Los venezolanos necesitan una mano

Fausto Salinas
4 min readDec 25, 2018

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Esta frase tiene muchos significados.

Es, en primer lugar una invocación a los peruanos para entender la magnitud del drama humano de 3 millones de personas forzadas a abandonar su patria y desplazarse sin recursos, contactos, títulos, ni habilitaciones profesionales, únicamente con necesidades, esperanzas y deseos de libertad y bienestar. Comprender la magnitud de esta tragedia puede hacernos entender el tamaño de la necesidad de más de 600,000 venezolanos en él Perú y la urgencia de actuar. La urgencia de dar una mano.

Es también (porque de allí la tomo prestado), el nombre de la campaña que tengo el agrado de impulsar junto con los miembros de mi club de rotarios en la ciudad del Cusco, para tender una mano a los inmigrantes en su búsqueda de oportunidades de trabajo y ofrecerles un espacio de encuentro y bienvenida en medio de su desgracia. Esta campaña ha movilizado muchas manos no rotarias y ha permitido crear una pequeña casa de acogida temporal y ofrecerles algo de auxilio material y moral en el Cusco.

En tercer lugar, es una invitación a entender en toda su dimensión el comportamiento pendular de la historia. Hace poco menos de dos siglos, miles de venezolanos caminaron lo mismo que sus descendientes lo han hecho en el último año, pero no en busca de su libertad, sino de la nuestra. 194 años después, cuando ellos lo hacen en busca de su libertad, sería una deslealtad histórica cerrarles las puertas y darles la espalda. Mucho menos si quien causó aquella tragedia en Venezuela era émulo del dictador Velasco Alvarado que causa la nuestra en la década de los 70s y obligó a miles de peruanos a huir a Venezuela, país que los acogió con la generosidad que no todos los peruanos demostramos en este tiempo. A la mano tendida en el pasado de los venezolanos se corresponde con la mano tendida en el presente de nosotros los peruanos.

Pero la frase ¨los venezolanos necesitan una mano¨ no puede quedarse sólo en el voluntariado, la motivación ciudadana o la gratitud histórica. No basta. No es suficiente. Esta frase debe implicar más. Para el ámbito estatal implica una respetuosa demanda que como ciudadano alcanzo al Estado Peruano, que abrió las puertas a más de medio millón de venezolanos y los invitó a pasar a nuestra patria, para que adopte medidas concretas para que consigan oportunidades, aporten en nuestra sociedad y para que no delincan en la necesidad. Aquí sólo un par de ideas:

- Si queremos que trabajen formalmente y los recibimos como hermanos latinoamericanos, la tributación no los puede seguir tratando como extranjeros y aplicándoles una tasa impositiva que desalienta su contratación. Hay que cambiar las reglas para el ejercicio fiscal 2019.

- Si en los pueblos de la selva y de las serranías nos faltan médicos, enfermeras, dentistas, radiólogos, laboratoristas o maestros, ya que nuestros compatriotas prefieren las plazas urbanas, hagamos lo necesario para contratarlos para esas localidades, agilizando las normas sobre homologación de títulos y colegiación.

Cuando decimos que los venezolanos necesitan una mano, estamos hablando también de aquellos que no tuvieron la posibilidad de salir o no tuvieron las fuerzas para hacerlo, cuyo grito de libertad nos reclama no olvidarlos como a esa generación de cubanos que la dictadura castrista castró, adormeció y luego enterró. Esos millones de venezolanos nos piden una mano para que nuestros gobiernos no claudiquen por intereses bilaterales o comerciales, condenen las violaciones de derechos humanos en su país, denuncien las ejecuciones extrajudiciales, protesten frente a la persecución de obispos y repudien la destrucción de la democracia. Esos venezolanos esperan que el Grupo de Lima no muera, que mantenga la brega por una salida diplomática y que no se detenga ante las movidas geopolíticas de Maduro quien se entrega en cuerpo, alma y recursos naturales a China y Rusia para mantenerse en el poder.

Venezuela es la verdadera y gran herida abierta y sangrante de América Latina. Es el espejo espantoso en el cual no queremos vernos ni queremos que nuestros hijos o nietos se vean. La única forma de evitarlo es esta. Tener presente que nos toca dar una mano a los venezolanos en todas las dimensiones y alcances de la frase.

La indiferencia de nuestros padres frente a Cuba (o en algunos casos su cándido entusiasmo por esa tiranía) ahogo una generación de miles de cubanos, ha engendrado la Venezuela de Chávez y Maduro y esta engendrando la dictadura sin fin de Evo en Bolivia o la Nicaragua del tirano Ortega y su desquiciada mujer vicepresidenta y, sabe Dios cuantas otras tragedias más engendrará si lo permitimos. Dar la mano a los venezolanos deja entonces de ser, para aquellos que no acostumbran dar algo de si, un acto de solidaridad y se convierte en una necesidad imperiosa de sobrevivencia hemisférica de la cual no se pueden sustraer.

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