Tres maneras de lidiar con el dolor

Evelyn Wittig
5 min readMar 9, 2015

Cuando algo malo sucede en tu vida, hay aproximadamente tres maneras de afrontarlo.

1. Dejar que te destruya.

2. Reprímelo, olvídalo y sigue adelante.

3. Mantente firme, ponte manos a la obra, y transforma tu dolor en algo significativo.

Cuando tenía cuatro años de edad, algo malo pasó en mi vida. Mis padres se dieron cuenta de que mis manos no eran normales. Mis palmas sudaban excesivamente — constantemente, independientemente de la temperatura, la ansiedad o cualquier otro factor—. Podría estar en una playa o en un congelador, en el escenario o leyendo un libro sola en mi habitación. No importaba, el sudor vertía de mis manos en cascadas implacables.

Hay un nombre para esto: hiperhidrosis. Es un título torpe, inadecuado para algo que padecen un estimado de más de 200 millones de personas en el mundo, casi todos en silencio y en el aislamiento debido a los estigmas sociales asociados con la sudoración excesiva. Puede ocurrir prácticamente en cualquier parte del cuerpo — las manos, los pies, las axilas, la cara, la espalda, o en otro lugar. Para mí, las manos y los pies siempre han sido los peores. Para algunos, también puede manifestarse como rubor facial crónico.

Debido a que la hiperhidrosis es una condición que está al acecho en secreto en la vida de aquellos que la sufren, la mayoría de la gente no entiende lo que realmente significa padecerla. Ellos piensan: ¡Cálmate! Es sólo un poco de sudor. Todo el mundo suda. Sólo aprende a relajarte.

Pero no es una cuestión de relajarse. Aunque la investigación es limitada, se entiende que la hiperhidrosis se origina en el sistema nervioso simpático — una parte totalmente automatizada del cuerpo—. Decirle a alguien con hiperhidrosis que es posible sudar menos si simplemente se relaja es como decirle a alguien que dilate sus pupilas o acelere su tracto digestivo a voluntad. No es algo controlable por un esfuerzo consciente.

Siempre he pensado que el mal funcionamiento de la cadena de ganglios nerviosos en mi espinal dorsal es algo así como un grupo de niños revoltosos que nunca aprendieron a quedarse quietos y están — al igual que las crueldades involuntarias con las que me he topado a lo largo de los años — empeñados en causar estragos en mi vida.

Hiperhidrosis significa pasar tu niñez escuchando a gente sin conocimiento — colegas, profesores, entrenadores, padres de amigos — que eres repugnante. Significa siempre recibir regaños por entregar trabajos, u hojas de exámenes doblados y húmedos, o diciéndote que no puedes tocar a nadie hasta que no vayas al baño a limpiarte. ¿Nadie te enseñó cómo lavarte las manos?

Tú creces creyendo que tu cuerpo en sus peculiaridades es tan repulsivo que no mereces que alguien te ame, ya no digamos que te ames tú.

Es fácil centrarse en las cosas que la hiperhidrosis te quitó: una niñez normal, si es que hay tal cosa. La habilidad de sentirte segura de dar una buena primera impresión cuando conoces a alguien o vas a una entrevista. La posibilidad de alguna vez ser un cirujano, un músico, un escultor, un masajista, o pandero.

Este tipo de listas te ponen en riesgo, sin embargo, de caer en la trampa de la opción número 1 para lidiar con el dolor: Dejar que te destruya.

La opción número 2 (Reprímelo, olvídalo, y sigue adelante) sería posible si encontrara una perfecta solución a largo plazo para tratar mi hiperhidrosis. Aunque varios métodos me han ayudado a manejarla mejor en la edad adulta, por varias razones, ninguna es sostenible en el largo plazo — efectividad disminuida, muchos efectos secundarios, muchos riesgos.

Lo que me deja con la opción número 3. Tal vez, ahora que soy una adulta curtida con algunas décadas de experiencia montando el carrusel de la hiperhidrosis, es valioso considerar los regalos sutiles que esta condición me ha ofrecido.

Para empezar, ha cavado dentro de mí, un pozo profundo de compasión y empatía hacías otras personas, sin importar la naturaleza de sus luchas. Independientemente de que tengan hiperhidrosis o algún otro secreto que les cause dolor, yo me siento obligada a ayudarles a sentirse menos solos en este mundo. ¿Estaría tan comprometida con la bondad si no estuviera personalmente familiarizada con el sufrimiento que viene inherente a su ausencia?

Tener hiperhidrosis me concede la rara habilidad, al compartir mis experiencias viviendo con la enfermedad, de ser vulnerable acerca de algo muy cercano a mi corazón. La cosa acerca de la vulnerabilidad es que se engendra a sí misma. Cuando te permites ser vulnerable, eso les permite a los demás romper sus paredes, y unirse al mar inestable de las conexiones humanas.

La hiperhidrosis no es como el cáncer o el autismo o como la esclerosis lateral amiotrófica o ALS, por sus siglas en inglés, (gracias, Ice Bucket Challenge), donde las personas han escuchado acerca de estas y por consiguiente han desarrollado las simpatías apropiadas. Hasta donde yo sé, ninguna celebridad se ha pronunciado acerca de la hiperhidrosis para crear una campaña de concientización. No puedo llegar y decirle a un extraño, «Sí claro, yo tengo hiperhidrosis» y esperar que entienda lo que eso significa. Incluso en mi edad adulta, han habido personas que han puesto mala cara después de saludarme con un apretón de mano.

«Puf, tus manos están todas asquerosas y mojadas», dicen. «¿Qué te pasa?»

Mi dolor, más que cualquier otro factor en mi vida, me ha dado una finalidad. Me siento obligada a escribir acerca de las experiencias — incluyendo la mía — de aquellos viviendo con esta sorprendentemente común, pero tristemente mal entendida, condición médica. Esta condición obliga a muchos que la padecen a vivir en esquinas oscuras avergonzados de su existencia.

El dolor, en cualquier forma, es un imperativo moral para tratar de llegar a esas esquinas, y extender una mano (incluso una sudorosa), y trabajar para sacarlos a la brillante, y esperanzadora luz del día.

Es muy probable que nuestro dolor nos forme, pero no debe destruirnos. En palabras del poeta Max Ehrmann: «Con todo y sus falsedades, trabajos pesados y sueños rotos, el mundo es hermoso».

Yitka Winn es una escritora actualmente trabajando en un libro — que en parte es una memoria, en parte un periodismo narrativo, y en parte un historial médico — acerca de cómo es vivir con la hiperhidrosis. Aprende más sobre esto en clammythebook.com. Partes de esta historia han aparecido en su blog personal yitkawinn.com.

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