#SupervivenciaFinanciera — Parte 5: Todos los caminos conducen al dólar (segunda entrega)
Tener dólares no siempre significa disponer físicamente de los billetes. La cobertura que brindan otros formatos más complejos frente al derretimiento del peso puede servirnos como una alternativa más al momento de diversificar, combinando mayor seguridad jurídica o incluso, algo de rentabilidad en dólares.
(este artículo forma parte de la serie #SupervivenciaFinanciera)
OTRAS FORMAS DE LLEGAR AL DOLAR…
La mayoría de los que pensamos en dólares a falta de una moneda nacional que mantenga su valor lo hacemos en términos del mismo objeto: billetes. En la Primera Parte de esta serie desarrollamos en profundidad los distintos medios a través de los cuales podemos hacernos de billetes en contexto de cepo y restricción, sin dejar afuera los riesgos, costos y contingencias. También evaluamos alternativas como las stablecoins que funcionan como un “objeto digital” con algunas prestaciones similares a las de tener papel guardado.
Una de las cosas que más les cuesta a quienes quieren “dolarizarse” es pensar su posición financiera más allá de lo que se puede tocar
La idea de “cryptodolar” por más que no es exacta, tampoco es una alternativa muy elegida por quienes se consideran tradicionales o conservadores.
Pero cuando tratamos de entender que incluso las alternativas de toda la vida tienen costos y riesgos y podemos evaluar pros y contras de todas las opciones en función de dónde y cómo se adquieren (o revenden), dónde se guardan física o digitalmente y qué respaldo jurídico tenemos, es ahí donde podemos permitirnos explorar más opciones con alguna vuelta adicional de esfuerzo para entender de qué se tratan y considerarlas como una opción más.
Ahí vamos.
BONOS CORPORATIVOS
En el mercado de capitales existe la posibilidad de que empresas muy grandes emitan títulos de deuda de forma similar a la que la hacen los Estados Soberanos. Esto permite convertir un préstamo en un montón de títulos comercializables en un mercado secundario, facilitando que quienes tengan cuenta en una sociedad de bolsa accedan a estos bonos en la emisión primaria cuando son creados o mediante el envío de una órden de compra en el mercado secundario. Estos títulos denominados Bonos Corporativos también se conocen como Obligaciones Negociables (ONs) y le permite a las empresas acceder a un préstamo que no depende de un banco y a los inversores que los adquieren les abre la posibilidad de agregar a sus carteras un producto que básicamente es una promesa de que el capital será devuelto y, hasta que eso suceda, se cobran intereses.
Las ONs son básicamente eso: un título que tiene adentro un flujo de fondos que, al cotizar en un mercado, cualquiera lo puede comprar o vender y, mientras se lo mantiene en cartera, se cobran cupones de intereses cuando toca según el calendario
En resumen, comprar y mantener uno de estos títulos implica que vamos a cobrar un dólar al vencimiento y un interés anual calculado sobre ese dólar que nos deben (normalmente en dos pagos semestrales).
¿Por qué son una alternativa a tener dólares billete? Por lo pronto hay que entender que tener una posición dolarizada no es lo mismo que tener dólares billetes dado que asumimos el riesgo del crédito del emisor. Que la historia de empresas como Arcor, Telecom o Pampa (por mencionar algunas) sea impecable y nunca hayan dejado de pagar ayuda mucho a invertir con cierta tranquilidad en un título que implica que por unos años nos van a deber dinero a nosotros. Si bien no todas las ONs son hard dollar, invertir en estos activos que pueden comprarse con pesos o dólares nos hace acreedores de una cantidad de dólares a futuro superior a lo que estamos desembolsando al momento de adquirirlos (o su equivalente en pesos al cambio implícito si los compramos con pesos). Con lo cual por un lado tenemos cobertura contra la pérdida de valor del peso respecto al dólar libre (es el que influye en el valor en pesos de estos títulos) pero además por tomar el riesgo del crédito tenemos una recompensa en renta. Estos títulos suelen emitirse bajo Ley New York, lo cual además de darle un refuerzo jurídico al contrato implícito que sostiene al bono para que más inversores grandes se animen a tenerlos en su portfolio, configuran el pago en un dólar que es liquidado en Estados Unidos (se llama dólar cable, ya volveremos sobre esto). Existen otros emitidos bajo Ley Argentina que pagan en dólar MEP, pero ahí estamos expuestos a la posibilidad de que no se cumplan los contratos o sean afectados por alguna ley de emergencia. La forma de las ONs de devolver el capital puede ser toda junta en el último pago o en cuotas a lo largo de un cronograma que es publicamente conocido. Es cuestión de buscar el detalle de cada título y asegurarse, sobre todo, que tengan volumen suficiente para poder venderlos si necesitamos el dinero.
