Xihuitl

FEMinas
2 min readNov 20, 2017

--

by Eri Kú

El rencor incrustado en el cerebro, engordado por la memoria necia en recordar ofensas, no quiere abandonarme. Se expande y me quiere partir el craneo.

He olvidado cuándo comenzó. Las palabras se fueron hundiendo:

me desesperas; me vuelves loca; no te soporto, eres igualita a tu padre; tienes envidia de que sea feliz; prefiero hacer mi vida de una vez a quedarme aquí atada viendo cómo todos se van y me quedo sola.

La herida se infectó porque no supe curarla. Una pus silenciosa se propagó.

Tantos años intenté desquitarme juzgando y cuestionándote. Me cansé de ser la que dicta la sentencia.

Llevo un año quitando la costra para eliminar el tejido putrefacto y limpiar bien. Insiste en renovarse. Una mano escarba mientras la otra rocía el mejor antiséptico: yo enferma y tú cuidándome, leyendo Momo antes de dormir juntas, observándome de reojos con una sonrisa discreta.

Estando juntas seguido callamos, preferimos mirar al celular, a otro lado. Yo quisiera decirte que admiro tu capacidad para prestarme tus entrañas como primer hogar y parirme pequeña serpiente; soy hija de la mítica de fuego poderosa entre los aztecas.

Mi abuela te regaló el nombre perfecto, que en náhuatl puede significar cometa: cambiando constantemente la trayectoria de tu viaje, cuerpo celeste pequeño que todos quieren ver cruzar los cielos oscuros de la noche; turquesa: como tus playas predilectas, con arena blanca como tu piel y el mar color de tu alma; piedra preciosa: perfecta combinación formas con la plata.

Eres mi amuleto de la suerte pero aún no sé cómo curarte con la luna, no he crecido lo suficiente para saberlo todo. Necesitaré por siempre tu protección.

--

--

FEMinas

Somos cinco mujeres. Escribimos por placer para proyectar nuestros universos a través de la palabra.