La (oscura) tentación se llama Marine

Flavia de Farraces
5 min readMay 6, 2017

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Francia todavía puede dar la sorpresa, a pesar de que las encuestas dan un amplio margen de ventaja en las presidenciales de este domingo al socioliberal Emmanuel Macron.

Según un sondeo de Elabe, el exministro de Economía de Hollande ganaría con el 62% de los sufragios frente al 38% de su rival, la ultraderechista Marine Le Pen.

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Las encuestas se revelaron fiables en la primera vuelta del pasado 23 de abril, cuando auguraron que ambos se clasificarían para la segunda vuelta con porcentajes superiores al 20%.

Sin embargo, los fiascos de las mediciones en las elecciones de EE.UU. y el referéndum sobre el Brexit avalan la incertidumbre que planea sobre la cita electoral en el país vecino.

Una alta abstención, combinada con el apoyo masivo a Le Pen de los seguidores del izquierdista Jean-Luc Mélenchon y el conservador Fillon, podrían dar la victoria a la ultranacionalista. Además de un hipotético incidente o escándalo de última hora.

Lo que parece claro es que no será una victoria por goleada, como ocurrió en 2002. Entonces, el padre de Marine, Jean-Marie, se clasificó para la segunda vuelta para medirse contra el conservador Jacques Chirac

La inesperada victoria de Le Pen en la primera vuelta dejó al país atónito. Más de un millón de franceses salieron a las calles para protestar contra el discurso ‘lepenista’. Políticos y sindicatos rechazaron en bloque al candidato y pidieron apoyar a Chirac. La amplia movilización significó el fracaso de Le Pen, que obtuvo el 18% de las papeletas frente al 82% del conservador.

Quince años después, el paso a la segunda vuelta de Marine Le Pen no ha sorprendido a nadie ni ha generado una ola de indignación parecida.

El muro de contención se ha resquebrajado. En las redes sociales ha prosperado el ‘hashtag’ #SansMoiLe7Mai (sin mí el 7 de mayo), que atestigua el hartazgo de muchos ciudadanos respecto a unirse a un candidato diferente al que eligieron para la primera vuelta.

Entre los intelectuales, que en aquella ocasión escribieron vehementes columnas para advertir de los peligros del FN, la censura ya no es generalizada. Algunos como el historiador Emmanuel Todd y el filósofo Michel Onfray ven tan indeseable a Macron como a Le Pen.

En una tribuna publicada el pasado martes en el diario ‘Le Monde’ los intelectuales Henri Peña-Ruiz, Bruno Streiff y Jean-Paul Scot calificaron de “chantaje indigno” las llamadas para adherirse a Macron a fin de cerrar el paso al “fascismo”.

Entre los políticos, la reacción ha sido dispar. Mélenchon, líder del movimiento Francia Insumisa, que sumó cerca del 19,6% de los votos en la primera vuelta, aseguró que no daría ninguna consigna, excepto la de no votar a Le Pen. No obstante, en 2002 sí pidió respaldar a Chirac.

El 65% de los seguidores de Mélenchon apostó por el voto nulo, en blanco o la abstención en una consulta en la que participaron 240.000 personas. Teniendo en cuenta que su candidatura sumó siete millones de votos, los resultados son poco fiables.

En ese sentido, una encuesta de BVA arroja una perspectiva muy distinta. Los resultados señalan que el 41% de los ‘insumisos’ optará por Macron y el 18% por Le Pen, mientras que el 41% se decantará por la abstención.

La Iglesia Católica tampoco se ha unido esta vez, a diferencia del culto musulmán, judío y protestante, al cordón sanitario. Los católicos han sido, históricamente, un colectivo alejado del FN.

En esta ‘normalización’ del Frente Nacional ha jugado un papel muy importante la operación cosmética de Marine Le Pen para limar los aspectos más polémicos de su formación.

Tras la primera vuelta renunció a la presidencia de su partido para captar el voto moderado y se alió con la formación soberanista Francia Insumisa, que pidió a sus adeptos escoger a Le Pen.

En los últimos días, ha llegado incluso a plagiar un discurso de Fillon, en un guiño a los votantes de derechas. El gesto fue muy criticado aunque, en general, ha estado más brillante que Macron.

Uno de sus aciertos fue presentarse por sorpresa en Amiens, ciudad natal de su enemigo politico, para entrevistarse con los obreros de una fábrica de Whirpool que va ser trasladada a Polonia.

Mientras el exbanquero estaba reunido con los sindicalistas, que le desaconsejaron visitar la factoría, Le Pen recibía vítores de los trabajadores.

El discurso triunfalista de Macron tras ganar la primera vuelta y su celebración esa misma noche en un opulento restaurante francés no fueron bien vistos.

El hijo político de Hollande recuperó pie en el debate televisado frente a su adversaria. Durante la emisión, Le Pen mostró su versión más agresiva. Sus argumentos fueron confusos y deterioró la imagen de candidata respetable que había tratado de proyectar durante la campaña.

France Info

La ultraderechista tiene a su favor un electorado muy fiel, la cuestión es si su auge puede continuar o ha llegado al límite.

Aunque pierda, las elecciones han puesto de relieve una realidad insoslayable: el avance del populismo, que sumó más del 40% de los votos en la primera vuelta.

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