La liquidez entendida como la facilidad de entrar y salir es un factor a considerar al invertir en ONs, primero porque frecuentemente se operan de a 1000 unidades (equivalentes a mil dólares) y segundo porque se pueden vender en dólares o pesos que luego van a la cuenta comitente 48 hs después de ejecutada la orden
Al tratarse de contratos privados estructurados en títulos comprables y vendibles a través de la bolsa, en circunstancias extremas podemos pensar que terminan funcionando indirectamente como si fueran cuasi-dinero emitido por privados como reserva de valor, con la ventaja de que al no estar depositado en ningún banco y teniendo el respaldo de una jurisdicción extranjera para hacer respetar los derechos de propiedad, nos mantienen relativamente más a salvo del riesgo sistémico argentino que un depósito en una caja de ahorro o un plazo fijo en dólares si el Banco Central se queda sin reservas. Por supuesto, en circunstancias caóticas donde muchos tenedores de estos títulos necesiten liquidez el efecto de una mayor cantidad de vendedores que de compradores puede tirar abajo el precio en dólares de estos títulos y, si no tenemos otras reservas de dinero para manejarnos y estamos obligados a vender en ese contexto sin poder esperar a que se recuperen, no va a quedar otra que aceptar deshacernos de esos títulos con el descuento que surja del valor de mercado.
POSICIONES OFF-SHORE
El concepto Off-shore suena entre complejo e ilegal pero la realidad es que no es ni más ni menos que tener dinero o activos financieros fuera del país del que uno es residente. Si bien no es tan fácil como abrir una caja de ahorro en un banco local y en los últimos años se volvió más burocrático y costoso, existen diversas formas de hacerlo, con diferentes grados de complejidad y costos de transacción además de ser más caro impositivamente. Para poder manejar el concepto de forma sintetizada vamos a concentrarnos en las formas relativamente más simples.
Para empezar es importante aclarar que en función a las regulaciones locales e internacionales (sobre todo a las que están subordinadas los bancos en Estados Unidos) algunas de las cuestiones que aparezcan a continuación pueden perder vigencia. En principio, cuando un ciudadano argentino que no es residente de Estados Unidos logra abrir cuenta en un banco registrado en ese país (de forma presencial o, salvo algunas excepciones, mediante un trámite online) está habilitado para transferir dólares desde su banco local al exterior luego de traspasar muchos trámites en la sucursal, proveyendo entre otras cosas una serie de datos que incluyen el SWIFT y el IBAN que son códigos para que los bancos se identifiquen entre sí y localicen sus cuentas. Esto no es lo mismo que tener una cuenta en fintechs como Paypal, Wise o Payoneer, cuyo “fondeo” comienza desde la cuenta de un usuario de esa misma plataforma o desde una cuenta bancaria en el exterior de un banco comercial registrado.
