Tengo cáncer
--
Mi psicóloga dice que para superar algo tienes que entenderlo y asumirlo. Al principio yo no estaba muy de acuerdo, pero con el tiempo me he dado cuenta de que tiene razón. A esa fórmula añadiría, además, hacerlo público.
Así que allá voy: hoy hace exactamente un año que me operaron de Cáncer.
La vida nos dio un giro de 180 grados. Y digo “nos” porque una enfermedad como esta no te afecta solo a ti, sino también a todos tus seres queridos.
Todo empezó al volver de vacaciones, con un leve dolor de cabeza y malestar general que me hizo pasar dos veces por urgencias y de las que salí solo con una receta de antiinflamatorios. Como buen autónomo yo nunca me había puesto enfermo, así que, después de una semana sin mejoría, decidí acudir a otro hospital, esta vez público, para ver si me podían ayudar.
Me hicieron analíticas y todo estaba bien, así que la doctora me propuso lo siguiente: “Voy a hacerte una resonancia en la cabeza y, como no tendrás nada, te doy el alta”. Eso hicimos, pero cuando entré en su despacho y vi su cara me di cuenta de que algo no iba bien. Nunca olvidaré sus siguientes palabras: “Felipe, tienes algo en la parte lateral de la cabeza que no sabemos qué es, así que te voy a ingresar ahora mismo y te traslado a La Paz, avisa a tu familia”.
Todo transcurrió muy rápido y en 48 horas desde el ingreso en La Paz, el 30 de agosto de 2018 me metieron en quirófano. En la operación te abren literalmente la cabeza e intentan extirpar los tumores. En mi caso fue un éxito porque pudieron hacerlo por completo, algo que no suele suceder con frecuencia. Disfrutar de una buena forma física gracias al deporte me ayudó mucho y en tres días me habían dado el alta.
A las dos semanas de la operación me confirmaron el diagnóstico: tenía Cáncer. Creo que nunca estás preparado para un impacto así. Yo, como cualquier otra persona, tenía la vida organizada con mi familia, mis dos hijas, amigos, deporte y sobre todo la empresa que había fundado y a la que he dedicado todo mi esfuerzo en los últimos seis años.
Desde ahí empecé con quimio y radio 30 días seguidos, luego un descanso de un mes y de nuevo ciclos mensuales de quimio, con los que continuaré hasta diciembre de este 2019.
Es evidente que algo así te cambia la visión de la vida, sacude totalmente tu escala de valores y te sumerge en una lucha diaria para no caer en la depresión. Pero, dejando de lado esa parte, creo sinceramente que de este año tan terrible podemos extraer cosas positivas.
Mi familia -con Almo, mi mujer, y mis hijas a la cabeza- ha vuelto al primer puesto de mis prioridades, que nunca debería haber dejado. Fundar una empresa hizo que me centrara en conseguir sacarla adelante y, más tarde, hacer que creciera. Eso supone trabajar todos los días hasta tarde -incluyendo fines de semana- quitando tiempo a familia y amigos.
De entre la avalancha inicial de mensajes de apoyo, poco a poco ha ido quedando una guardia pretoriana que me ayuda y acompaña en cada paso que he dado desde entonces. Creo que todos, no solo yo, hemos aprendido a valorar cada día como algo especial, prestamos atención y saboreamos cualquier situación cotidiana con familia y amigos, hacemos planes para disfrutarlos plenamente y dentro de este duro camino siempre estamos pensando en cuál será nuestro próximo plan a compartir.
Me encantaría contaros muchas más cosas pero creo que ya he escrito lo más importante. Al plantearme escribir este post tenía dos objetivos: el primero, hacerlo público; el segundo, deciros que estoy bien, que estamos peleando al 110% y mi familia y amigos están apoyándome a diario. Así que, si me veis solo os pido que no me miréis diferente, no hace falta que me preguntéis qué tal estoy, seguid tratándome como siempre. Solo quiero seguir adelante con mi vida. Ser uno más, no un enfermo.
No quiero despedirme sin dedicar las últimas líneas a mi mujer Almo, ella es el faro que me guía y me da ánimos para seguir peleando por mantener nuestra calidad de vida.
Solo me queda deciros que aprovechéis al máximo vuestro tiempo, amad a vuestra gente y sobre todo valorad cada momento como si fuera el último.