#SupervivenciaFinanciera — Parte 3: We do need (financial) education

La educación financiera durante la infancia es fundamental para evitar que los chicos no sólo no nos pidan más de lo que podemos dar económicamente en tiempos difíciles; la necesitan para salir a la vida adulta sin distorsiones de la realidad o con expectativas desconectadas del punto de partida de sus proyectos. Si el proceso de aprendizaje está atravesado por ciclos de alta inflación, el desafío es todavía mayor. Difícil, pero no imposible.

Ezequiel Baum
8 min readMar 17, 2023

(este artículo forma parte de la serie #SupervivenciaFinanciera)

DON’T LEAVE THE KIDS ALONE

Ya sea como adultos a cargo de hijos o como colaboradores de la formación de sobrinos y nietos (o sobre todo como docentes) deberíamos tener un compromiso mínimo con la educación financiera de las futuras generaciones. Educación que muy probablemente no tuvimos pero que si ellos no la tienen, nuestro propio futuro va a ser sin dudas peor, además de generar frustraciones constantes entre lo que quieren y lo que podemos comprarles. El proceso exige inevitablemente una base de aprendizaje matemático medianamente sincronizado con la escolarización, algo que en este contexto lamentablemente es mucho pedir.

A la deficiencia básica en conocimientos mínimos para hacer cuentas se suma en nuestro caso más de una década con inflación anual de 2 dígitos y una inevitable de 3 para 2023. Esto significa que aún si un adolescente sabe sumar, restar, multiplicar, hacer una regla de tres simple y aplicar porcentajes, al momento de hacerlo con pesos es como pedirle que mida cosas con una regla que se derrite y se desparrama.

De todas formas para cada etapa de la vida podemos utilizar algunos recursos para transmitirle a los chicos las leyes fundamentales de las finanzas personales

Lo más importante es entender si están intelectualmente preparados para incorporar lo que le compartimos (incluso si no les gustan las conclusiones) y no subestimarlos. Y no dejar de insistir que es para que les vaya mejor en la vida.

¿Por dónde comenzamos?

LECCION NÚMERO 1: LA RESTRICCION PRESUPUESTARIA

Ya en la primera etapa de la infancia donde se trata más de crianza que de educación sabemos que hay pocas cosas más difíciles que poner límites. Nos posiciona en el lugar del malo de la película, puede gatillar berrinches y situaciones que son difíciles de negociar (sobre todo en público) pero que son fundamentales para transmitir la noción de hasta dónde podemos satisfacer lo que nos piden. Como todavía no hay capacidad intelectual suficiente para trabajar con números, es imposible que los chicos asimilen la idea de presupuesto como lo máximo que se puede gastar para todo lo que quiere.

Es muy importante proponerles el proceso de decisión entre una cosa u otra cuando se trata de juguetes, golosinas o productos similares que los chicos saben que les aporta placer y puedan manifestar una preferencia

En la vida hay que elegir y cuanto más temprano integramos este límite, menos frustrante resulta la sensación de no poder tener todo lo que queremos todo el tiempo. Sobre todo a una edad en la que no hay forma de comprender el esfuerzo necesario para que nuestros padres nos consigan eso. Ayuda mucho que todo el círculo de adultos esté enterado del plan y evitar que algún familiar, queriendo o no, termine “malcriando” financieramente al pequeño en cuestión.

LECCION NÚMERO 2: 1+1 NO ES 3 y 1–1 ES CERO

Cuando arranca la escuela primaria es un buen momento para incorporar operaciones financieras básicas que se apoyen en los reflejos que se hayan adquirido en la primera etapa. Existe muchísimo rechazo cultural en relación a que los chicos se vinculen con el dinero: desde que “es sucio” a que “es cosa de grandes” y los chicos “tienen que jugar y no hacer cosas de adultos”. De todas formas ya cuando se caen los dientes o nos acompañan a hacer algunas compras suelen aparecer las primeras interacciones con dinero. Y si bien es cierto que todavía es temprano para iniciarlos en juegos que impliquen fabricar y vender cosas (dibujos, bijouterie, esculturas) o brindar servicios remunerados (maquillaje, guardar cosas en cajas, etc.) a familiares y amigos (es toda otra discusión aparte estimular la ayuda en tareas domésticas con dinero), muchos chicos tienen esa iniciativa y es una gran idea acompañarlos e incentivarlos.

Un buen complemento es ayudarlos a elegir en qué gastar el dinero que manejen y contribuir a que construyan su propia escala del valor de las cosas

Por supuesto, la inflación en esta etapa no hay forma de que la entiendan del todo con lo cual en contextos donde el dinero pierde valor rápido, hasta que desarrollen el concepto de ahorro y les demos herramientas para entender por qué el dinero nacional no sirve y el de otros países sí, el foco debería estar en darles autonomía para que gasten en lo que quieren, dentro de “lo que te alcanza con lo que tenés”. En la medida que existan las iniciativas de juego de “emprendedores” es ideal agregarles a los chicos la dimensión de la “re-inversión”. Es decir la posibilidad de no gastar lo que ganan para tener más para gastar más adelante si, por ejemplo, en vez de comprar golosinas, accesorios de moda, videojuegos, figuritas o juguetes, compran “insumos”. No es fácil, ni es para todos.

En cualquier caso, mientras tengan herramientas para sumar y restar y entiendan que no se puede gastar más de lo que se gana, les vamos a estar dando una gran lección. Dentro del esquema de la educación financiera infantil, por supuesto, no estamos hablando de chicos con independencia financiera ;).

