control y en siete semanas los nuevos casos eran un goteo. Y recordemos que esta era la peor región de China.

Y recuerda que esto son los casos registrados. Los casos reales aparecen en las barras grises de la gráfica 9, y se habían desplomado mucho antes.

Sus medidas fueron bastante similares a las de Italia, España y Francia: aislamientos, cuarentenas, gente quedándose en casa salvo caso de emergencia o salvo para comprar comida, seguimiento de los contactos, pruebas, más cámas de hospital, prohibición de viajar…

Pero los detalles son importantes.

Las medidas de China fueron más estrictas. Por ejemplo, en cada casa solo podía salir una persona a comprar comida, y solo cada tres días. Además las prohibiciones se aplicaban a rajatabla, y es probable que el resultado fuese tan rápido precisamente por esa severidad.

En Italia, Francia y España las medidas no fueron tan drásticas ni se aplicaron de forma tan dura. La gente sigue andando por la calle, y muchos sin mascarilla. Así que es probable que el martillazo sea más lento, y que cueste más tiempo controlar por completo la epidemia.

Alguna gente ve esto e interpreta que “las democracias no pueden conseguir esta reducción de los casos”. Pero es un error.

Durante varias semanas, Corea del Sur tuvo la peor epidemia que había fuera de China. Ahora lo tienen controlado, y lo hicieron sin pedirle a la población que se quedara en casa. Usaron una política agresiva de pruebas, de seguimiento de contactos y de cuarentenas y aislamientos obligatorios.

Si un brote como el de Corea puede controlarse en semanas y sin obligar al distanciamiento social, los países occidentales (que ya están dando un martillazo fuerte con sus medidas de distanciamiento social) también pueden hacerlo. Es cuestión de disciplina, de ejecución y de que la población respete las normas.

Y eso depende de lo dura que sea la fase que sigue al martillazo: el baile.

El baile

Si le pegas un martillazo al coronavirus, en unas semanas lo tienes controlado y ya estás en condiciones de enfrentarte a él. Y entonces es cuando llega el esfuerzo a largo plazo para mantenerlo controlado hasta que tengamos una vacuna.

El principal error que comete la gente cuando piensan en esta fase es creer que van a tener que pasar meses metidos en casa. Pero qué va. Lo más probable es que mucho antes nuestras vidas vuelvan, más o menos, a la normalidad.

El baile en los países donde ha salido bien

¿Cómo puede ser que Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Japón hayan tenido casos durante tanto tiempo (en Corea eran miles de casos) y no hayan encerrado a la gente en casa?

En este vídeo, la Ministra de Exteriores surcoreana explica cómo lo hizo su país. Fue cuestión de hacer pruebas, seguimientos, aislamientos y cuarentenas efectivos, y de prohibir los viajes.

Este paper explica cómo lo hicieron en Singapur:

¿Adivinas qué hicieron? Lo mismo que en Corea, pero en su caso también dieron ayudas económicas a los afectados.

¿Es demasiado tarde para otros países? No. Si damos un martillazo tenemos una nueva oportunidad de hacerlo bien.

¿Pero qué pasa si esas medidas no bastan?

El baile de la R

Llamo baile a los meses que van desde el final del martillazo hasta el descubrimiento de una vacuna o de un tratamiento efectivo, porque durante ese periodo las medidas no tienen siempre el mismo nivel de dureza. Algunas regiones vuelven a ver brotes, otras no los tienen durante mucho tiempo. Según la evolución de los casos tendremos que aplicar un distanciamiento social más estricto, o podremos relajarlo. Ese es el baile de la R: un baile de medidas que va de recuperar nuestras vidas a extender la enfermedad, un baile de economía contra sanidad.

¿Y cómo funciona este baile?

Todo depende de la R, que es la tasa de transmisión de la enfermedad. En un país desprevenido está entre 2 y 3, lo cual significa que cada persona infectada contagia a una media de 2 o 3 personas antes de curarse.

Si la R está por encima de 1, las infecciones crecen de forma exponencial hasta crear una epidemia. Si está por debajo de 1, acaban desapareciendo.

Durante el martillazo el objetivo es bajar la R todo lo que se pueda y tan rápido como se pueda, para aplastar la epidemia. Se calcula que la R inicial de Wuhan fue de 3,9, y que tras los aislamientos y la cuarentena se consiguió reducir a 0,32.

Pero cuando empieza el baile ya no hace falta hacer eso, porque solo necesitas que la R permanezca por debajo de 1. Y eso puede hacerse con unas pocas medidas muy simples.

Esta gráfica es una aproximación a cómo reaccionan al virus distintos tipos de pacientes, y a cómo de contagiosos son en cada fase. Nadie sabe la forma real de la curva, pero hemos reunido datos de diferentes papers para hacernos una idea aproximada.

A partir del momento en que contraen el virus, las personas pueden contagiar. Y todos esos días suelen resultar de media en 2,5 contagios.

Se cree que durante la fase asintomática ya hay contagios. Luego, cuando aparecen los síntomas, la gente suele ir al médico y recibir un diagnóstico, y es más difícil que contagie a otros.

