Una inmigrante venezolana en Laboratoria, parte I: mi historia.

Estefanía Telis
4 min readJun 24, 2018

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Es curioso que hace dos años escribía sobre ‘Mi primera aventura mochilera en Punta de Tuja — Choroní’, y hoy retomo este blog para hablar sobre otra gran aventura, mi historia como inmigrante venezolana en Perú y cómo quedé seleccionada en el bootcamp de Laboratoria.

Hace 7 meses llegué a Lima con la esperanza de un mejor futuro para mí y mi familia. Soy la única hija de Fany, una docente venezolana jubilada, madre soltera, una mujer excepcional que no sólo me dio la vida, sino que con su ejemplo cultivó en mí valores increíbles y me ha enseñado a superarme y salir adelante cada día. Mi figura paterna es mi abuelo Néstor, el papá de mi mamá, que vive con ella y nuestros 2 perritos en Cagua, estado Aragua, Venezuela.

Mom, mi abuelo, y yo.

Mi abuelo fue diagnosticado con Parkinson en 2015, y una de las cosas que me impulsó a salir de mi país fue poder tener la oportunidad de ayudarlo con su tratamiento médico. Hay más de treinta mil (30.000) enfermos de parkinson sin tratamiento actualmente en Venezuela, y me daba pánico que él se convirtiera en “una estadística más”.

Desde pequeña siempre me gustó ayudar a los demás. Era la típica niña que jugaba al doctor con sus amiguitos, soñando con algún día poder curar a la gente, y por eso me mudé a Ciudad Bolívar (al sur de Venezuela), y estudié Medicina en la Universidad de Oriente, pero cuando estaba en el 5to año las cosas se comenzaron a poner difíciles económicamente, además el paro universitario en 2014 nos atrasó casi 2 semestres, y durante ese período me tocó reinventarme.

Siempre me ha encantado la tecnología y las redes sociales, así que ayudaba a amigos con cuentas de marcas pequeñas en Facebook y Twitter, y entre 2014 y 2015 decidí registrar una pequeña empresa de publicidad junto a una amiga que luego se convirtió en mi socia. A través de referencias pudimos llegar a tener unos cuantos clientes y nos iba bien. Me permitía sustentarme en Bolívar y también ayudar a mi mamá. Así que tomé la difícil decisión de dejar Medicina y dedicarme a eso.

No contaba con que la crisis del país se agudizaría tanto. En 2016 nos fue bien, pero a finales de ese año y principios de 2017 todo se vino en declive. La única opción que vi fue salir. Logré reunir unos pocos dólares, compré un pasaje en promoción por Copa desde Bogotá, me costó $213, y llegué casi en cero a Lima. Me recibió un tío, que tenía 2 meses aquí con la esperanza de reunir para traerse a su familia. Comencé a trabajar como Diseñadora Gráfica (aprendí a diseñar en 2014–2015 viendo videos en YouTube), y eso al menos me permitió enviarle dinero a mi mamá, los medicamentos a mi abuelo y sobrevivir aquí en modestas condiciones.

En Marzo de este año supe de Laboratoria, un programa que en 6 meses forma a mujeres como Desarrolladoras Web, Diseñadoras UX, y las conecta con empresas que requieran de su talento, buscando disminuir la brecha de género que existe actualmente en el área tech. De inmediato pensé que esa era la oportunidad de mi vida. Vi tooodos los videos que hay en YouTube, y juro que cada vez que los veía era una emoción increíble y un sueño pensar en estar en el bootcamp.

Postulé. Fue un proceso largo y difícil que en otro post contaré con más detalles. Cuando me llamaron para avisarme que había pasado a la pre-admisión (quinta y última fase del proceso), lloré, me emocioné muchísimo. Era un sueño y cada vez estaba más cerca. Ni hablar de cuando me llegó el correo para avisarme que había pasado todo el proceso de admisión y comenzaba clases el 14 de mayo… casi me desmayo. No lo podía creer.

Laboratoria es increíble, estoy demasiado emocionada y aprendiendo cada vez más. El día que Mariana Costa (CEO) nos visitó para saludarnos, no pude contener las lágrimas. No sólo me estoy formando en el área tech sino también fortaleciendo mis habilidades de comunicación, trabajo en equipo, empoderándome como mujer y creando lazos con una comunidad de mujeres que estamos haciendo historia en muchas partes de Latinoamérica.

Confieso que ha sido duro, muy duro. A pesar de que el bootcamp es gratuito, aún me faltan 7 meses sin poder generar suficientes ingresos, porque el horario no me permite trabajar, pero tengo muchísimas ganas de salir adelante, porque sé que cuando comience a trabajar mi vida dará un giro de 180°. Y no sólo mi vida, sino también la de mi familia, que es, sin duda, mi motivación.

Actualización: La segunda parte de esta historia pueden leerla aquí.

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Estefanía Telis

Service Designer con experiencia en UX Design, Marketing y Diseño gráfico. Hoy tengo un enorme interés en la tecnología y en el Diseño Centrado en las personas.