Justamente uno de los principales problemas es que abrir cuenta online en plataformas digitales es fácil pero abrir cuenta en un banco afuera no es tan fácil, incluso de forma presencial, eso hace que sea más fácil recibir dólares cobrados afuera que disponer de esos dólares
Si bien este esquema comenzó a cambiar y algunas plataformas además de facilitar la transferencia hacia plataformas competidoras a través de otras plataformas como Airtm o Skrillex o hacia plataformas crypto que luego facilitan su acceso localmente vendiendo contra pesos las cryptos compradas con los dólares afuera, desde hace un tiempo también comenzaron a ofrecer tarjetas prepagas internacionales que permiten pagar consumos con los saldos disponibles. Eso sí, en líneas generales esos dólares no pueden moverse utilizando el otro mecanismo más común para entrar (o retirar) dinero: el dólar cable.
El dólar cable o contado con liquidación (CCL) es una posición en dólares en la cuenta de una sociedad de bolsa argentina pero depositados en Estados Unidos. A diferencia del dólar MEP que está depositado y expuesto a riesgos sistémicos locales (son dólares en una cuenta bancaria en Argentina), los saldos que alguien tenga en dólar cable no están alcanzados por posibles confiscaciones u otras medidas que pueda tomar el gobierno o algún otro poder del Estado (a la Justicia le tomaría muchísimo tiempo burocrático obligar a un par estadounidense a embargar y repatriar esos fondos en el exterior). Pero el dólar cable a partir de las últimas trabas regulativas no es una opción súper accesible dado que para conseguirlo los caminos no son fáciles. Al igual que como se compra dólar MEP, se puede comprar dólar cable, pero esos dólares no pueden quedar en la comitente, tienen que ir a una cuenta de un banco comercial en el exterior a nombre del mismo titular de la comitente (tampoco pueden ir a Payoneer, Paypal o Wise), lo cual restringe bastante quién puede comprarlo. A su vez, para vender dólar cable a través de la compra venta de bonos el origen de los fondos tiene que estar justificado y provenir de un banco comercial a nombre del mismo titular. Existe un vacío normativo que permite realizar una acreditación y venta de dólar cable con origen en plataformas fintech (siempre que esté justificada la procedencia de los ingresos). Esto se hace con una vuelta un poco más compleja que involucra la compra de acciones (como por ejemplo de Coca-Cola o Apple) y su conversión en CEDEARs para ser vendidos a las 48 hs en pesos acreditados en la cuenta comitente local, con un costo implícito en que obtenemos un peor tipo de cambio que quienes venden dólares cable usando bonos.
Hay otra forma de hacerse de dólares cable y es a través de la inversión en Obligaciones Negociables Ley Extranjera. Estos títulos a medida que pasa el tiempo como explicamos más arriba pagan intereses y capital en dólar cable. Al acumular esos dólares en la posición de cable podemos ir desagotándolos en una cuenta bancaria a nombre nuestro en el exterior.
Y desde ya, dejamos para el final la opción más interesante y compleja: invertir en la bolsa de Estados Unidos. Hoy es posible abrir cuenta en los principales brokers como Ameritrade o Interactive Brokers y enviarle fondos disponibles en una cuenta bancaria en el exterior para comenzar a invertir en una góndola infinita de activos financieros estadounidenses y de todo el planeta que van desde bonos del tesoro estadounidense que apenas empatan la inflación norteamericana hasta canastas “temáticas” pre-armadas de acciones (ETFs) que le permiten al inversor posicionarse en los sectores o economías que más le interesen sin ocuparse de elegir en qué empresas invertir.
El camino que comienza con dólares en Argentina y termina con inversiones en el exterior pasando por cable y luego un banco es tedioso, caro y fiscalmente menos ventajoso. Pero es donde probablemente se acceda a mayor paz mental (siempre que el mundo no atraviese uno de sus ciclos caóticos).
Este recorrido si bien termina acá deja afuera algunas opciones o situaciones intermedias y desde ya queda abierta la posibilidad de que surjan nuevas alternativas con mayor o menor riesgo que, como siempre insistimos, es fundamental que sean evaluados no sólo desde la naturaleza en sí de eso en lo que invertimos si no también en el respaldo jurídico de dónde está depositado y qué garantías tenemos.
Existen muchas formas de dolarizar nuestro patrimonio, lo importante es elegir entendiendo las opciones que hay sobre la mesa, sus pros y sus contras.
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