LECCION NÚMERO 3: EL TIEMPO ES DINERO

La velocidad de “maduración” hasta la puerta de la adolescencia es particular en cada chico. La combinación de estímulos y dificultades en el hogar y el entorno social sumado a las circunstancias económicas y las capacidades de cada familia para lograr el mejor nivel de vida posible configurarán distintos tipos de “materia prima” para el adulto en el que se convertirán.

En cualquier caso es importante que hayan incorporado la diferencia entre gastar todo o ahorrar, que el dinero pierde valor y que es posible “invertir” los ahorros

Lo más importante es transferirles cierta cuota de poder (y responsabilidad, como Spider-Man) a través de un dinero semanal y, más adelante, una mensualidad. Ahora bien plantear al ahorro como lo que sobra no es lo mejor, pero puede servir como una primera experiencia de acumulación acompañado con el apoyo de un adulto que le proponga un objetivo que requiera un esfuerzo recurrente de no gastar todo y guardar. La fórmula más básica es identificar un consumo fuera de rango de lo que recibe por semana o por mes por el precio que tiene y compararlo con la cuenta “Si de lo que recibís evitás gastarte X, al cabo de N tiempo vas a tener N x X”. A veces no va a alcanzar y lo recomendable en esos casos es premiar la conducta del esfuerzo para el ahorro poniendo la diferencia, si se puede.

En esta instancia también podemos presentarles el concepto de interés como el premio por no gastar todo lo que tenemos e invertirlo a préstamo.

Esto requeriría agregar algo de complejidad mínima explicando que el interés se expresa como una cantidad de dinero que se gana en relación a lo que se invierte (capital), es decir una tasa, por un tiempo determinado.

En circunstancias normales podríamos sentarnos juntos frente al home banking, pedirles el dinero en efectivo y transformarlo delante de ellos en un depósito a plazo fijo usando parte del dinero que tengamos en el banco equivalente a la suma que juntaron de ahorro y nos entregan en el acto; con el tiempo ir mostrándoles el efecto de la capitalización mes a mes y, de paso, el funcionamiento del interés compuesto (nada más y nada menos que sumar las ganancias al capital y reinvertir todo). Desde ya, hay que honrar el retiro cuando quieran recuperar su dinero.

Obviamente al tener que usar una moneda como el peso argentino todo parece un esfuerzo inútil si tenemos más pesos que antes pero valen menos. Se puede recurrir al plazo fijo UVA y explicarles que al menos así se recupera el valor que pierde el dinero por la inflación. O proveernos de cambio chico de dólares para introducirlos en el mundo de los billetes verdes.

En cualquier caso a partir de los 13 años podemos agregar herramientas tecnológicas que con un poco de aprendizaje por parte de los adultos pueden resolver el problema del aprendizaje financiero de los adolescentes y darles autonomía incluso para pararse en moneda dura.

BONUS TRACK: BILLETERAS VIRTUALES

En los últimos años la revolución fintech trajo novedades muy prácticas. Especialmente para los menores a partir de 13 años, que pueden abrir cuentas con autorización de sus padres en proveedores del servicio de billetera virtual o banco digital. Estos productos funcionan básicamente con una aplicación en el smartphone que conecta al usuario con un CVU, un número que funciona como una identificación de cuenta digital y puede recibir dinero que luego puede ser usado para pagar compras con QR, recargar el abono de teléfono o la tarjeta SUBE o usar una tarjeta internacional prepaga VISA o MasterCard en cualquier comercio o sitio web dentro y fuera del país mientras la cuenta tenga fondos (son tarjetas prepagas). Esto le permite a los adolescentes prescindir del uso de efectivo y acceder incluso a promociones y descuentos. Dentro de las más conocidas están MercadoPago y Ualá. Por el momento lamentablemente la Comisión Nacional de Valores tiene limitada la opción de que los saldos en pesos de las cuentas cuyos titulares son menores de 18 años puedan ser invertidos para generar intereses, como sucede con las cuentas a nombre de adultos. Eso le agregaría una gran herramienta de aprendizaje e incentivos, además de algo de protección contra la inflación mensual.

Existen además las billeteras como Lemon o belo que junto con lo anterior brindan acceso a la compra y venta de cryptomonedas como bitcoin y ethereum (poco recomendable para ahorrar por su volatilidad fuerte) y a stablecoins (cryptomonedas que en principio mantienen la paridad con el dólar). Los pesos que estén en el saldo de la cuenta pueden ser convertidos a la moneda elegida y luego pueden ser recuperados al venderlas. Hay que tener en cuenta que tener DAI, USDC o USDT no es un depósito en dólares y no se pueden retirar físicamente. Y recientemente dos de ellas, DAI y USDC, sufrieron corridas que llevaron transitoriamente a que pierdan la paridad 1 a 1 (en el peor momento valían el equivalente a 90 centavos de dólar, un 10% de pérdida que luego se recuperó pero muchos decidieron vender asustados). Siempre investigar antes de poner el dinero en juego.

El proceso de aprendizaje es largo y dinámico, en tensión permanente con otros intereses y necesidades de chicos y adolescentes. Para peor, la capacidad de atención es cada vez menor. Pero como adultos responsables estamos a cargo de acercarles el conocimiento y las herramientas que necesitan para abrirse paso por la vida.

La educación financiera es una parte fundamental de todo eso.

Nunca es tarde.

Agregado posterior: aparentemente MercadoPago ya habilitó a partir de Abril la posibilidad de que los saldos líquidos en cuentas de menores autorizados puedan ser invertidos y generar rendimientos o al menos es lo que se interpreta de los nuevos términos y condiciones comunicados a comienzos de ese mes.

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Ezequiel Baum

Economista especializado en educación financiera, fundador de Trainer Financiero (www.trainerfinanciero.com) y autor de Ordená tu Economía (Aguilar)