Smoke

Florencia Cecchini
4 min readJun 11, 2024

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Cuando terminé de ver la película se me vino a la cabeza el título de un libro de cuentos: “Quién no” de Claudia Piñeiro. El argumento gira en torno a la forma en que actuamos frente algunas situaciones y la imposibilidad de reconocer qué haríamos si nos tocara vivir esa experiencia. ¿Fingiríamos ser otra persona?, ¿le daríamos dinero a una ex pareja?, ¿entraríamos en la casa de una desconocida y robaríamos una cámara?, ¿dejaríamos que una persona que nos salvó la vida viva con nosotres? Esas historias separadas pero imbricadas a la vez, tan caóticas, están atravesadas por argumentos que son en realidad muy simples: hechos cotidianos que podrían pasarle a cualquiera.

En este sentido, me sorprendí cuando leí que la película se basaba en un libro de cuentos; en realidad tras procesarlo no es tan sorpresivo pues la estructura en capítulos se ajusta a la perfección al hilo narrativo que nos presenta ese género literario. Smoke es un cuento audiovisual en varios sentidos, más allá de la estructura , la adaptación de los diálogos es muy precisa y profunda. Los personajes no discuten del clima sino de sus procesos personales, nos abren las puertas a su mundo interior de manera orgánica. Y a la vez, cada une de elles tiene una experiencia totalmente diferente a la otra. En este tipo de películas, esos matices son fundamentales para que cada “capítulo” sea diferente; en este sentido que las historias puedan sostenerse de manera independiente unas de otras hace a la estructura “coral”.

Me llamó la atención que si bien hay un telón de fondo delimitado (Brooklyn, el cigarrillo, la paternidad, el engaño), estas historias están entrelazadas por un lado, como una cadena de favores y por otra por la experiencia misma que comparten. A diferencia de otras películas atravesadas por esta característica, por ejemplo Pulp Fiction o Magnolia, el hilo que une estas historias es más explícito. En otras palabras, desde que inicia hasta el final unimos esos hilos por el cigarrillo pero también los vínculos que van tejiendo los personajes, no hay un concepto abstracto ni un maletín, tampoco un plot twist muy sorpresivo, por el contrario son diferentes puntos de convergencia que van profundizando en lo que respecta al carácter de los personajes. Si bien esto le quita un poco de “misterio”, la vuelve una experiencia más liviana, es decir, como espectadores no estamos construyendo relaciones (pues ya están dadas) lo que nos permite acompañar esos recorridos desde lo vivencial.

En tanto, el guión me pareció realmente sólido. En primer lugar, la forma en que se entrecruzan los personajes y sus vínculos no es para nada forzada, (y como mencioné antes) es llamativa la diversidad pero también la prolijidad que crea cierto aura en cada une de les implicades. Escenografía-vestuario-diálogo, esta triangulación me llamó mucho la atención. Por ejemplo, desde el inicio el personaje de Paul Benjamin se presenta como un erudito: inicia hablando de la reina Isabel en relación a una marca de cigarrillos, vive en un departamento repleto de libros donde esa atmósfera sólo se rompe con la foto de su difunta esposa, se viste siempre de manera similar (algo dejada como quien está en medio de un proceso creativo). Toda es metainformación que si bien está traspuesta en los diálogos no deja de sumar muchísimo a la construcción narrativa en general. Este “cuidado” está puesto en cada uno de los personajes, y por tanto también en la elección de les actores. En esa diversidad es muy interesante como se puede relacionar un personaje como Paul con el de Auggie y el de Thomas.

Para cerrar con la cuestión del guión, me sorprendió el foco que se hace en el cigarrillo. Pues, en pocas oportunidades realiza planos detalles del mismo; por el contrario usa encuadres muy abiertos y sin embargo nuestra mirada se clava en las manos de los personajes. En relación a ello pensaba en la corporalidad, en las emociones que acompañan la necesidad de fumar, los silencios e incluso algunos diálogos que nos devuelven al acto. Me resultó muy oportuna la anécdota de Bajtín, más aún que fuera el personaje de Paul quien la contara. Cada une se relaciona de manera distinta con el fumar: algunes con habano, otres cigarrillos, distintas marcas, incluso en un momento Thomas lo intenta y se ahoga con él. También es interesante pensar en el código o la complicidad que conlleva compartir un pucho, cierta comunión que se traduce en una atmósfera casual replicada en todas las escenas. Vuelvo a esta palabra: lo orgánico de cada movimiento y “forma” en la que, según su carácter, los personajes crean un vínculo con el vicio de fumar.

En el plano conceptual, me pareció muy interesante el tema de la paternidad. Todos los personajes masculinos están atravesados por un dolor respecto a ella: la ausencia, la pérdida, el desconocimiento y la huida. En ese “telón de fondo” esta temática es latente, más allá que en contadas oportunidades se aborde directamente. Lo mismo ocurre con el engaño, todes están envueltos en mentiras y silencios, cosas que no desean contar pero que de una u otra forma se vuelven públicas. La mayoría de esos engaños derivan de la familia, la escena en la que están sentades alrededor de una mesa luego de que Cole se entere de que Thomas es su hijo, ese silencio y las miradas que lo acompañan me pareció más intenso que cualquier diálogo: logra abarcar ese enjambre de engaño familiar que si bien enmarca ese vínculo en particular, representa a todes les personajes.

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