Por ejemplo: como al principio tienes el virus pero no tienes síntomas, haces tu vida normal. Cuando hablas con gente extiendes el virus. Cuando te tocas la nariz y abres una puerta, la siguiente persona que abre la puerta y se toca la nariz se contagia.

Cuanto más crece el virus dentro de ti, más contagioso eres. Pero cuando empiezas a tener síntomas puede que dejes de ir a trabajar, te quedes en la cama, te pongas mascarilla o vayas al médico. Cuantos más síntomas tienes más te alejas de la sociedad, y eso reduce el contagio.

Cuando te hospitalizan te quedas aislado, así que no es probable que contagies a nadie aunque seas muy contagioso.

Y aquí es donde se nota el enorme impacto de las políticas que se aplicaron en Corea del Sur y en Singapur:

  • Si se hacen pruebas de forma masiva se puede identificar a los contagiados antes de que muestren síntomas. Y si están en cuarentena no pueden contagiar.
  • Si se enseña a la gente a identificar antes los síntomas, se reduce el número de días en azul y por tanto el período de riesgo.
  • Si se aísla a la gente en cuanto muestran síntomas, los contagios de la fase naranja desaparecen.
  • Si se educa a la población sobre la distancia personal, el uso de la mascarilla, el lavado de manos y la desinfección de espacios, el contagio se reduce durante todo el periodo.

Las medidas estrictas de distanciamiento social solo hacen falta cuando falla todo lo anterior.

La rentabilidad del distanciamiento social

Si con todas esas medidas seguimos muy por encima de R=1, entonces hay que reducir el número medio de gente con la que contacta cada persona.

Hay formas baratas de hacerlo, como por ejemplo prohibir los eventos que pasen de cierto número de asistentes o pedir que la gente trabaje de casa cuando sea posible.

Otras son muchísimo más caras; como cerrar las escuelas y las universidades, pedirle a todo el mundo que se quede en casa o cerrar los bares y los restaurantes.

La gráfica de arriba es inventada, porque a día de hoy no existe. No se ha investigado lo suficiente para poder comparar la efectividad de estas medidas.

Y eso es una pena, porque es la gráfica más importante que podrían necesitar los políticos a la hora de decidir e ilustra lo que a ellos les importa en realidad.

Durante el martillazo los políticos quieren reducir la R todo lo que se pueda, siempre y cuando a la población le parezcan tolerables las medidas. En Hubei pudieron bajarla a 0,32, pero a nosotros podría bastarnos con 0,5 o 0,6.

Pero durante el baile lo que hay que conseguir es que permanezca por debajo de 1 a largo plazo, pero acercándose todo lo posible. Si se consigue se elimina la posibilidad de un brote, y las medidas más drásticas no hacen falta.

Esto significa que, aunque los líderes no se den cuenta, lo que están haciendo es:

  • Listar todas las medidas que se pueden tomar para reducir la R.
  • Hacerse una idea de su rentabilidad (es decir, de cuánto reducen la R).
  • Hacerse una idea de su coste económico y social.
  • Ordenar las iniciativas en base a su coste y a su rentabilidad.
  • Elegir las que más o menos reduzcan la R a 1 por el menor coste posible.

Lo que tienen que hacer es formalizar el proceso. Entender que este es un juego de cifras donde hay que aprender lo antes posible dónde estamos en la R, el impacto reductor de cada medida y su coste económico y social.

Solo entonces podrán formarse una opinión racional sobre qué medidas tomar.

Conclusión: hay que ganar tiempo

El coronavirus se sigue extendiendo por todas partes. Hay casos en 152 países, y el tiempo va en nuestra contra. Pero eso no tiene por qué ser así, esto tiene solución.

Algunos países (sobre todo donde el coronavirus aún no ha pegado fuerte de verdad) se están preguntando si a ellos les va a pasar. La respuesta es que probablemente les ha pasado ya, pero aún no lo saben. y cuando se den cuenta su sistema sanitario quedará más tocado que el de los países ricos, así que les conviene actuar ya. Más vale prevenir que curar.

Para todos los países golpeados por el coronavirus, las opciones están claras.

Por un lado pueden seguir la estrategia de mitigación: crear una enorme epidemia, saturar su sistema sanitario, provocar la muerte de millones de personas y soltar en el mundo nuevas cepas del virus.

Por otro pueden luchar. Pueden ponerse en cuarentena unas semanas para ganar tiempo, crear un plan de acción basado en la evidencia y controlar el virus hasta que tengamos una vacuna.

A día de hoy, algunos gobiernos (incluyendo los Estados Unidos, Reino Unido, Suiza y Holanda) han escogido la mitigación.

Eso significa que se están rindiendo sin luchar. Ven que otros países han combatido el virus con éxito, pero dicen: “¡Nosotros no podemos!”

¿Qué habría pasado si Churchill hubiera dicho lo mismo? “Los nazis están por toda Europa. No podemos con ellos, rindámonos”. Esto es lo que muchos gobiernos están haciendo hoy. No te están dando una oportunidad de luchar, y se la tienes que exigir.

Comparte la palabra

Por desgracia, hay millones de vidas en juego. Comparte este artículo (u otro similar) si crees que puede cambiar la opinión de la gente. Los líderes tienen que entenderlo para evitar una catástrofe. Ahora es el momento de actuar.

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