Para muchos viajeros en Centro América, la ciudad de Guatemala no es más que una parada técnica: el aeropuerto más barato hacia el cual volar; una base regional para reabastecerse de provisiones; la más conveniente terminal para tomar un bus hacia Antigua Guatemala, los lagos y varias ruinas mayas regadas a lo largo de una jungla en el norte.
Mantiene su mala reputación como la capital internacional de asesinatos, con una limitada infraestructura para turistas y muy poco acceso a una vida cultural, y el lugar donde la brecha entre ricos y pobres es enorme: suburbios en crecimiento situados en laderas miran hacia residencias privadas palaciegas con piscinas y campos de golf.
Aún así, a pesar de — y parcialmente debido a— estos factores, es un destino fascinante por sí solo, con amplias recompensas para el visitante aventurero.
El hogar de una población en crecimiento de cuatro millones, la zona urbana se despliega en zonas concéntricas, cada una con un distintivo característico. La zona 1 es el centro histórico, donde vibrantes y coloridas fachadas de casas coloniales derrumbadas se alinean en calles acariciadas por el sol alrededor de la peatonalizada Plaza Constitucional — un constante ajetreo de turistas, jóvenes enamorados y niños corriendo entre palomas.
Las zonas más elegantes son la 9 y la 10 al sur, hogar de embajadas, bancos, y hoteles internacionales, y también de la vida nocturna más segura.
Cerca del 70% de la población de la ciudad vive en zonas suburbanas más grandes — sobre todo en barriadas de casas de hojalata que forman un colorido mosaico en el centro a través de las laderas.
Y luego está la zona 20, la cual no es una ubicación real sino un ejemplo del humor negro de los guatemaltecos: la gente del barrio usa la frase «Se ha ido a la zona 20» para referirse a alguien que ha muerto o desaparecido…
Un fuerte sentido de historia está presente donde quiera que vayas, con el legado de la sangrienta guerra civil todavía en evidencia. Corrupción en el poder judicial y político, y el fracaso del estado para abordar la descontrolada violencia de las pandillas, ha llevado a una profunda desconfianza hacia el gobierno.
Pero también ha engendrado resistencia y desafío en la población, creando un palpable sentido de solidaridad — y humor — que le da energía a sus calles. Después de décadas de desigualdad y explotación, una nueva ola de movimientos sociales y artísticos muy cargados de temas políticos ha surgido, con una generación de jóvenes muy involucrados en campañas por la transparencia y la no violencia.
Paredes derrumbándose están llenas de graffitis políticos y fotos de personas desaparecidas; sofocantes y doradas tardes terminan en demostraciones espontáneas; noches calientes de salsa interrumpidas por cantos de activistas comprometidos.
Casi en todas las calles de la ciudad, protegidas con barras de acero, vas a encontrar una venta de tortillas. Grupos de mujeres en trajes típicos, usualmente de la misma familia, reunidas alrededor de un «comal» calentado por fuego, moldeando a mano la masa de maíz y terminando con un emblemático aplauso.
La música y el baile juegan una parte integral en el rol de la vida en comunidad, con niños pequeños casi siempre dominando la salsa antes de saberse las tablas de multiplicar.
Uno de los distintivos de la ciudad, y poco conocido (al menos para los visitantes) es el mercado de La Terminal. Abarcando como 60 cuadras y hogar de miles de casetas, es uno de los más grandes bazares en el mundo: un centro de negocios para el país y una zona económica hecha por mérito propio para el emprendedor pobre. La Terminal es efectivamente un pequeño municipio, y la organización y eficiencia en exhibición es sorprendente.
Muchas de las casetas son atendidas por niños, algunos no mayores de cinco o seis años…
Cinco años atrás, para combatir los altos niveles de crimen, los vendedores juntaron recursos para formar una asamblea privada de fuerzas de seguridad conformada por ex convictos y miembros de pandillas. Los «Ángeles justicieros» han erradicado toda actividad criminal de bajo nivel y han hecho el área extremadamente segura para los «civiles» — al mismo tiempo que participan en el crimen organizado bajo cuerda.
El año pasado La Terminal fue noticia internacional cuando un incendio devastador estalló, destruyendo casi 1000 casetas e hiriendo a dieciséis personas. La reconstrucción está en progreso.
Así que la siguiente vez que estén planeado un viaje a Centro América, recuerden pasar algunos días en «Guate». Es muy probable que llene sus expectativas sobre todos los estereotipos negativos — grande, sucia, peligrosa — pero también los encantará con su caos, contradicciones, y color.
Todas las fotos tomadas por Souvid Datta
Los Hoteles Renaissance son parte del porfolio de Marriot Internacional.